Eduardo Ibarra Aguirre
Hasta hoy los cálculos son que el debate entre los candidatos presidenciales fue visto, el domingo 10 de junio por medio de los canales del duopolio de la televisión y otros más, por 15 millones de personas. 22.6 puntos de rating lo convirtió, al decir de Joaquín López-Dóriga, en “el debate más visto” en 18 años de transmisiones de este tipo.
Importa mucho cotejar la información anterior con la que proporcionaron sobre el debate del 6 de mayo y que apenas alcanzó los 10 puntos de rating, de acuerdo a las mismas fuentes que alegaron la “libertad de expresión” subordinada a sus intereses duopólicos, es decir, la transmisión por el Canal 13 de un partido de Monarcas y de Pequeños Gigantes por el 2, pero Televisa asignó el Canal 5 y aseguró que tenía el mismo alcance que El Canal de las estrellas. Además fueron apoyados por solemnes voceros del Revolucionario Institucional que consideraron dictatorial el intento de una cadena nacional, y los consejeros del Instituto Federal Electoral lo repitieron sin recato.
Y así exigen respeto, credibilidad. Ambos se ganan y construyen todos los días, demostrando la imparcialidad del arbitro electoral, que no otra cosa son estos consejeros reacios a la crítica de los candidatos, y también ineficaces organizadores y productores de debates, como lo muestra por segunda ocasión Sergio García Ramírez.
Mas el 11 de mayo se les apareció el embrión del #YoSoy132 y lo que era imposible e impensable sucedió: Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego accedieron enseguida a transmitir el debate por los canales estelares de sus consorcios, en respuesta a la exigencia de los verdaderos pequeños gigantes del México real y que todos los días exhiben en las redes sociales y en las calles del país, como el 10 de junio en ciudades de 20 estados, que Televisa y Tv Azteca son grandes obstáculos para el desarrollo democrático. Hasta entonces el timorato Consejo General del IFE aplaudió lo que ni siquiera se atrevió a suplicar.
No sólo fue el mayor interés que suscita el segundo y último debate oficial lo que explica un rating que más que se duplicó, sino que Televisa engañó con el argumento de la enorme cobertura del Canal 5, acaso porque no tenía el menor interés en que más televidentes atestiguaran que su patrocinado candidato presidencial, como lo está demostrando el londinense The Guardian –y antes Jenaro Villamil y Carmen Aristegui–, exhibiera sus limitaciones políticas. Hecho que por cierto no sucedió en forma severa, lo que evidencia la falta de confianza en Enrique Peña de parte de Azcárraga y sus intelectuales.
Lo anunció Roberto Calleja: “Ustedes descubrirán a un Peña Nieto polemista porque se está preparando”. La verdad es que no expone mal lo que Leonardo Curzio estima que memorizó muy bien, pero polemista aún no es, como evidenció en Guadalajara. Actuó, sí, como puntero que no arriesga su ventaja de entre 4 y 19 puntos en unas encuestas que con tan escandalosas variaciones muestran la incapacidad para retratar con fidelidad la voluntad ciudadana.
Buena parte de la comentocracia estima que Josefina Vázquez Mota ganó el debate, cuando lo que importa es quién ganó el debate sobre el debate y, sobre todo, si esto se reflejará en puntos porcentuales arrancados a los indecisos o al contrincante. Y ello está por verse.
La intromisión de Felipe Calderón, vía Twitter, para desmentir los cálculos de Andrés Manuel López Obrador sobre el ahorro de 300 mil millones de peses por las canonjías de la elite burocrática y la corrupción, pone en relieve la desesperación del grupo gobernante, pues todo indica que la señora Mota ocupará el tercer lugar.
Hasta hoy los cálculos son que el debate entre los candidatos presidenciales fue visto, el domingo 10 de junio por medio de los canales del duopolio de la televisión y otros más, por 15 millones de personas. 22.6 puntos de rating lo convirtió, al decir de Joaquín López-Dóriga, en “el debate más visto” en 18 años de transmisiones de este tipo.
Importa mucho cotejar la información anterior con la que proporcionaron sobre el debate del 6 de mayo y que apenas alcanzó los 10 puntos de rating, de acuerdo a las mismas fuentes que alegaron la “libertad de expresión” subordinada a sus intereses duopólicos, es decir, la transmisión por el Canal 13 de un partido de Monarcas y de Pequeños Gigantes por el 2, pero Televisa asignó el Canal 5 y aseguró que tenía el mismo alcance que El Canal de las estrellas. Además fueron apoyados por solemnes voceros del Revolucionario Institucional que consideraron dictatorial el intento de una cadena nacional, y los consejeros del Instituto Federal Electoral lo repitieron sin recato.
Y así exigen respeto, credibilidad. Ambos se ganan y construyen todos los días, demostrando la imparcialidad del arbitro electoral, que no otra cosa son estos consejeros reacios a la crítica de los candidatos, y también ineficaces organizadores y productores de debates, como lo muestra por segunda ocasión Sergio García Ramírez.
Mas el 11 de mayo se les apareció el embrión del #YoSoy132 y lo que era imposible e impensable sucedió: Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego accedieron enseguida a transmitir el debate por los canales estelares de sus consorcios, en respuesta a la exigencia de los verdaderos pequeños gigantes del México real y que todos los días exhiben en las redes sociales y en las calles del país, como el 10 de junio en ciudades de 20 estados, que Televisa y Tv Azteca son grandes obstáculos para el desarrollo democrático. Hasta entonces el timorato Consejo General del IFE aplaudió lo que ni siquiera se atrevió a suplicar.
No sólo fue el mayor interés que suscita el segundo y último debate oficial lo que explica un rating que más que se duplicó, sino que Televisa engañó con el argumento de la enorme cobertura del Canal 5, acaso porque no tenía el menor interés en que más televidentes atestiguaran que su patrocinado candidato presidencial, como lo está demostrando el londinense The Guardian –y antes Jenaro Villamil y Carmen Aristegui–, exhibiera sus limitaciones políticas. Hecho que por cierto no sucedió en forma severa, lo que evidencia la falta de confianza en Enrique Peña de parte de Azcárraga y sus intelectuales.
Lo anunció Roberto Calleja: “Ustedes descubrirán a un Peña Nieto polemista porque se está preparando”. La verdad es que no expone mal lo que Leonardo Curzio estima que memorizó muy bien, pero polemista aún no es, como evidenció en Guadalajara. Actuó, sí, como puntero que no arriesga su ventaja de entre 4 y 19 puntos en unas encuestas que con tan escandalosas variaciones muestran la incapacidad para retratar con fidelidad la voluntad ciudadana.
Buena parte de la comentocracia estima que Josefina Vázquez Mota ganó el debate, cuando lo que importa es quién ganó el debate sobre el debate y, sobre todo, si esto se reflejará en puntos porcentuales arrancados a los indecisos o al contrincante. Y ello está por verse.
La intromisión de Felipe Calderón, vía Twitter, para desmentir los cálculos de Andrés Manuel López Obrador sobre el ahorro de 300 mil millones de peses por las canonjías de la elite burocrática y la corrupción, pone en relieve la desesperación del grupo gobernante, pues todo indica que la señora Mota ocupará el tercer lugar.
Comentarios