Francisco Garfias
René Drucker se olvidó momentáneamente de su pequeña dosis de ciencia y entró de lleno en la grilla. Se acababa de enterar del rechazo de Peña Nieto al debate convocado por el movimiento #YoSoy132.
El conocido científico no concibe que alguien que quiere ser Presidente de la República le saque al debate con los chavos, aun si éste se perfila en un ambiente hostil para el priista. Alega que es en estas situaciones donde se conocen los tamaños de un candidato. Ir con los jóvenes del movimiento es una oportunidad de convencer, de abrirse, de demostrar de qué está hecho.
Drucker está propuesto como secretario de Ciencia en el gabinete de López Obrador, en caso de triunfo del candidato de las izquierdas. Su posición quizá no sea imparcial, pero mueve a la reflexión.
El candidato del PRI ha dado sobradas pruebas de que no le gusta asumir riesgos. Evita lugares y situaciones incómodas.
El científico escuchó en la radio la noticia en voz de Luis Videgaray. No conocía todavía la declaración del candidato del PRI en la que explicó que su decisión de no asistir a ese debate —que ya aceptaron Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador— obedece a que la convocatoria “no genera condiciones de imparcialidad, porque es un movimiento antiPeña”. Nunca más cierto eso de “administrar la ventaja”, aun si ya no es tan amplia.
No parece que la entrevista en Tercer Grado le vaya a ayudar mucho a AMLO. No le fue mal, pero le pudo ir mucho mejor. En sus respuestas reaparecieron los lugares comunes, las generalidades, el espíritu mesiánico. “Soy el líder que México necesita”, llegó a decir.
Citó a Monsiváis para señalar que desde la época de Francisco
I. Madero, hace más de un siglo, él es el político más denostado.
A López Obrador lo maltrataron y maltrató. Algunos de sus interlocutores recurrieron a la burla, a la carcajada hiriente.
Él los puso a todos como porristas de Peña Nieto. “La casa juega”, soltó. Brincó Denis Maerker. Brincó Brozo.
El Peje fue particularmente rudo con Carlos Loret de Mola. El titular de Primero Noticias lo hizo enojar. Le tocó las fibras cuando dijo que René Bejarano opera actualmente para él. De calumniador y difamador no lo bajó. “¡Si tienes pruebas, preséntalas!”, retó.
Pruebas sobran de que Bejarano y su esposa, Dolores Padierna, trabajan en la promoción de voto de López Obrador.
Los periodistas intentaron sacarle al tabasqueño el compromiso de que respetará los resultados que dé a conocer el IFE la noche del primero de julio. No hubo modo.
¿Quien será el árbitro de la contienda? “El pueblo”.
Me suena, me suena.
Hay quien piensa que a López Obrador le fue muy bien en el programa. Es normal. Juegan con él. “Fue 100 a cero”, exageró el buen Porfirio Muñoz Ledo. Según el diputado del PT, quedó demostrado que López Obrador se metió “en una cueva de lobos”.
“Su apoyo es vox pópuli. Su coincidencia con el movimiento #YoSoy132 es el rechazo a la imposición de Peña por la televisión”, nos dijo el polémico, pero reconocido político.
En opinión de Porfirio, lo más importante que ocurrió en Tercer Grado es la propuesta del Peje de ir hacia un pacto nacional que ayude al país a estabilizarse. “Está roto el pacto social, está roto el pacto político, está roto el pacto económico”, nos dijo.
Hasta la mesa de Porfirio, quien comía en el restaurante Pajares, llegamos Rubén Beltrán, coordinador de Relaciones Exteriores en la campaña de Josefina, otrora subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina y el Caribe, y este reportero. Ellos se saludaron cordialmente. Se conocen bien, se estiman. Sus diferencias políticas no obstaculizan la relación. Hablaron de lo que se viene en la cancillería. Sacaron su bola de cristal. Hicieron escenarios. Si gana Peña “el bueno es Juan José Bremer”, vaticinó Muñoz Ledo. Beltrán dijo que entre los priistas se manejan también los nombres de Beatriz Paredes, Jorge Montaño, Emilio Lozoya y hasta Pedro Aspe. El del Peje sería Jorge Eduardo Navarrete. ¿Y el de Josefina? ¿Beltrán?
El ánimo regresó a la casa de campaña de la candidata del PAN. Los días malos quedaron atrás. En la Universidad Iberoamericana le fue bien. Salió por la puerta principal y entre gritos de “¡presidenta! ¡presidenta!” Otra buena. En la encuesta de Ulises Beltrán, publicada en Excélsior, aparece empatada con Andrés Manuel López Obrador, con 28 por ciento de las preferencias electorales. Peña los aventaja con 14 puntos.
“Son los mismos números que traemos nosotros”, nos dijo Juan Ignacio Zavala, nuevo vocero de la campaña de la panista. Sus palabras nos confirmaron que fue como un tanque de oxígeno para el equipo de Josefina.
Los josefinos están concentradísimos en preparar el debate. Ayer estuvieron encerrados un buen rato. Le tienen mucha fe a ese ejercicio. Sparrings no le faltan a la candidata.
Zavala, además de sus nuevas funciones como vocero de la campaña, la hace de López Obrador en los ensayos. Roberto Gil y Miguel Székely se alternan el papel de Peña Nieto. Guillermo Anaya protagoniza a Gabriel Quadri.
