Nos quedaron a deber

José Cárdenas

Este fue el debate de las primeras veces.

Por primera vez los concesionarios de la televisión cedieron a una petición social ubicada entre la protesta y la exigencia.

Por primera vez, también, el debate fue más un plebiscito o una elección anticipada contra un candidato cuya plataforma de llegada tiene características también inéditas.

Nunca antes se había desarrollado un movimiento social de rechazo a una candidatura hasta extremos de constituirse como una corriente específica, clara, manifiesta, para frenar a un candidato.

No se había dado tampoco una circunstancia en la cual un candidato del PRI tuviera el respaldo de dos ex presidentes de partidos nacionales (uno de ellos en el poder) en favor de su causa.

Y mucho menos se conocía circunstancia de respaldo por parte de un ex presidente de la República militante del partido en el poder, en pro del partido al cual él personalmente y como una lucha propia, sacó a patadas de Los Pinos.

Este debate no tuvo utilidad alguna en cuanto a la divulgación de proyectos o propósitos. Nunca los debates han servido para eso. Las tesis de gobierno son de sobra conocidas, para eso son las campañas. Los debates son para medir la dureza del material con el cual están hechos los candidatos.

Y ni por uno…

Andrés Manuel llegó con menos puntos en el imaginario de cuantos, se suponía, iba a lograr después de sus éxitos amorosos y el impulso de #YoSoy132.

Josefina Vázquez llegó en medio de un estado de gracia en pos de la resurrección después de la anemia o la catatonía de semanas anteriores. Arribó a Guadalajara con la urgencia de hacer algo para salir del abismo. La panista fue la más activa, se puso los guantes, dio y repartió, enfiló sus ataques contra López Obrador, cuestionó sus cifras económicas y lo confrontó con su pasado. Vázquez Mota confirmó que su pleito es por el segundo lugar. La panista dio uno que otro raspón a Enrique Peña Nieto y ya, de pasada, le tiró un volado a Quadri para pegarle de carambola a La Maestra Elba Esther.

Finalmente, Gabriel Quadri se presentó fiel a su papel de catalizador. Intervino, logró jalar la marca de sus rivales y, al final, consiguió lo que se esperaba, aliviar a Peña: le quitó golpes para dejarlo respirar.

Para Enrique Peña Nieto la noche fue serena. No hubo golpes bajos… tampoco sorpresas. Lo que más le afectó fueron sus propios tropezones como aquel en el que propuso eliminar 100 diputados del Congreso.

A pesar de las expectativas, el debate de anoche, el más difundido en la historia de México, no cambiará el panorama, no tuvo ninguna utilidad real para la divulgación de proyectos. Resultó un ejercicio democrático basado en el modelo chileno.

Las propuestas se perdieron en la complejidad del formato y la abundancia de temas.

El debate nos quedó a deber.

MONJE LOCO: –¿Cómo se portaron los cuatro fantásticos?... Josefina quedó en el intento… Quadri los picó… A Peña Nieto le salió barato… y Andrés Manuel la tuvo, fue suya y la dejó ir… De lo peor, lo menos malo… debate superado… mejor que el primero… lástima de reglas enredadas... de miedos… y lástima que no hubo edecán…

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