Otto Schober / La Línea del Tiempo
El 3 de mayo pasado se conmemoró a nivel mundial el Día de la Libertad de Prensa, establecido en 1993 por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas y tuvo su origen en la conferencia general que en 1991, concluyó que una prensa libre, pluralista e independiente era componente esencial de toda sociedad democrática.
Se escogió el 3 de mayo, aunque en México la celebración oficial es el 7 de junio, en conmemoración de la llamada declaración de Windhoek sobre la promoción de una prensa africana independiente y pluralista. Como se sabe, una de las más recientes luchas contra el racismo y por los derechos humanos se dio precisamente en Namibia.
El día de la libertad de Expresión ha servido de marco para homenajear y reconocer al gremio de los periodistas, los profesionales de la información, al ser humano que ejerce el privilegio de expresar lo que piensa a través de la prensa escrita, el periodismo radiofónico o televisivo.
Una libertad de expresión que en épocas recientes ha sido atropellada con el asesinato de periodistas prestigiados, sólo porque mencionaron la verdad, una verdad que resultó dolorosa para terceros que se creyeron afectados, pero verdad al fin.
La libertad de expresión ha ido creciendo a medida que se extiende la manera de difundirlas, teniendo a la fecha una gran penetración, gran fuerza e influencia, una influencia que se ejerce con derecho y con respeto; con honestidad y eficiencia, con el único y simple objetivo de informar con veracidad, orientando a los lectores, oyentes o espectadores, contribuyendo a formar la opinión pública.
En la actualidad, la libertad de expresión ha llegado a niveles inimaginables, donde destaca que la figura presidencial puede ser tocada, criticada y señalada sin que se tome como falta de respeto hacia el Poder Ejecutivo, llegando a extremos insospechados, llegando al extremo de hacerle protagonista de un sinnúmero de parodias que causan hilaridad del ciudadano común.
Y esto, tenemos que reconocerlo, no existe ningún antecedente de hacer ver hasta el ridículo, la reproducción de hechos políticos de la vida nacional, donde tiene importante papel el presidente de la República anterior y actual.
A nivel nacional destaca de entre los homenajes y reconocimientos al periodista, el Premio Nacional de Periodismo, que consiste en un cheque importante, su diploma y una medalla para cada uno de los galardonados.
En Coahuila también se reconoce la labor del periodista con la entrega del Premio Estatal de Periodismo, entregado por el gobernador del estado, Humberto Moreira Valdés, distinguiendo a quienes sobresalieron en las categorías de prensa, de radio y de televisión. Un aniversario más de la libertad de expresión, donde algo se ha avanzado, aunque predomina aún lo negativo.
El 3 de mayo pasado se conmemoró a nivel mundial el Día de la Libertad de Prensa, establecido en 1993 por la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas y tuvo su origen en la conferencia general que en 1991, concluyó que una prensa libre, pluralista e independiente era componente esencial de toda sociedad democrática.
Se escogió el 3 de mayo, aunque en México la celebración oficial es el 7 de junio, en conmemoración de la llamada declaración de Windhoek sobre la promoción de una prensa africana independiente y pluralista. Como se sabe, una de las más recientes luchas contra el racismo y por los derechos humanos se dio precisamente en Namibia.
El día de la libertad de Expresión ha servido de marco para homenajear y reconocer al gremio de los periodistas, los profesionales de la información, al ser humano que ejerce el privilegio de expresar lo que piensa a través de la prensa escrita, el periodismo radiofónico o televisivo.
Una libertad de expresión que en épocas recientes ha sido atropellada con el asesinato de periodistas prestigiados, sólo porque mencionaron la verdad, una verdad que resultó dolorosa para terceros que se creyeron afectados, pero verdad al fin.
La libertad de expresión ha ido creciendo a medida que se extiende la manera de difundirlas, teniendo a la fecha una gran penetración, gran fuerza e influencia, una influencia que se ejerce con derecho y con respeto; con honestidad y eficiencia, con el único y simple objetivo de informar con veracidad, orientando a los lectores, oyentes o espectadores, contribuyendo a formar la opinión pública.
En la actualidad, la libertad de expresión ha llegado a niveles inimaginables, donde destaca que la figura presidencial puede ser tocada, criticada y señalada sin que se tome como falta de respeto hacia el Poder Ejecutivo, llegando a extremos insospechados, llegando al extremo de hacerle protagonista de un sinnúmero de parodias que causan hilaridad del ciudadano común.
Y esto, tenemos que reconocerlo, no existe ningún antecedente de hacer ver hasta el ridículo, la reproducción de hechos políticos de la vida nacional, donde tiene importante papel el presidente de la República anterior y actual.
A nivel nacional destaca de entre los homenajes y reconocimientos al periodista, el Premio Nacional de Periodismo, que consiste en un cheque importante, su diploma y una medalla para cada uno de los galardonados.
En Coahuila también se reconoce la labor del periodista con la entrega del Premio Estatal de Periodismo, entregado por el gobernador del estado, Humberto Moreira Valdés, distinguiendo a quienes sobresalieron en las categorías de prensa, de radio y de televisión. Un aniversario más de la libertad de expresión, donde algo se ha avanzado, aunque predomina aún lo negativo.
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