René Drucker se olvidó momentáneamente de su pequeña dosis de ciencia y entró de lleno en la grilla. Se acababa de enterar del rechazo de Peña Nieto al debate convocado por el movimiento #YoSoy132.
El conocido científico no concibe que alguien que quiere ser Presidente de la República le saque al debate con los chavos, aun si éste se perfila en un ambiente hostil para el priista. Alega que es en estas situaciones donde se conocen los tamaños de un candidato. Ir con los jóvenes del movimiento es una oportunidad de convencer, de abrirse, de demostrar de qué está hecho.
Drucker está propuesto como secretario de Ciencia en el gabinete de López Obrador, en caso de triunfo del candidato de las izquierdas. Su posición quizá no sea imparcial, pero mueve a la reflexión.
El candidato del PRI ha dado sobradas pruebas de que no le gusta asumir riesgos. Evita lugares y situaciones incómodas.
El científico escuchó en la radio la noticia en voz de Luis Videgaray. No conocía todavía la declaración del candidato del PRI en la que explicó que su decisión de no asistir a ese debate —que ya aceptaron Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador— obedece a que la convocatoria “no genera condiciones de imparcialidad, porque es un movimiento antiPeña”. Nunca más cierto eso de “administrar la ventaja”, aun si ya no es tan amplia.
No parece que la entrevista en Tercer Grado le vaya a ayudar mucho a AMLO. No le fue mal, pero le pudo ir mucho mejor. En sus respuestas reaparecieron los lugares comunes, las generalidades, el espíritu mesiánico. “Soy el líder que México necesita”, llegó a decir.
Citó a Monsiváis para señalar que desde la época de Francisco
I. Madero, hace más de un siglo, él es el político más denostado.
A López Obrador lo maltrataron y maltrató. Algunos de sus interlocutores recurrieron a la burla, a la carcajada hiriente.
Él los puso a todos como porristas de Peña Nieto. “La casa juega”, soltó. Brincó Denis Maerker. Brincó Brozo.
El Peje fue particularmente rudo con Carlos Loret de Mola. El titular de Primero Noticias lo hizo enojar. Le tocó las fibras cuando dijo que René Bejarano opera actualmente para él. De calumniador y difamador no lo bajó. “¡Si tienes pruebas, preséntalas!”, retó.
Pruebas sobran de que Bejarano y su esposa, Dolores Padierna, trabajan en la promoción de voto de López Obrador.
Los periodistas intentaron sacarle al tabasqueño el compromiso de que respetará los resultados que dé a conocer el IFE la noche del primero de julio. No hubo modo.
¿Quien será el árbitro de la contienda? “El pueblo”.
Me suena, me suena.
Hay quien piensa que a López Obrador le fue muy bien en el programa. Es normal. Juegan con él. “Fue 100 a cero”, exageró el buen Porfirio Muñoz Ledo. Según el diputado del PT, quedó demostrado que López Obrador se metió “en una cueva de lobos”.
“Su apoyo es vox pópuli. Su coincidencia con el movimiento #YoSoy132 es el rechazo a la imposición de Peña por la televisión”, nos dijo el polémico, pero reconocido político.
En opinión de Porfirio, lo más importante que ocurrió en Tercer Grado es la propuesta del Peje de ir hacia un pacto nacional que ayude al país a estabilizarse. “Está roto el pacto social, está roto el pacto político, está roto el pacto económico”, nos dijo.
Hasta la mesa de Porfirio, quien comía en el restaurante Pajares, llegamos Rubén Beltrán, coordinador de Relaciones Exteriores en la campaña de Josefina, otrora subsecretario de Relaciones Exteriores para América Latina y el Caribe, y este reportero. Ellos se saludaron cordialmente. Se conocen bien, se estiman. Sus diferencias políticas no obstaculizan la relación. Hablaron de lo que se viene en la cancillería. Sacaron su bola de cristal. Hicieron escenarios. Si gana Peña “el bueno es Juan José Bremer”, vaticinó Muñoz Ledo. Beltrán dijo que entre los priistas se manejan también los nombres de Beatriz Paredes, Jorge Montaño, Emilio Lozoya y hasta Pedro Aspe. El del Peje sería Jorge Eduardo Navarrete. ¿Y el de Josefina? ¿Beltrán?
El ánimo regresó a la casa de campaña de la candidata del PAN. Los días malos quedaron atrás. En la Universidad Iberoamericana le fue bien. Salió por la puerta principal y entre gritos de “¡presidenta! ¡presidenta!” Otra buena. En la encuesta de Ulises Beltrán, publicada en Excélsior, aparece empatada con Andrés Manuel López Obrador, con 28 por ciento de las preferencias electorales. Peña los aventaja con 14 puntos.
“Son los mismos números que traemos nosotros”, nos dijo Juan Ignacio Zavala, nuevo vocero de la campaña de la panista. Sus palabras nos confirmaron que fue como un tanque de oxígeno para el equipo de Josefina.
Los josefinos están concentradísimos en preparar el debate. Ayer estuvieron encerrados un buen rato. Le tienen mucha fe a ese ejercicio. Sparrings no le faltan a la candidata.
Zavala, además de sus nuevas funciones como vocero de la campaña, la hace de López Obrador en los ensayos. Roberto Gil y Miguel Székely se alternan el papel de Peña Nieto. Guillermo Anaya protagoniza a Gabriel Quadri.
Comentarios