Meade: burocracia ficción

Nómina onerosa y creciente
Con FC, 6 billones de pesos

Carlos Fernández-Vega / México SA


Con sangre en las comisuras de los labios, ayer el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, advirtió que un programa económico que descansa en la ficción o en el engaño es el principal ingrediente de la tragedia griega que hoy estamos viviendo (y, dicho de paso, de la tragedia mexicana, porque así procedió el gobierno calderonista en la crisis 2008-2009, entre la ficción y el engaño, y se le quedó el gusto). El funcionario utilizó tan célebre frase como sazón para lo que realmente le interesaba: desmentir lo dicho por el peje candidato durante el debate dominical, en el sentido de que con recortes salariales a la alta burocracia se lograrían ahorros anuales por 300 mil millones de pesos.

El titular de Hacienda dijo así: si el gobierno federal prescindiera de todos sus servidores públicos nos ahorraríamos 264 mil millones de pesos, de los cuales 0.7 por ciento solamente está vinculado a altos mandos. Es importante cuando uno se fija en estos grandes números, porque un programa económico que descansa en ficción o en engaño es el principal ingrediente de la tragedia griega que hoy estamos viviendo, y de ahí la importancia de que manejemos bien los números grandes y que nos aseguremos de que el gasto en los números dentro del presupuesto den buen resultado.

¡Zas! De un plumazo, el integrante de la famiglia financiera del sector público redujo la nómina burocrática federal en alrededor de 70 por ciento, y la dejó en 264 mil millones de pesos, cifra que descansa en ficción o engaño. Para él, lo importante era no sólo justificar la intervención tuitera de Felipe Calderón en pleno debate, sino darle la razón al inquilino de Los Pinos cuando por ese medio aseguró que si el gobierno despidiera a todos los altos funcionarios, de director a presidente, ahorraría 2 mil millones de pesos, no 300 mil. Medio sueldo mil millones.

Pues bien, quien tenga el tiempo y las ganas de aburrirse revisando las cifras oficiales, encontrará que en 2012 el pago por servicios personales del sector público federal (es decir, lo que a los mexicanos cuesta mantener aceitada esa maquinaria perfecta y resultona que es la burocracia nacional) se eleva a un billón de pesos, sin considerar prestaciones (alrededor de 250 mil millones adicionales), y el dato no proviene de la calentura de la oposición, sino del presupuesto de egresos de la federación 2012, autorizado por la Cámara de Diputados. Y ese monto equivale a una tercera parte del presupuesto autorizado para el presente año, es decir, que de cada peso presupuestal 33 centavos se destinan al pago de dicha nómina.

Como se observa, Meade sólo habló de 264 mil millones de pesos del gobierno federal (burocracia ficción, diría Salinas de Gortari), un monto alejadísimo (por casi un billón de pesos, considerando prestaciones) del total que los mexicanos pagan por su eficiente ejército burocrático, de tal suerte que para justificar que el inquilino de Los Pinos una vez más metió la mano en el proceso electoral, y pegarle a la pesadilla de su jefe (el peje candidato), el titular de Hacienda hizo exactamente lo que en el discurso criticó: información parcial, amañada, sesgada, manipulada y/o, como él mismo dice, ficticia o engañabobos. Así, la respuesta del funcionario sólo encubre un gasto pantagruélico, sin mencionar que a cambio los mexicanos pagadores reciban el servicio y los resultados que merecen.

En seis años de calderonato, la nómina burocrática (sector público federal) consumió, en número cerrados y de acuerdo con las cifras presupuestales, 4 billones 700 mil millones de pesos, más un billón 250 mil millones en prestaciones, con lo que el total se aproxima a 6 billones de pesos. Cuando Calderón se sentó en Los Pinos, tal nómina ascendía a 611 mil millones de pesos; para 2012 ese monto se elevó a 912 mil millones, un aumento de 49 por ciento en términos nominales, contra una inflación sexenal (oficial, desde luego) estimada en 29 por ciento. Adicionalmente, 250 mi millones anuales, en promedio, por concepto de prestaciones. De esto a la idílica (¿ficción o engaño? cifra de Meade existe una multibillonaria diferencia, toda ella pagada –en dinero y resultados– por todos los mexicanos.

Un año atrás, aproximadamente, el Centro de Investigación en Economía y Negocios, del Instituto Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, que preside José Luis De la Cruz Gallegos, analizó el uso de recursos públicos en el renglón referido (Gasto de gobierno en servidores públicos y erogaciones adicionales), y entre sus resultados se cuentan los siguientes: “el análisis del gasto ejercido por el sector público mexicano pone en relieve cómo se destina éste a rubros que tienen escasa incidencia sobre el desarrollo económico y social del país. Sin considerar aspectos esenciales, como las remuneraciones normales, las erogaciones realizadas por el gobierno federal y las entidades públicas representan una parte sustancial del presupuesto total, superior a los recursos públicos de las cuatro principales entidades federativas (Distrito Federal, estado de México, Nuevo León y Jalisco).

Comparado con la riqueza generada por diversos países, puede observarse que el gasto en servidores públicos y las erogaciones adicionales asociadas a los mismos representa una proporción superior al PIB de un año. Por ejemplo, en los casos de Ecuador, Bulgaria y Uruguay se necesitarían más de dos años para poder cubrir los gastos que a nivel federal se realizan en los servidores públicos mexicanos. Si bien para México dichas erogaciones constituyen alrededor de 9 por ciento del producto interno bruto, una proporción de por sí considerable, cuando la comparación se realiza con otras naciones puede observarse que el presupuesto nacional dedicado al rubro consume gran cantidad de recursos financieros, todos provenientes de impuestos, ingresos por petróleo y sus derivados, así como del endeudamiento público.

Esos son los números, pero el imaginativo Meade asegura que son sólo 264 mil millones de pesos, de éstos apenas 2 mil millones para la burocracia divina.

Las rebanadas del pastel

Carlos Slim aportó la receta para salir de la crisis global: si se quieren mejorar las cuentas, no hay muchas más soluciones que subir los ingresos a través de los impuestos, bajar el gasto público o vender activos; quien tenga (los gobiernos) autopistas, aeropuertos, sectores energéticos que los vendan, y así se permitirá la inversión privada en sectores estratégicos y ello dinamizará la economía. Qué buena idea, pero resulta que en México eso es lo que han hecho cinco gobiernos neoliberales al hilo (tres décadas), y el país cada día está peor.

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