La noche que el PRI perdió la Presidencia

Martha Anaya / El Alhajero

Aquel 2 de julio de 2000, Dulce María Sauri, presidenta del PRI, recibió a la una de la tarde el primer reporte de la elección: iban abajo del PAN por dos puntos. A las tres, Emilio Gamboa -que era quien pasaba la pasaba información, según nos cuenta la propia Sauri- confirmó que iban abajo tres o cuatro puntos.

Después de ese segundo corte -relata-, hacia las cuatro de la tarde el licenciado (Francisco) Labastida nos reunió a todos en sus oficinas en el segundo piso y nos dijo: “Las cosas vienen mal…, las probabilidades de derrota son reales. Quiero decirles que voy a encerrarme con Jorge Alcocer a escribir dos discursos, uno de triunfo y otro con la aceptación de mi derrota”. La sensación, refiere la yucateca, “era como que lo que estábamos viviendo no era real, como que no podía estar pasando”.

Hacia las seis de la tarde, cuando empezaban a acercarse para la celebración, “¿sabes que rostro vi?, el de Carlos Slim; estaba tan demudado como nosotros. Fue una confusión muy grande. Y nadie llamó a gobernadores ni a nadie para intentar algo en contra. Todos los llamados eran a la serenidad”.

El momento en que la entonces presidenta del PRI sintió el peso de la derrota fue hacia las siete de la noche, “cuando la discusión de Emilio Gamboa con Liébano Sáenz (secretario de Zedillo), porque comenzó la presión para que Labastida saliera a reconocer la derrota. Pero a las ocho de la noche todavía no cerraba Baja California, había todavía gente votando en todo el país, y Labastida nos había pedido ‘cuidado con diputados y senadores, todavía no acaba el proceso’. Ahí no se podía salir a decir: perdimos ¿eh? Y además también estaba el compromiso de que primero salía (José), Woldenberg (presidente del IFE)”.

Ni Sauri ni Labastida se dieron cuenta en el momento que durante el discurso de aceptación de la derrota los habían sacado del aire, que Ernesto Zedillo entró en cadena nacional y que sería él quien reconocería la derrota priista ante la nación. Se enterarían después, en las oficinas del candidato en el partido. Ahí, Labastida y Sauri se abrazaron. Luego, en plena madrugada ella se fue a su casa y pasó toda la noche llorando.

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OJALÁ CALDERÓN SALGA INMEDIATAMENTE.- A 12 años de distancia, con la posibilidad al frente de que el PRI recupere la Presidencia de la República y ante sus propios recuerdos de lo vivido la noche de la derrota, Dulce María Sauri dice que de lo único que está segura es de que “el PAN no va a ganar”. Y por ello apunta: “Espero que (Felipe) Calderón salga (a reconocer los resultados) inmediatamente después del IFE”.

¿Por qué? Porque en el caso del PRI no hubo ningún amago para rechazar el resultado. “No estaba previsto ese escenario (el de la derrota) y los gobernadores se quedaron turulatos…”. En cambio ahora, está abiertamente en el escenario la derrota del PAN.

La presidenta del tricolor que vio perder a su partido la silla presidencial estará el próximo domingo en un lugar significativo para ella: en el IFE. (Ha sido invitada por CNN a su transmisión). Y es simbólico, comenta, “porque fue el IFE el que salió a decir que Vicente Fox había ganado la elección”.

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PATÉTICO EL BOLETÍN CONTRA FOX.- Para Sauri, el PAN no supo procesar su triunfo en el año 2000, “nunca entendió lo que pasó esa noche de 2000”. Ejemplo de ello, dice, es el “patético” boletín que sacaron hace unos días contra Vicente Fox:

“Olvidan que Fox se apropió de sus siglas, que se impuso a la estructura panista para lograr su candidatura y que el partido sólo instaló en la cresta de la ola. ¡Fox no ha cambiado! Es el mismo de las orejas de burro en el 88, el mismo que se postuló para la Presidencia de la República, y el mismo de ahora…”.

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GEMAS: Obsequio del secretario de Gobernación, Alejandro Poiré, con recadito al lado para el periódico estadunidense The Washington Post: “Yo diría que no podemos calificar ésta como una elección del miedo”.

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