EPN y un cáncer llamado PRI

Jesusa Cervantes

A dos semanas de las elecciones presidenciales, al candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, le siguen saliendo “tumores del cáncer” en que se convirtió su partido.

Peña Nieto y el PRI no paran en escándalos, ya sea mediáticos o por denuncias, que vinculan a sus “distinguidos” militantes, incluso de aquellos que formaban parte del Consejo Político Nacional, órgano máximo de deliberación de este partido.

Por el caso Humberto Moreira, quien endeudó a Coahuila durante su paso como gobernador, Peña Nieto hubo de removerlo como presidente nacional del PRI.

Y a Tomás Yarrington, exgobernador de Tamaulipas y vinculado por autoridades de Estados Unidos y de México con el crimen organizado, de plano se le tuvo que suspender en su militancia.

Todavía no acababan Peña Nieto y su equipo de campaña de digerir estas revelaciones y acusaciones, cuando llegó el caso de otro exgobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, a quien también se relaciona con el crimen organizado. De plano la dirigencia nacional y el PRI ya ni abrieron la boca sobre este caso, pues se empalmó con el de Yarrington.

Y por si fuera poco, recién apareció el ya famoso Pancho Colorado, un empresario originario de Poza Rica, Veracruz, hijo de un prominente notario y familia acaudalada, a quien la agencia antidrogas (DEA, por sus siglas en inglés) señaló de ser el lavador del cártel de Los Zeta, y el que un par de días después decidió entregarse a las autoridades estadunidenses.

Rápidamente surgieron como hongos fotografías del empresario de Los Zetas con el exgobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán. Y de nuevo, el PRI y Peña Nieto se apresuraron a deslindarse, a cortarse un tumor más del cáncer.

La semana que termina, por si no bastaran los escándalos para el candidato priista, y a sólo un par de semanas de la elección presidencial, un empresario mexicano-estadunidense, José Luis Ponce de Aquino, reveló toda una estrategia para promover la figura de Peña Nieto en la Unión Americana por la exorbitante cantidad de 56 millones de dólares.

Y este último escándalo sí que movió el tapete a los priistas.

Tan nerviosos se pusieron que convocaron de inmediato a rueda de prensa, en donde estuvo el hombre fuerte de Peña Nieto, su jefe de campaña, Luis Videgaray. Bueno, ni las acusaciones contra exgobernadores priistas por sus posibles vínculos con el narcotráfico generaron una conferencia de esta magnitud.

Dicen los que están enterados de lo que ocurre al interior del PRI que Roberto Calleja, vocero del PRI, está preocupado y que incluso la cantidad no es nada descabellada pues, a cambio de varios fajos de dinero, fue censurada en México la entrevista que Peña Nieto dio al periodista de Univisión, Jorge Ramos, en donde el candidato presidencial tartamudea y no atina a dar una respuesta inmediata sobre las causas de la muerte de su esposa Mónica Pretelini.

La citada entrevista se transmitió únicamente en Estados Unidos y en Puerto Rico, pero en México jamás; la gente del PRI habla de millones de dólares pagados a la empresa, no al periodista. Tampoco debe olvidarse que Televisa es dueña de 12% de las acciones de Univisión.

Así las cosas, Peña Nieto y su partido llegarán al proceso electoral el 1 de julio mutilados, desprestigiados, señalados y bastante desgastados.

Y bueno, por si fuera poco, cada día cobra fuerza el fantasma de #YoSoy132, que no ceja en sus señalamientos anti-Peña ni en sus movilizaciones.

Sólo que aguardar qué otros escándalos contra el equipo de campaña de Peña Nieto o del PRI se detonan esta semana…

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