Juventud ninguneada
Problema estructural
Carlos Fernández-Vega / México SA
Días atrás los integrantes del movimiento #YoSoy132 suscribieron el siguiente pronunciamiento: México, tus hijos te decimos que somos herederos de los fraudes, crisis económicas; somos herederos del levantamiento armado zapatista, de la matanza de Acteal, de los crímenes en el estado de México. Sí, somos herederos de la indignación y rabia de niños muertos en la guardería ABC, somos Wirikuta, somos Cherán. Toda esta historia somos nosotros. Bien, pero faltó.
Herederos, sí (del movimiento social), pero principalmente víctimas de un régimen voraz y excluyente, al que los jóvenes ni le importan ni los pela (sólo en tiempos electorales y para manipular el voto) y que ha permitido, si no es que promovido, que la juventud mexicana (el futuro de la nación en el discurso oficial) sea uno de los segmentos poblacionales más golpeados y ninguneados por la política oficial, bajo la premisa de rásquense como puedan, si pueden. Entonces, la de los jóvenes no es una situación de coyuntura, como se han apresurado a difundir los voceros oficiales y oficiosos, sino un gravísimo problema de estructura, como confirma la siguiente numeralia:
De acuerdo con la OCDE, en México cerca de 8 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años ni estudian ni trabajan (léase ninis), con lo que el país se ubica en la segunda posición entre los miembros de ese organismo con mayor población juvenil inactiva. Sin embargo, oficialmente sólo se reconoce que un millón 300 mil jóvenes están en la desocupación abierta, lo que, de cualquier suerte, no es poca cosa porque ese volumen representa 56 por ciento del total de desocupados (tasa oficial) al cierre del primer trimestre de 2012. Según la misma fuente de información, México ocupa el primer lugar en porcentaje de mujeres jóvenes inactivas. La proporción de mujeres de entre 15 y 29 años que no reciben educación y que se encuentran desempleadas o no forman parte de la actividad laboral es 3.6 veces superior a la de los hombres. La mayor propensión a la inactividad entre las mujeres casi duplica a la de Brasil, y es la más alta entre los integrantes de la OCDE.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública, citados por la Cámara de Diputados, en 2010 la mayoría de jóvenes que trabajaban carecía de prestaciones de ley: sólo 35.2 por ciento tenía acceso a instituciones de salud y otras, mientras 56.7 por ciento carecía íntegramente de ellas. Paralelamente, sus ingresos se mantuvieron en niveles muy bajos, y sólo 11.7 por ciento obtenía más de cinco salarios mínimos, en tanto que 7.3 por ciento no recibía ingresos. En 2010 sólo 11 por ciento de los mexicanos de entre 20 y 29 años estaban matriculados, apenas 2 puntos porcentuales más que en 2000, lo que se compara desfavorablemente con promedios internacionales, incluso frente a países de similar desarrollo (por ejemplo, ese mismo año Chile tenía matriculado a 23 por ciento de los jóvenes, Brasil a 21 por ciento y el promedio de los países de la OCDE alcanzaba 26 por ciento.
La cobertura en educación superior de México, en comparación con países de América Latina, es baja. República Dominicana, Panamá, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú tienen una mayor cobertura educativa que México, no obstante que, si consideramos la paridad del poder adquisitivo en dólares, estos países tienen un PIB menor que el de México, apunta la Cámara de Diputados. En el ciclo escolar 2010-2011, en educación primaria se registró una tasa de deserción de 0.8 por ciento; en el nivel secundaria fue de 5.6 por ciento, y en el de educación media superior, de 14.5 por ciento. Con base en el índice de competitividad global 2010 del Foro Económico Mundial, México se situó en el lugar 120 de 139 países respecto de la calidad del sistema educativo.
La Cepal aporta: el desempleo juvenil parece ser el primero en aumentar en épocas de crisis económica y, a la vez, el último en disminuir en fases de crecimiento, lo que lo ha convertido en un núcleo especialmente duro en la cadena de reproducción de desigualdades. De acuerdo con datos de las encuestas de hogares, en 1990 la tasa de desempleo de los jóvenes de entre 15 y 24 años casi duplicaba la del conjunto de la población, una distancia que no sólo no se acortado significativamente, sino que a partir del año 2005 parece haber aumentado. Se ha demostrado con evidencias concluyentes que desde hace ya bastante tiempo el ciclo medio de la educación no opera como puente para el acceso al empleo. Esto tiene un fuerte correlato en la estabilidad de la estructura productiva y la heterogeneidad estructural.
