Alfredo Jalife-Rahme / Bajo la Lupa
Para entender la flagrante disparidad de las encuestas en México, un conductor amigo mío de altos vuelos en Estados Unidos me recomendó el libro Los hacedores de opinión: un íntimo expone la verdad detrás de las encuestas (Bacon Press; Boston, 2008), de David W. Moore, ex vice-presidente de Gallup. Consulta: es.scribd.com/doc/29512248/David-W-Moore-Opinion-Makers
Según el autor, los encuestadores no (in)forman opinión pública, sino que la fabrican á la carte.
Herbert Mitgang alabó a Moore en The New York Times como un “intrépido (crusa- der) académico”.
Moore fue vicepresidente de la matriz y editor en jefe de la filial de sondeos Gallup, prominente becario del Instituto Carsey de la Universidad de Nueva Hampshire, profesor de ciencias políticas y fundador del Centro Survey. Su blog es Skeptical Pollster.com.
Otros dos libros recomendables del autor son Cómo robar una elección” –que delata la colusión de Fox Network con el fraude electoral de Baby Bush– y Los superencuestadores: cómo miden y manipulan a la opinión pública en EU.
A su juicio, los multimedia dominan la industria (sic) de las encuestas y los super-encuestadores se han erigido en los nuevos gurús de la sique estadunidense.
En su prólogo Encuestadores en la picota, comenta que “acepta el principio de que los sondeos pueden medir la opinión publica, pero sólo si dicen la verdad sobre el público. (…) No la dicen; al contrario, dan lecturas distorsionadas”.
Organización Gallup cuenta con 40 oficinas en 27 países; su centro global de operaciones es Washington (el centro operativo se encuentra en Omaha) y consta de cuatro divisiones: sondeos, consulta, universidad y prensa; su mandamás es Jim Clifton.
Sondeos maneja encuestas en más de 140 países y es considerado en los multimedia de EU confiable y objetivo en las mediciones de la opinión pública.
A juicio de Moore, es más que coincidencia que los resultados de las encuestas se conformen con los deseos de las organizaciones que las patrocinan (sic). Algo así como: dime quién te apadrina y te adelanto el resultado del sondeo.
Los encuestadores (de EU) engañan (¡supersic!) y ponen en peligro de muerte (sic) el proceso democrático cuando sus críticos, cada vez más indignados –que en México se subsumen en el maravilloso movimiento regenerativo #YoSoy132–, fustigan el favoritismo partidista de la aplastante mayoría de los multimedia, tolerada por el sistema políticamente correcto (mainstream media), lo cual produce un sesgo en favor del poder reinante que las encuestas legitiman al proveerle el falso sello de la aprobación pública.
El empleo de preguntas forzadas (y subliminalmente condicionadas) lleva a respuestas obligadas (opinión medida frente a la opinión considerada).
Juzga que una mirada a los cuestionarios exhibe lo fácil que es configurar los hallazgos en opuestos espejo y fulmina que los números de las encuestadoras mienten (¡supersic!).
Que conste que habla de las supuestamente impolutas encuestadoras de EU, no de las putrefactas de aquí, que no resisten un análisis riguroso y que el disfuncional IFE ha dejado desinformar y proliferar deliberadamente para favorecer los intereses del poder imperante.
Exhuma errores metodológicos espeluznantes. El problema intrínseco radica en la metodología tramposa (en EU; aquí ni perder el tiempo, porque ni a metodología llegan) al no diferenciar entre quienes expresan opiniones arraigadas y quienes ni siquiera saben del tema, lo cual conduce a respuestas condicionadas en corsés indagatorios que distorsionan la genuina opinión pública, que brindan involuntariamente legitimidad al poder reinante pero que, en última instancia, dañan el proceso democrático y damnifican el anhelo ciudadano.
Ultrajado, Moore condena a la hoguera a los periodistas de EU (Paul Craig Roberts, anterior alto funcionario del gobierno de Reagan, los tilda de press-titutes; algo ha de saber), quienes conocen los defectos de las encuestas pero se hacen de la vista gorda porque les conviene el morbo mercadotécnico para polarizar grupos bruscamente divididos y reacciones extremas. ¿Será?
Indefenso ante los latrocinios a la verdad y sus atentados masivos a la inteligencia nacional, el ingenio popular en México denigra a las encuestadoras locales: desde MITO-fsky (vinculada a @TelevisaMex), pasando por Cuesta- servidores hasta Para mi Tía (Parametría), que cotizan al mejor postor, debido a sus sesgos, inconsistencias y la imposición totalitaria de sus fétidos resultados a una opinión pública desinformada deliberadamente e insuficientemente letrada.
Desmenuza el mito del apoyo popular a la invasión de Irak (capítulo 1) hasta el montaje de los tempranos punteros presidenciales seleccionados, no por los votantes, sino por los encuestadores, llegando hasta ocultar el voto galopante (sic) de los indecisos (¡supersic!). Algún parecido con México y @TelevisaMex es imaginario.
