La pesada losa de Peña Nieto

Jesusa Cervantes

Con una caída en picada en las preferencias electorales y una pesada losa a cuestas de exgobernadores del PRI vinculados presuntamente con el narcotráfico, Enrique Peña Nieto llega al segundo y último debate presidencial este domingo.

El 6 de mayo, el candidato priista inició su participación en el debate, engallado y seguro. Pero la percepción de la ciudadanía fue modificándose en la medida que Andrés Manuel López Obrador evidenció su relación con el expresidente Carlos Salinas de Gortari y el haber protegido a su antecesor en el Estado de México, Arturo Montiel.

Sin embargo, el bono otorgado por GEA-ISA de 20 puntos arriba de su más cercana competidora, en ese momento Josefina Vázquez Mota, le permitió darse el lujo de no avasallar en el primer debate.

Ahora, la situación es complicada para Peña Nieto. En primer lugar trae el fantasma del movimiento juvenil, #YoSoy132 que por asamblea, decidió mantenerse como anti Peña debido a que fue eso lo que le dio origen.

La persecución que ha tenido de parte de los jóvenes en cada ciudad que se presentaba para hacer mitin, le hizo perder a Peña Nieto por lo menos 10 puntos en las preferencias electorales.

Y por si fuera poco, la DEA y el gobierno federal mexicano hicieron el uno-dos para señalar al exgobernador del PRI en Tamaulipas, Tomás Yarrington y al sucesor de éste, Eugenio Hernández, posibles vínculos con el crimen organizado.

Y si a eso se suma que exfuncionarios de Yarrington hoy forman parte de la estructura nacional el PRI y de la campaña de Enrique Peña Nieto, entonces sí que se puede entender la complicada situación en que se encuentra el candidato tricolor.

Por ejemplo, encargada de una circunscripción en la campaña está Paloma Guillén, quien fungiera como secretaria de gobierno del tamaulipeco señalado por la DEA. Antes, en el mismo cargo estuvo Baltazar Hinojosa, quien hoy tiene a cargo otra de las circunscripciones para organizar la campaña de Peña Nieto.

La cereza del pastel, que resulta un colaborador incómodo para el mexiquense, es el presidente de la Comisión de Justicia del PRI, Horacio Díaz.

Las consideraciones de Yarrington hacia Horacio Díaz hicieron pensar a más de un analista que sería su delfín, sin embargo el exgobernador cambió la dirección hacia Eugenio Hernández.

Pero a Horacio Díaz no lo desamparó, le dio dos cargos en su gabinete, primero como titular de Desarrollo Social y luego como secretario de Educación en el estado.

La importancia de Horacio Díaz radica no sólo porque es el presidente de la comisión encargada de suspender a su exjefe los derechos políticos como militantes, sino que además se ha convertido en uno de los notarios favoritos del propio Enrique Peña Nieto e incluso se le liga con la hoy candidata al gobierno del Distrito Federal, Beatriz Paredes Rangel.

En el caso de Peña, Horacio Díaz, quien cuenta con dos notarías en el Distrito Federal, fue quien el 19 y el 30 de abril pasados dio fe de la firma de dos compromisos de Peña Nieto: el primero, la creación del Instituto para Emprendedores; el segundo, otorgar computadoras portátiles a los niños de 5 y 6 años de primaria.

En el caso de Beatriz Paredes, fue el propio Horacio Díaz quien dio fe de la residencia de la priista en el Distrito Federal por más de cinco años, requisito indispensable para poder competir por la candidatura al interior de su partido.

Este es el fardo con el que llega Peña Nieto al segundo y último debate organizado por el Instituto Federal Electoral: el repudio estudiantil que representa 24 millones de votantes, los posibles vínculos con el narcotráfico de exgobernadores priistas y el tener a gente de confianza de éstos en su equipo de campaña.

Y por si fuera poco, Peña Nieto llega sin los 20 puntos de ventaja del primer debate; ahora, según la encuesta del diario Reforma, está a cuatro puntos de distancia por arriba de Andrés Manuel López Obrador. En tanto que los números de Televisión Azteca marcan siete puntos de diferencia.

La cara bonita de Peña Nieto no bastará para que convenza en este último debate, en donde por cierto debe buscar reposicionarse para, en dado caso de que el gobierno se decida, dar la última estocada: sacar nuevos expedientes contra otros dos exgobernadores del PRI.

Y para poder hacer frente a los nuevos embates del gobierno federal, Peña Nieto deberá tener una pulcra y convincente actuación, aunque a estas alturas resulta harto difícil.

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