El desempleo juvenil está muy estratificado y afecta especialmente a los sectores de menores ingresos. Es mucho más alto entre los jóvenes provenientes de hogares con menos ingresos, que entre los de los quintiles de ingresos superiores. Lo más preocupante es que la distancia que separa a los quintiles inferiores de los superiores no ha variado significativamente en los últimos 20 años. La brecha que separa a los grupos de menores ingresos de los de mayores ingresos no se ha reducido. Por el contrario, en 2009 alcanza su punto más alto. Al igual que ocurre con la población adulta, redondea la Cepal, el desempleo juvenil femenino está más estratificado que el masculino. Los datos no sólo confirman una mayor desigualdad (las pendientes de las curvas son más pronunciadas en el caso de las mujeres), sino que revelan que entre 1990 y 2009 esta tendencia se ha profundizado en mucho mayor medida entre las mujeres que entre los hombres.
Las rebanadas del pastel
Y de cereza, la denuncia del rector de la UNAM, José Narro Robles (agosto de 2010): “las condiciones actuales para la juventud en México son preocupantes y su panorama a futuro es complicado… De acuerdo con datos del Coneval, cuatro de cada cinco mexicanos de entre 12 y 29 años viven en condiciones de pobreza o vulnerabilidad. (Es) una vergüenza que haya 7.5 millones de jóvenes mexicanos que ni estudian ni trabajan, y lo que resulta aún peor es que de éstos, 6 millones son mujeres. Es necesaria una política gubernamental más contundente que considere como prioridad nacional a este sector, que es el futuro del país. Si sólo se pretende matizar las cosas, si nos planteamos un mundo color de rosa, nos vamos a equivocar de manera muy grave”. Pero al gobierno le fascina el color rosa, y a estas alturas suman ya casi 8 millones los jóvenes que ni estudian ni trabajan… Entonces, también #YoSoy132.
Problema estructural
Carlos Fernández-Vega / México SA
Días atrás los integrantes del movimiento #YoSoy132 suscribieron el siguiente pronunciamiento: México, tus hijos te decimos que somos herederos de los fraudes, crisis económicas; somos herederos del levantamiento armado zapatista, de la matanza de Acteal, de los crímenes en el estado de México. Sí, somos herederos de la indignación y rabia de niños muertos en la guardería ABC, somos Wirikuta, somos Cherán. Toda esta historia somos nosotros. Bien, pero faltó.
Herederos, sí (del movimiento social), pero principalmente víctimas de un régimen voraz y excluyente, al que los jóvenes ni le importan ni los pela (sólo en tiempos electorales y para manipular el voto) y que ha permitido, si no es que promovido, que la juventud mexicana (el futuro de la nación en el discurso oficial) sea uno de los segmentos poblacionales más golpeados y ninguneados por la política oficial, bajo la premisa de rásquense como puedan, si pueden. Entonces, la de los jóvenes no es una situación de coyuntura, como se han apresurado a difundir los voceros oficiales y oficiosos, sino un gravísimo problema de estructura, como confirma la siguiente numeralia:
De acuerdo con la OCDE, en México cerca de 8 millones de jóvenes de entre 15 y 29 años ni estudian ni trabajan (léase ninis), con lo que el país se ubica en la segunda posición entre los miembros de ese organismo con mayor población juvenil inactiva. Sin embargo, oficialmente sólo se reconoce que un millón 300 mil jóvenes están en la desocupación abierta, lo que, de cualquier suerte, no es poca cosa porque ese volumen representa 56 por ciento del total de desocupados (tasa oficial) al cierre del primer trimestre de 2012. Según la misma fuente de información, México ocupa el primer lugar en porcentaje de mujeres jóvenes inactivas. La proporción de mujeres de entre 15 y 29 años que no reciben educación y que se encuentran desempleadas o no forman parte de la actividad laboral es 3.6 veces superior a la de los hombres. La mayor propensión a la inactividad entre las mujeres casi duplica a la de Brasil, y es la más alta entre los integrantes de la OCDE.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública, citados por la Cámara de Diputados, en 2010 la mayoría de jóvenes que trabajaban carecía de prestaciones de ley: sólo 35.2 por ciento tenía acceso a instituciones de salud y otras, mientras 56.7 por ciento carecía íntegramente de ellas. Paralelamente, sus ingresos se mantuvieron en niveles muy bajos, y sólo 11.7 por ciento obtenía más de cinco salarios mínimos, en tanto que 7.3 por ciento no recibía ingresos. En 2010 sólo 11 por ciento de los mexicanos de entre 20 y 29 años estaban matriculados, apenas 2 puntos porcentuales más que en 2000, lo que se compara desfavorablemente con promedios internacionales, incluso frente a países de similar desarrollo (por ejemplo, ese mismo año Chile tenía matriculado a 23 por ciento de los jóvenes, Brasil a 21 por ciento y el promedio de los países de la OCDE alcanzaba 26 por ciento.