Expone las tácticas de los encuestadores y exhibe la razón por la cual los sondeos públicos son casi siempre erróneos. ¡Órale! Y yo que creía a pie juntillas en lo sacrosanto de la rigurosa metodología y sus hallazgos irrefutables. Siempre se aprende.
En síntesis: las encuestadoras no monitorean el pulso de la democracia, por lo que es imperativa su reforma (en EU, por supuesto).
En cuanto a México, el caso es doblemente grave, ya que, más allá de la intensa polémica nacional que ha desatado la disparidad flagrante de las encuestas, lo cual ha alcanzado las entrañas de las universidades privadas y públicas, como tema transcendental para la libertad y la democracia, el supuesto árbitro, el IFE –que ha escalado niveles de adefesio que urge desinfectar y reducir a su justa dimensión, cuyos líos frecuentes no pocas veces acaban en la judicialización del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo cual pone en entredicho su validez primigenia– ha sufrido dos estigmas indelebles que infectan la democracia á la mexicaine, mediante el cual pretende reciclarse el totalitarismo orwelliano imperante á la soviétique: 1. El hurto extraño del software del IFE en la etapa aciaga de José Woldenberg Karakowsky (Ver: MexicoLegal.com, 5/10/09; La Lupa Política; 7/3/08; alfredojalife.com Exclusivas Hexapolar, 15/11/10).
El software hurtado apareció luego en ChoicePoint/FBI/ Pentágono/Jeb Bush (Greg Palast, 12/05/03, 12 y 17/05/06; 14/07/06; ICH, 13/08/03; The Guardian, 05/05/03 y 03/07/ 06; USAToday.com, 01/09/03) y hasta con los contrabandistas de Tepito. 2. La cibermanipulación de Hildebrando (cuñado de Calderón) y de Luis Carlos Ugalde Ramírez: vinculado trianguladamente con la muy mancillada encuestadora GEA-Isa –cuyo director, luego de consumada su felonía, fue premiado con la dirección del Cisen (¡Uf !)–, a través de su anterior mandamás en la embajada de México en EU, Jesús Reyes Heroles GG, perteneciente al invisible Grupo Tuxpan (de Roberto Hernández Ramírez, accionista estelar de Citi/Banamex y @TelevisaMex).
Según el investigador británico Greg Palast, ¡ChoicePoint es la KGB privada de FBI, el Pentágono y el nepotismo bushiano!
¡Viva el Soviet democrático de @TelevisaMex/MITO-fsky/GEA-Isa!
Para entender la flagrante disparidad de las encuestas en México, un conductor amigo mío de altos vuelos en Estados Unidos me recomendó el libro Los hacedores de opinión: un íntimo expone la verdad detrás de las encuestas (Bacon Press; Boston, 2008), de David W. Moore, ex vice-presidente de Gallup. Consulta: es.scribd.com/doc/29512248/David-W-Moore-Opinion-Makers
Según el autor, los encuestadores no (in)forman opinión pública, sino que la fabrican á la carte.
Herbert Mitgang alabó a Moore en The New York Times como un “intrépido (crusa- der) académico”.
Moore fue vicepresidente de la matriz y editor en jefe de la filial de sondeos Gallup, prominente becario del Instituto Carsey de la Universidad de Nueva Hampshire, profesor de ciencias políticas y fundador del Centro Survey. Su blog es Skeptical Pollster.com.
Otros dos libros recomendables del autor son Cómo robar una elección” –que delata la colusión de Fox Network con el fraude electoral de Baby Bush– y Los superencuestadores: cómo miden y manipulan a la opinión pública en EU.
A su juicio, los multimedia dominan la industria (sic) de las encuestas y los super-encuestadores se han erigido en los nuevos gurús de la sique estadunidense.
En su prólogo Encuestadores en la picota, comenta que “acepta el principio de que los sondeos pueden medir la opinión publica, pero sólo si dicen la verdad sobre el público. (…) No la dicen; al contrario, dan lecturas distorsionadas”.
Organización Gallup cuenta con 40 oficinas en 27 países; su centro global de operaciones es Washington (el centro operativo se encuentra en Omaha) y consta de cuatro divisiones: sondeos, consulta, universidad y prensa; su mandamás es Jim Clifton.
Sondeos maneja encuestas en más de 140 países y es considerado en los multimedia de EU confiable y objetivo en las mediciones de la opinión pública.
A juicio de Moore, es más que coincidencia que los resultados de las encuestas se conformen con los deseos de las organizaciones que las patrocinan (sic). Algo así como: dime quién te apadrina y te adelanto el resultado del sondeo.
Los encuestadores (de EU) engañan (¡supersic!) y ponen en peligro de muerte (sic) el proceso democrático cuando sus críticos, cada vez más indignados –que en México se subsumen en el maravilloso movimiento regenerativo #YoSoy132–, fustigan el favoritismo partidista de la aplastante mayoría de los multimedia, tolerada por el sistema políticamente correcto (mainstream media), lo cual produce un sesgo en favor del poder reinante que las encuestas legitiman al proveerle el falso sello de la aprobación pública.
