Duarte: Tonto útil de los cárteles

Lydia Cacho

Una fuente cercana al gabinete de Fidel Herrera cuenta que durante una reunión con líderes del PRI en el proceso para elegir al sucesor del gobernador de Veracruz, y ante las dudas sobre la falta de habilidades y oficio de Javier Duarte, Herrera les dijo a los presentes que estuvieran tranquilos, porque Duarte no se metería con nadie y no representaba un peligro. Efectivamente Herrera, como hizo Félix González Canto en Quintana Roo, eligió como sucesor a un joven inexperto, soberbio y sin oficio político con la finalidad de mantener el control del estado.

Ya lo dijeron fuentes de la Marina y el Ejército: Duarte es incapaz de gobernar, carece de las capacidades necesarias para evaluar los riesgos en su estado y desde hace al menos seis meses abdicó a gobernar, cediendo toda la responsabilidad a las fuerzas armadas y al gobierno federal. Es por ello que se ha dedicado afanosamente a invertir una buena parte del presupuesto en comprar publicidad y en pagar asesoría de algunos periodistas nacionales que por una jugosa suma le organizan foros sobre violencia contra periodistas y sobre turismo. La gran preocupación de Duarte en este momento consiste en descubrir nueva estrategias mediáticas para ocultar la gravedad de lo que sucede en su estado.

Fidel Herrera ha bajado su perfil por las investigaciones abiertas en su contra en los Estados Unidos, mientras que en Veracruz se rompió el pacto entre el Zeta 40 y Gilberto Arias, líder del Cártel del Golfo. Ambos grupos han roto también acuerdos con los ex funcionarios de Fidel Herrera que desde las instancias gubernamentales mantenían dividido el territorio para beneficio de las dos organizaciones criminales y en detrimento de toda la población. Así aquello, policías municipales y Policías Federales que trabajaban bajo el pacto de ambos cárteles son perseguidos por uno y otro bando, e interrogados para que se definan con quién se quedan: con los zetas o con el Golfo. De allí que Duarte haya ordenado ocultar a los medios la reciente aparición de diez cadáveres en Tuxpan, o los degollados en Jalapa. El gobernador conoce bien los ajustes de cuentas, pero también sabe que el Cártel del Golfo cuenta con una mejor infraestructura y con alianzas de mejor nivel. Mientras los Zetas cooptan a gente de bajos niveles, sicarios y halcones jóvenes a quienes consideran desechables, varios ex funcionarios de Herrera ahora obedecen a la gente de Gilberto Arias. En la medida en que la delincuencia organizada se apodera de regiones completas del estado con la ayuda de policías municipales, de burócratas, policías federales y algunos militares corruptos, Duarte se lava la cara ocultando su ineficacia y parálisis como gobernador.

Está claro que no debemos esperar absolutamente nada de los grupos de delincuencia organizada, ellos están fuera de la ley, sin embargo el gobernador sí tiene una deuda inmensa con la sociedad veracruzana, él fue elegido (aunque fuese impuesto por Herrera) asumió la responsabilidad pública y a estas alturas no le queda sino renunciar. Porque no es otra cosa que un tonto útil a los cárteles. Duarte, como Medina en Nuevo león, son la peor especie de cómplices de la delincuencia organizada. Junto con ellos no podemos ignorar el vergonzoso papel que juegan algunos periodistas con gran poder en medios nacionales para lavar la sangre de las manos de este creciente grupo de jóvenes gobernadores incapaces, débiles, ignorantes, carentes de oficio y profundamente irresponsables que creyeron que gobernar era entrar a llenarse los bolsillos y favorecer a los amigos con jugosos contratos gubernamentales como sus antecesores. Gobernantes que dieron por sentado que los cárteles son parte del paisaje local.

Con esta nueva generación de gobernadores se revela otra especie de buitres fortalecidos: los medios corruptos, vendidos al mejor postor que juegan un doble papel en el que quedamos atrapadas, atrapados, quienes creemos que el periodismo es una profesión digna y que nuestra responsabilidad es para con la sociedad y no para proteger al poder o vivir de él. Por un periodista que se vende, otra, otro que no lo hace puede perder la vida.

Si algo le debemos a las y los jóvenes del 132 es recordarnos que este país necesita una limpieza de fondo en todos los niveles incluidos los medios, que todas las y los periodistas no podemos, ni debemos fingir que no nos toca tomar partido con la verdad, aunque nos cueste el trabajo o la exclusión de las élites.

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