¿Calderón, procurador?

Carmen Aristegui

Perplejos. Así quedaron quienes siguieron el discurso de Josefina Vázquez Mota durante su cierre de campaña en Zapopan, Jalisco, cuando la candidata del PAN a la Presidencia de la República soltó que, de llegar Los Pinos, invitaría a Felipe Calderón a participar en su gobierno como ¡procurador general de la República! Sin habla, dejó a muchos la candidata.

Después de elogiar el desempeño del actual mandatario, justifico su idea: “Porque México necesita un abogado que cuide de sus familias”.

¿Felipe Calderón, procurador general de la República? ¿De dónde sacó Josefina tal cosa?

¿Ocurrencia de último momento para llamar la atención? ¿Idea peregrina en el cierre de un ciclo de campañas? ¿Acuerdo con el aludido, que anda en busca de cobijo, a pesar de lo improbable de que se cumpla la oferta?

Difícil saber de dónde salió tan insólito planteamiento. La mezcla de un silencio azorado, en una parte del estadio, con el inescrutable rugido de una parte de la masa congregada da cuenta del extraño efecto causado por la candidata, aun entre sus simpatizantes.

Mencionar a Felipe Calderón de esa manera, en el discurso final, hizo recordar lo que, sin duda, fue la inexplicable gran ausencia durante las campañas: la controvertida política seguida por Calderón durante su sexenio con relación al crimen organizado, los altos costos en materia de derechos humanos y la pasmosa impunidad que ha acompañado a las miles de muertes ocurridas durante este sexenio.

No se tocó, siquiera, la larga lista de pifias cometidas en el sexenio desde las dependencias del Ejecutivo. “El Michoacanazo”, el caso Hank Rhon o la más reciente, cuando se presentó, con gran despliegue, como si fuera el hijo de “El Chapo” Guzmán a otro individuo, en una situación que dejó al gobierno federal rayando, ya, los linderos del ridículo.

No se comprende por qué todo esto no fue eje de las campañas. Se dejó que no fuera materia en la disputa política el tema de lo ocurrido en este país, en los últimos años. ¿Por qué partidos y candidatos prefirieron eludir una discusión de fondo sobre todo aquello que ha trastocado el orden institucional, la convivencia entre los ciudadanos y colocado a México en una grave crisis de seguridad en parte importante del territorio nacional?

Fueron esporádicas y menores las referencias que hicieron los aspirantes a la Presidencia de Calderón, de sus políticas y, sobre todo, de sus resultados.

Muerte, impunidad y degradación institucional son parte de la herencia. En México, los cárteles, lejos de destruirse, se hicieron más fuertes, se le oyó a Obama decir, alguna vez, tratando de explicar el porqué de la “frustración” del presidente Calderón.

Cuerpos mutilados, torsos sin cabezas, cabezas sin sus cuerpos, mantas que incriminan, extorsiones, desplazados, zonas enteras capturadas por la delincuencia quedaron como telón de fondo de unas campañas que prefirieron mirar hacia otro lado.

Aun en el marco de campañas mediocres como las que tuvimos, nada explica, con claridad, por qué un tema que ha teñido de sangre a una nación entera, que deja en el camino 60, 70, 80 mil muertos –nadie lo sabe, en realidad–, haya sido dejado de lado por quienes buscan gobernar este país.

Ninguno enfrentó el tema con altura. Felipe Calderón salió indemne de las campañas y ninguno hizo intentos, siquiera, de llamarlo a cuentas.

¿Por qué Calderón y los resultados de su sexenio no estuvieron como tema central en la arena política? Se le dio trato de secundario a un tema principal.

Por eso sorprende Josefina al lanzar esa idea. No es sólo que resulta inusual que se piense en alguien que ocupó la titularidad del Poder Ejecutivo como una opción para ocupar un encargo de subordinado. Sorprende más que se pretenda enaltecer con la propuesta a quien, como Presidente, ha dejado esta calidad de resultados.

México ha tenido buenos, regulares y malos presidentes. Calderón se perfila, para la historia, como uno de los más notables de la última lista. En el combate al crimen organizado, México ha gastado lo que nunca en materia presupuestal. También, como nunca, ha cedido la conducción principal en el tema a las agencias de Estados Unidos, ha visto penetrar estructuras a niveles que, en la mayoría de los casos, sólo es posible imaginar. No se encuentra, por ningún lado, las ganancias de lo realizado.

¿Felipe Calderón, procurador general? ¿Hablaba en serio Josefina?

Ayer, Edgardo Buscaglia ironizaba en un tuit: “...¿Es chiste de mal gusto? ¿Qué tal García Luna a la ONU como alto comisionado de Derechos Humanos?”.

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