El empleo de preguntas forzadas (y subliminalmente condicionadas) lleva a respuestas obligadas (opinión medida frente a la opinión considerada).
Juzga que una mirada a los cuestionarios exhibe lo fácil que es configurar los hallazgos en opuestos espejo y fulmina que los números de las encuestadoras mienten (¡supersic!).
Que conste que habla de las supuestamente impolutas encuestadoras de EU, no de las putrefactas de aquí, que no resisten un análisis riguroso y que el disfuncional IFE ha dejado desinformar y proliferar deliberadamente para favorecer los intereses del poder imperante.
Exhuma errores metodológicos espeluznantes. El problema intrínseco radica en la metodología tramposa (en EU; aquí ni perder el tiempo, porque ni a metodología llegan) al no diferenciar entre quienes expresan opiniones arraigadas y quienes ni siquiera saben del tema, lo cual conduce a respuestas condicionadas en corsés indagatorios que distorsionan la genuina opinión pública, que brindan involuntariamente legitimidad al poder reinante pero que, en última instancia, dañan el proceso democrático y damnifican el anhelo ciudadano.
Ultrajado, Moore condena a la hoguera a los periodistas de EU (Paul Craig Roberts, anterior alto funcionario del gobierno de Reagan, los tilda de press-titutes; algo ha de saber), quienes conocen los defectos de las encuestas pero se hacen de la vista gorda porque les conviene el morbo mercadotécnico para polarizar grupos bruscamente divididos y reacciones extremas. ¿Será?
Indefenso ante los latrocinios a la verdad y sus atentados masivos a la inteligencia nacional, el ingenio popular en México denigra a las encuestadoras locales: desde MITO-fsky (vinculada a @TelevisaMex), pasando por Cuesta- servidores hasta Para mi Tía (Parametría), que cotizan al mejor postor, debido a sus sesgos, inconsistencias y la imposición totalitaria de sus fétidos resultados a una opinión pública desinformada deliberadamente e insuficientemente letrada.
Desmenuza el mito del apoyo popular a la invasión de Irak (capítulo 1) hasta el montaje de los tempranos punteros presidenciales seleccionados, no por los votantes, sino por los encuestadores, llegando hasta ocultar el voto galopante (sic) de los indecisos (¡supersic!). Algún parecido con México y @TelevisaMex es imaginario.
Expone las tácticas de los encuestadores y exhibe la razón por la cual los sondeos públicos son casi siempre erróneos. ¡Órale! Y yo que creía a pie juntillas en lo sacrosanto de la rigurosa metodología y sus hallazgos irrefutables. Siempre se aprende.
En síntesis: las encuestadoras no monitorean el pulso de la democracia, por lo que es imperativa su reforma (en EU, por supuesto).
En cuanto a México, el caso es doblemente grave, ya que, más allá de la intensa polémica nacional que ha desatado la disparidad flagrante de las encuestas, lo cual ha alcanzado las entrañas de las universidades privadas y públicas, como tema transcendental para la libertad y la democracia, el supuesto árbitro, el IFE –que ha escalado niveles de adefesio que urge desinfectar y reducir a su justa dimensión, cuyos líos frecuentes no pocas veces acaban en la judicialización del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lo cual pone en entredicho su validez primigenia– ha sufrido dos estigmas indelebles que infectan la democracia á la mexicaine, mediante el cual pretende reciclarse el totalitarismo orwelliano imperante á la soviétique: 1. El hurto extraño del software del IFE en la etapa aciaga de José Woldenberg Karakowsky (Ver: MexicoLegal.com, 5/10/09; La Lupa Política; 7/3/08; alfredojalife.com Exclusivas Hexapolar, 15/11/10).
El software hurtado apareció luego en ChoicePoint/FBI/ Pentágono/Jeb Bush (Greg Palast, 12/05/03, 12 y 17/05/06; 14/07/06; ICH, 13/08/03; The Guardian, 05/05/03 y 03/07/ 06; USAToday.com, 01/09/03) y hasta con los contrabandistas de Tepito. 2. La cibermanipulación de Hildebrando (cuñado de Calderón) y de Luis Carlos Ugalde Ramírez: vinculado trianguladamente con la muy mancillada encuestadora GEA-Isa –cuyo director, luego de consumada su felonía, fue premiado con la dirección del Cisen (¡Uf !)–, a través de su anterior mandamás en la embajada de México en EU, Jesús Reyes Heroles GG, perteneciente al invisible Grupo Tuxpan (de Roberto Hernández Ramírez, accionista estelar de Citi/Banamex y @TelevisaMex).
Según el investigador británico Greg Palast, ¡ChoicePoint es la KGB privada de FBI, el Pentágono y el nepotismo bushiano!
¡Viva el Soviet democrático de @TelevisaMex/MITO-fsky/GEA-Isa!
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