Juan Pablo Duch / Corresponsal La Jornada
Decenas de miles de personas salieron hoy a la calle para pedir la dimisión del presidente Vladimir Putin, mientras éste, en pomposa ceremonia, entregaba en el Kremlin los premios de Estado en materia de cultura y ciencia, como todos los años este 12 de junio, Día de la Soberanía de Rusia.
Nada es como antes de diciembre pasado, cuando el ajuste de resultados en los comicios legislativos hizo que la clase media de las grandes ciudades de Rusia, al alzar su voz contra la intención de Putin de perpetuarse en el poder y demandar elecciones justas y limpias, deviniera de pronto parte de la oposición política.
En la lujosa sala San Jorge del Kremlin, el mandatario lanzó dura crítica a los inconformes: Para nosotros es inadmisible todo lo que debilita a Rusia, divide a la sociedad. No podemos permitir solución o paso que pudieran provocar cataclismos económicos o sociales.
Más adelante, Putin se mostró conciliador y afirmó que, ahora, es importante escuchar y respetar unos a otros, buscar la comprensión recíproca y hallar fórmulas de compromiso, unir a la sociedad en torno a una agenda constructiva.
Pero en lugar de dialogar con los líderes de la oposición, a la misma hora de la manifestación y mitin, las autoridades citaron a varios de ellos en la procuraduría a rendir testimonio como testigos, tras catear ayer sus viviendas en busca de evidencias que hayan podido propiciar los disturbios del 6 de mayo anterior, según dicen los medios afines al Kremlin.
La apuesta de los inconformes, hasta ahora, es propiciar un cambio pacífico en el país, sin enfrentamientos con la policía ni violencia. La inmensa mayoría rechaza rebasar el límite de lo legal y, por eso, hoy no encontraron eco las exhortaciones de los oradores más radicales a dirigirse a la sede de la procuraduría para exigir la libertad de los presos políticos.
Se radicaliza la protesta
La arremetida del lunes con cateos y citatorios injustificados, como era de suponer, sólo radicalizó la protesta y, en vez de intimidar a eventuales participantes, aumentó el número de personas que asistieron este martes a la manifestación y mitin de los descontentos.
Difícil saber cuántas personas salieron hoy a la calle. La policía –que siempre trata de minimizar las acciones de los opositores– sostiene que participaron 20 mil; los organizadores –que cada vez procuran reportar más asistentes que los verdaderos– estiman que acudieron más de 100 mil.
La verdad parece estar más cerca de la cifra que manejan los organizadores, tomando como referencia acciones anteriores que llenaron la avenida Sajarov, el sitio donde se celebró hoy el mitin, con 60 mil participantes. Estaba repleta este martes y muchísima gente, que hizo el recorrido de la marcha previa, no pudo entrar por falta de cupo.
A pesar de sus diferencias ideológicas, concluyeron liberales y radicales de izquierda, ultranacionalistas y comunistas, ecologistas y socialdemócratas, y activistas de derechos humanos y anarquistas. Hubo muchos jóvenes, así como gente de 40 años para arriba.
La mitad del tiempo autorizado se dedicó a intervenciones, con las mismas demandas que se plantean en cada protesta opositora, desde la renuncia de Putin hasta iniciativas novedosas como realizar, en otoño próximo, el día del cumpleaños del mandatario (el 7 de octubre), una huelga general en Rusia.
Antes de concluir la parte política, los participantes aprobaron a mano alzada un Manifiesto de Rusia Libre, en el cual demandan la dimisión de los gobernantes y la disolución del Parlamento, convocar a elecciones legislativas anticipadas y someter a referendo un nuevo proyecto de Constitución que limite la permanencia en el Kremlin, entre otras muchas demandas.
Después ofrecieron un concierto los grupos de rock y cantautores que, afirman, quieren una Rusia sin Putin, mientras el sol y la lluvia se alternaron una y otra vez.
La multitudinaria protesta se llevó a cabo a pesar de que ya entraron en vigor las enmiendas a la ley que, como ejemplo, incrementa las multas de los 433 pesos anteriores a 130 mil por agredir a un policía o dañar propiedad ajena.
Este día nadie pisoteó el césped y aún la alcaldía de Moscú no ha establecido, y tendrá que hacerlo conforme se infiere de la ley antes del 31 de diciembre de 2012, dónde se permiten los mítines y manifestaciones y dónde prohibirlos.
