Samuel García
Hoy concluye el primer semestre de un año que inició -y continúa- con la incertidumbre como bandera.
Con todo, puede decirse que para México el balance económico no ha sido nada malo, sino todo lo contrario si tomamos en cuenta los negros nubarrones que se cernían en diciembre pasado sobre una economía que se pensaba no crecería más allá de 2.5% o de 3% para los más optimistas.
Pero después del desempeño visto en el primer semestre, las previsiones de los economistas están más cercanas a 4% con todo y que se augura un segundo semestre más lento que el primero que se extingue.
Incluso si vemos lo que ocurrió en los mercados financieros del país los resultados no son, ni de lejos, los que acontecieron en otras latitudes.
Es probable que el principal índice de la Bolsa Mexicana de Valores cierre con un crecimiento semestral cercano a 7%, que es un registro muchísimo mejor que la caída de 7% de la bolsa brasileña (Bovespa) o el crecimiento de cerca de 2% que posiblemente registre el Dow Jones para estos primeros seis meses del año.
Al peso mexicano tampoco le fue nada mal en medio de la fuerte volatilidad. Si bien el peso se ha depreciado frente al dólar desde inicios de mayo pasado, en el balance semestral nuestra moneda se apreció casi 2.5% debido a las cotizaciones cercanas a 14 pesos que prevaleció en los dos últimos meses del año pasado.
Con todo, y a riesgo de parecer triunfalista, los datos de corto plazo sobre empleo, inversión, recaudación tributaria, exportaciones, remesas e, incluso, inflación, que acompañan al buen dato de crecimiento económico, han sido bastante razonables en medio de la incertidumbre y de los problemas que enfrentan las principales economías del mundo, incluyendo a las potencias emergentes como China e India.
Ahora la agenda y las perspectivas macroeconómicas para el segundo semestre lucen -como en diciembre de 2011- complicadas por el grado de incertidumbre que se cierne sobre el desempeño de Europa y Estados Unidos, aunque ciertamente existe un rayo de esperanza de mejora ante las crecientes presiones que están ejerciendo ciudadanos y liderazgos globales sobre las decisiones de Merkel, Hollande y de la alta burocracia de Bruselas.
Claro que en México a la incertidumbre global se añade la larga transición de gobierno que iniciará este próximo domingo a la medianoche cuando sepamos quién fue elegido presidente de la República. Más vale que el proceso no añada ninguna turbulencia adicional.
SÍGALE LA PISTA…
1. CONTAGIO. Con las rebajas que ayer propinó la calificadora Moody’s a las notas de BBVA Bancomer, Santander y Banamex siguiendo el deterioro en la calificación de sus matrices, se deja en claro que ante la grave crisis financiera internacional no hay murallas que blinden a los bancos.
2. CLAVE. La cumbre europea que se celebra en Bruselas debe dar hoy respuestas creíbles a los mercados. De no ser así podríamos ver el inicio de una nueva depresión financiera.
3. CONGRESO. Más allá del ganador de la elección presidencial las miradas expertas estarán puestas en la nueva conformación del Congreso de cara a la abultada agenda pendiente que tendrá que ser desahogada a partir del 1 de septiembre próximo.
Hoy concluye el primer semestre de un año que inició -y continúa- con la incertidumbre como bandera.
Con todo, puede decirse que para México el balance económico no ha sido nada malo, sino todo lo contrario si tomamos en cuenta los negros nubarrones que se cernían en diciembre pasado sobre una economía que se pensaba no crecería más allá de 2.5% o de 3% para los más optimistas.
Pero después del desempeño visto en el primer semestre, las previsiones de los economistas están más cercanas a 4% con todo y que se augura un segundo semestre más lento que el primero que se extingue.
Incluso si vemos lo que ocurrió en los mercados financieros del país los resultados no son, ni de lejos, los que acontecieron en otras latitudes.
Es probable que el principal índice de la Bolsa Mexicana de Valores cierre con un crecimiento semestral cercano a 7%, que es un registro muchísimo mejor que la caída de 7% de la bolsa brasileña (Bovespa) o el crecimiento de cerca de 2% que posiblemente registre el Dow Jones para estos primeros seis meses del año.
Al peso mexicano tampoco le fue nada mal en medio de la fuerte volatilidad. Si bien el peso se ha depreciado frente al dólar desde inicios de mayo pasado, en el balance semestral nuestra moneda se apreció casi 2.5% debido a las cotizaciones cercanas a 14 pesos que prevaleció en los dos últimos meses del año pasado.
Con todo, y a riesgo de parecer triunfalista, los datos de corto plazo sobre empleo, inversión, recaudación tributaria, exportaciones, remesas e, incluso, inflación, que acompañan al buen dato de crecimiento económico, han sido bastante razonables en medio de la incertidumbre y de los problemas que enfrentan las principales economías del mundo, incluyendo a las potencias emergentes como China e India.
Ahora la agenda y las perspectivas macroeconómicas para el segundo semestre lucen -como en diciembre de 2011- complicadas por el grado de incertidumbre que se cierne sobre el desempeño de Europa y Estados Unidos, aunque ciertamente existe un rayo de esperanza de mejora ante las crecientes presiones que están ejerciendo ciudadanos y liderazgos globales sobre las decisiones de Merkel, Hollande y de la alta burocracia de Bruselas.
Claro que en México a la incertidumbre global se añade la larga transición de gobierno que iniciará este próximo domingo a la medianoche cuando sepamos quién fue elegido presidente de la República. Más vale que el proceso no añada ninguna turbulencia adicional.
SÍGALE LA PISTA…
1. CONTAGIO. Con las rebajas que ayer propinó la calificadora Moody’s a las notas de BBVA Bancomer, Santander y Banamex siguiendo el deterioro en la calificación de sus matrices, se deja en claro que ante la grave crisis financiera internacional no hay murallas que blinden a los bancos.
2. CLAVE. La cumbre europea que se celebra en Bruselas debe dar hoy respuestas creíbles a los mercados. De no ser así podríamos ver el inicio de una nueva depresión financiera.
3. CONGRESO. Más allá del ganador de la elección presidencial las miradas expertas estarán puestas en la nueva conformación del Congreso de cara a la abultada agenda pendiente que tendrá que ser desahogada a partir del 1 de septiembre próximo.
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