La crisis en Los Cabos

Samuel García

Los líderes de las principales economías del mundo que se reúnen en Los Cabos vinieron a enfrascarse en un asunto que tiene a la economía global en vilo: cómo hacer para desactivar la fragilidad financiera de los países de la zona euro y, simultáneamente, qué hacer para que Europa retome el crecimiento económico.

Como ya es costumbre, en los días anteriores a la reunión se ha adelantado que no se esperan soluciones definitivas; sin embargo el horno no está para bollos y en Los Cabos deberán anunciarse acuerdos de la comunidad financiera internacional que ofrezcan certidumbre en el corto plazo sobre el rumbo inmediato de la zona euro. De lo contrario el castigo de los mercados sobre las economías débiles se redoblará.

Los resultados electorales en Grecia con el triunfo de los conservadores sobre la coalición de izquierda han dado un respiro inicial a los políticos reunidos en Los Cabos y también a los mercados cambiarios que el domingo por la noche vieron cómo se fortalecía el euro. Con esta victoria la alianza de los conservadores con los socialistas les dará 161 escaños de los 300 del parlamento griego lo que facilitará que Grecia se mantenga dentro de la zona euro.

Sin embargo los riesgos no parecen haber desaparecido por dos razones: 1. La victoria de conservadores y socialistas es estrecha y apenas lograron el 40% de los votos lo que evidencia la división entre el electorado griego y la fuerza en las calles de la coalición de izquierda; y 2. El líder conservador triunfante ha señalado que las duras condiciones impuestas a Grecia deben revisarse y pidió 2 años adicionales para cumplir con lo exigido por los europeos; petición que ya ha sido rechazada por el canciller alemán.

Así que si bien hay un respiro porque se ha desactivado en lo inmediato la bomba que representaba la salida de Grecia de la zona euro, las negociaciones políticas sobre la aceptación del paquete de rescate griego podrían entorpecerse aún con el nuevo gobierno griego y con la evidente resistencia de la coalición de izquierda que aún mantiene fuerza después de las elecciones.

Con la fragilidad griega encima es que los líderes del G-20 y los líderes invitados a esta reunión en Los Cabos, se ven obligados a producir algún resultado palpable para contrarrestar el desconcierto que se ha traducido en elevadas primas de riesgo para economías como España e Italia.

Por un lado se espera algún tipo de pronunciamiento para otorgar liquidez a los mercados en busca de su estabilización ya sea con una ampliación de la bolsa de préstamos del FMI o con una nueva acción concertada por los principales bancos centrales del mundo, o ambas.

Y por otro lado las expectativas se concentran en algún desenlace en el enfrentamiento de cómo reanudar el crecimiento europeo. Mientras que Alemania, Holanda y algunos países del norte de Europa son partidarios de restricciones presupuestarias y de severos ajustes fiscales para, a partir de allí, reanudar el crecimiento; otros como Francia, Italia o, incluso, Estados Unidos, propugnan que se intensifiquen desde ya medidas de estímulo a la economía. En este enfrentamiento, las expectativas de resultados concretos son casi nulas más allá de los buenos deseos.

Ojalá que el traslado del búnker de la crisis europea a Los Cabos sirva para algo después de tanto tiempo de intransigencias y enconos con graves consecuencias sobre la economía global.

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