Decenas de miles de personas salieron hoy a la calle para pedir la dimisión del presidente Vladimir Putin, mientras éste, en pomposa ceremonia, entregaba en el Kremlin los premios de Estado en materia de cultura y ciencia, como todos los años este 12 de junio, Día de la Soberanía de Rusia.
Nada es como antes de diciembre pasado, cuando el ajuste de resultados en los comicios legislativos hizo que la clase media de las grandes ciudades de Rusia, al alzar su voz contra la intención de Putin de perpetuarse en el poder y demandar elecciones justas y limpias, deviniera de pronto parte de la oposición política.
En la lujosa sala San Jorge del Kremlin, el mandatario lanzó dura crítica a los inconformes: Para nosotros es inadmisible todo lo que debilita a Rusia, divide a la sociedad. No podemos permitir solución o paso que pudieran provocar cataclismos económicos o sociales.
Más adelante, Putin se mostró conciliador y afirmó que, ahora, es importante escuchar y respetar unos a otros, buscar la comprensión recíproca y hallar fórmulas de compromiso, unir a la sociedad en torno a una agenda constructiva.
Pero en lugar de dialogar con los líderes de la oposición, a la misma hora de la manifestación y mitin, las autoridades citaron a varios de ellos en la procuraduría a rendir testimonio como testigos, tras catear ayer sus viviendas en busca de evidencias que hayan podido propiciar los disturbios del 6 de mayo anterior, según dicen los medios afines al Kremlin.
La apuesta de los inconformes, hasta ahora, es propiciar un cambio pacífico en el país, sin enfrentamientos con la policía ni violencia. La inmensa mayoría rechaza rebasar el límite de lo legal y, por eso, hoy no encontraron eco las exhortaciones de los oradores más radicales a dirigirse a la sede de la procuraduría para exigir la libertad de los presos políticos.
Se radicaliza la protesta
La arremetida del lunes con cateos y citatorios injustificados, como era de suponer, sólo radicalizó la protesta y, en vez de intimidar a eventuales participantes, aumentó el número de personas que asistieron este martes a la manifestación y mitin de los descontentos.
Difícil saber cuántas personas salieron hoy a la calle. La policía –que siempre trata de minimizar las acciones de los opositores– sostiene que participaron 20 mil; los organizadores –que cada vez procuran reportar más asistentes que los verdaderos– estiman que acudieron más de 100 mil.
La verdad parece estar más cerca de la cifra que manejan los organizadores, tomando como referencia acciones anteriores que llenaron la avenida Sajarov, el sitio donde se celebró hoy el mitin, con 60 mil participantes. Estaba repleta este martes y muchísima gente, que hizo el recorrido de la marcha previa, no pudo entrar por falta de cupo.
A pesar de sus diferencias ideológicas, concluyeron liberales y radicales de izquierda, ultranacionalistas y comunistas, ecologistas y socialdemócratas, y activistas de derechos humanos y anarquistas. Hubo muchos jóvenes, así como gente de 40 años para arriba.
La mitad del tiempo autorizado se dedicó a intervenciones, con las mismas demandas que se plantean en cada protesta opositora, desde la renuncia de Putin hasta iniciativas novedosas como realizar, en otoño próximo, el día del cumpleaños del mandatario (el 7 de octubre), una huelga general en Rusia.
Antes de concluir la parte política, los participantes aprobaron a mano alzada un Manifiesto de Rusia Libre, en el cual demandan la dimisión de los gobernantes y la disolución del Parlamento, convocar a elecciones legislativas anticipadas y someter a referendo un nuevo proyecto de Constitución que limite la permanencia en el Kremlin, entre otras muchas demandas.
Después ofrecieron un concierto los grupos de rock y cantautores que, afirman, quieren una Rusia sin Putin, mientras el sol y la lluvia se alternaron una y otra vez.
La multitudinaria protesta se llevó a cabo a pesar de que ya entraron en vigor las enmiendas a la ley que, como ejemplo, incrementa las multas de los 433 pesos anteriores a 130 mil por agredir a un policía o dañar propiedad ajena.
Este día nadie pisoteó el césped y aún la alcaldía de Moscú no ha establecido, y tendrá que hacerlo conforme se infiere de la ley antes del 31 de diciembre de 2012, dónde se permiten los mítines y manifestaciones y dónde prohibirlos.
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