La cobertura en educación superior de México, en comparación con países de América Latina, es baja. República Dominicana, Panamá, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador y Perú tienen una mayor cobertura educativa que México, no obstante que, si consideramos la paridad del poder adquisitivo en dólares, estos países tienen un PIB menor que el de México, apunta la Cámara de Diputados. En el ciclo escolar 2010-2011, en educación primaria se registró una tasa de deserción de 0.8 por ciento; en el nivel secundaria fue de 5.6 por ciento, y en el de educación media superior, de 14.5 por ciento. Con base en el índice de competitividad global 2010 del Foro Económico Mundial, México se situó en el lugar 120 de 139 países respecto de la calidad del sistema educativo.
La Cepal aporta: el desempleo juvenil parece ser el primero en aumentar en épocas de crisis económica y, a la vez, el último en disminuir en fases de crecimiento, lo que lo ha convertido en un núcleo especialmente duro en la cadena de reproducción de desigualdades. De acuerdo con datos de las encuestas de hogares, en 1990 la tasa de desempleo de los jóvenes de entre 15 y 24 años casi duplicaba la del conjunto de la población, una distancia que no sólo no se acortado significativamente, sino que a partir del año 2005 parece haber aumentado. Se ha demostrado con evidencias concluyentes que desde hace ya bastante tiempo el ciclo medio de la educación no opera como puente para el acceso al empleo. Esto tiene un fuerte correlato en la estabilidad de la estructura productiva y la heterogeneidad estructural.
El desempleo juvenil está muy estratificado y afecta especialmente a los sectores de menores ingresos. Es mucho más alto entre los jóvenes provenientes de hogares con menos ingresos, que entre los de los quintiles de ingresos superiores. Lo más preocupante es que la distancia que separa a los quintiles inferiores de los superiores no ha variado significativamente en los últimos 20 años. La brecha que separa a los grupos de menores ingresos de los de mayores ingresos no se ha reducido. Por el contrario, en 2009 alcanza su punto más alto. Al igual que ocurre con la población adulta, redondea la Cepal, el desempleo juvenil femenino está más estratificado que el masculino. Los datos no sólo confirman una mayor desigualdad (las pendientes de las curvas son más pronunciadas en el caso de las mujeres), sino que revelan que entre 1990 y 2009 esta tendencia se ha profundizado en mucho mayor medida entre las mujeres que entre los hombres.
Las rebanadas del pastel
Y de cereza, la denuncia del rector de la UNAM, José Narro Robles (agosto de 2010): “las condiciones actuales para la juventud en México son preocupantes y su panorama a futuro es complicado… De acuerdo con datos del Coneval, cuatro de cada cinco mexicanos de entre 12 y 29 años viven en condiciones de pobreza o vulnerabilidad. (Es) una vergüenza que haya 7.5 millones de jóvenes mexicanos que ni estudian ni trabajan, y lo que resulta aún peor es que de éstos, 6 millones son mujeres. Es necesaria una política gubernamental más contundente que considere como prioridad nacional a este sector, que es el futuro del país. Si sólo se pretende matizar las cosas, si nos planteamos un mundo color de rosa, nos vamos a equivocar de manera muy grave”. Pero al gobierno le fascina el color rosa, y a estas alturas suman ya casi 8 millones los jóvenes que ni estudian ni trabajan… Entonces, también #YoSoy132.
Comentarios