México: ahora o nunca

Epigmenio Ibarra

La guerra sucia sube a la par que en las preferencias electorales se vienen abajo Enrique Peña Nieto y Josefina Vázquez Mota. Solo sube Andrés Manuel López Obrador.

El IFE omiso e ineficiente solo deja hacer, comprometiendo, para desgracia de la nación, un proceso electoral ya de por sí con muchos vicios de origen.

La elección se cierra. Ya no será siquiera de tercios. Entre dos se definirá la contienda. Josefina está fuera; en un cada vez más distante tercer lugar.

Fue la del debate para ella una victoria pírrica.

Se lució como golpeadora pero salió ella la más golpeada.

Se le revierte, por otro lado, el ofensivo e indigno intento de montarse en la causa de los jóvenes y, peor todavía, en la de las víctimas de la guerra de Felipe Calderón.

Una guerra que ella, por más que se diga “diferente”, ha ofrecido continuar.

Luego de muchos yerros cambió de asesores; la tragedia, para ella, es que estos también son malos. Tan malos, hay que decirlo, como la propia candidata. Su campaña no prende; no prenderá jamás.

Más allá de los spots la utilización de expedientes judiciales, en el marco de la guerra sucia, se vuelve, por otro lado, la moneda de cambio más común.

PRI y PAN se acusan mutuamente de nexos con el narco. Fotos, expedientes, grabaciones, evidencias de todo tipo, aparecen tanto de un lado como el otro.

En los hechos esto demuestra lo que la gente sabe desde hace mucho tiempo: que en este país la frontera entre política y delito, citando a Enzesberg, es prácticamente inexistente.

Gobernadores priistas —Moreira, Yarrington, Fidel Herrera y los que faltan— que se fueron a su casa impunemente y jugaron como piezas clave del ascenso de Peña Nieto y contra los que la PGR no actuó en su momento, hoy son exhibidos.

No es la justicia la que está operando sino la más descarada lógica electoral.

Peña Nieto, contra las cuerdas y deslindándose de sus otrora principales amigos, apoyadores y aliados remite necesariamente a la imagen del “perro mordiéndose la cola”.

Solo falta que sea él el indiciado y todo parece indicar que en algún cajón, de algún escritorio de Los Pinos, está ya su expediente.
No creo, sin embargo, que ese expediente salga a la luz. Es pieza de negociación; no de propaganda sucia.

Por otro lado y moviendo, como mueven ambos partidos, a sus candidatos; en aviones privados y helicópteros, muchas de las denuncias están ligadas, precisamente, a sus desplazamientos.

Para no pisar tierra, esa tierra que han saqueado y ensangrentado entre ambos, vuelan segura y cómodamente.

Eso cuesta mucho dinero y en ese negocio, el de la aviación privada, hay también muchos intereses oscuros.

Tanto Josefina como Peña Nieto han caído en esa madeja. Sucios saldrán los dos del trance.

Se equivocan, sin embargo, aquellos que creen que Felipe Calderón, quien mueve los hilos de la PGR y como Vicente Fox hace campaña politizando la justicia, busca la defenestración de Peña Nieto.

Si hay alguien que sabe que Josefina no puede ya ganar es precisamente Calderón.

Si hay alguien —y en eso sigue también los pasos de Fox— que quiere que gane Peña Nieto es él que “haiga sido como haiga sido” se sentó en la silla.

Si hoy, tras bambalinas, orquesta ataques contra el PRI no es tanto para favorecer a su candidata sino para ganar una posición favorable de negociación.

Tiene Calderón que garantizar un manto de impunidad para él y los suyos.

Pese a que López Obrador ha dicho públicamente que no habrá de perseguirlo él sabe que para muchos mexicanos, como el que esto escribe, no habrá perdón ni olvido.

Necesita entonces que gane alguien que le deba el favor. Alguien de quien tenga un expediente, de quien conozca su lado oscuro, con quien pueda pactar.

Necesita un cómplice y ese es Peña Nieto.

Por eso proporciona elementos para que el PAN y el equipo de Josefina se lancen a la guerra sucia contra él, hasta hace unos días, virtual ganador de la contienda.

El problema, para el PRI y para el PAN, es que, enfrascados como están en esta contienda escenográfica. En esta disputa para vender caro la victoria a Peña Nieto están perdiendo un tiempo precioso.

Se le separa Andrés Manuel a Josefina. Se le acerca a Peña Nieto y tanto que hay encuestas más extensas y serias, elaboradas por grupos de académicos, que hablan ya de un empate técnico.

Voltearán ambos muy pronto a golpear coordinadamente al candidato de la izquierda.

Pondrán toda la carne en el asador.

No pueden, sin embargo, lanzarle acusaciones tan graves como las que entre sí se han lanzado y que exhiben sus vínculos con el dinero mal habido por decir lo menos.

Desesperados lo intentarán todo. Desde el 88 trabajan de la mano. Se han repartido el país como botín y están decididos a que no se consume la verdadera alternancia.

Viene pues, en estos pocos días que faltan, lo peor. Lo más peligroso.

Volátil se torna el ambiente; casi explosivo.

Lo que PRI y PAN no consideran es que también en estos días habremos de vivir lo mejor de la contienda; de presenciar el luminoso espectáculo de millones recuperando la memoria, la conciencia, la voluntad de transformación.

De millones de mexicanos que saben que es ahora o nunca. Por eso, desde la experiencia y gracias a los jóvenes que dicen #YoSoy132, es que hoy escribo con esperanza.

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