Andrés Manuel y El Manifiesto Comunista

Jorge Fernández Menéndez

Se puede leer en la edición internacional de El País que El Manifiesto Comunista, para asombro de muchos, se ha vuelto una suerte de best seller en Europa. En realidad qué bueno porque es un texto bello, marcado por el ardor, la pasión, el compromiso. De allí a compartir sus definiciones políticas existe una distancia que cada uno sabrá si desea recorrer. Pero lo cierto es que la súbita fama del Manifiesto tiene relación directa con lo que está viviendo Europa: un continente que se jactaba, con razón, de tener la mejor calidad de vida del mundo, olvidó en buena parte de sus países construir las bases económicas que pudieran sostener el Estado de bienestar. Y la crisis ha barrido, o lo está haciendo, con los, en muchos casos, descabellados beneficios del sistema social, lo cual, paradójicamente, ahonda la crisis. Y qué mejor remedio ante ello que buscar a los culpables en los textos decimonónicos, en los extraordinarios alegatos contra el capital del siglo XIX, aunque ese mundo y ese capital poco o nada tengan que ver con el actual.

Toda esta historia viene a cuento porque el regreso al pasado siempre es una oferta política atractiva en tiempos difíciles. El pasado, aunque haya sido infeliz y difícil, aunque nos haya costado sangre, sudor y lágrimas superarlo, suele ser visto como una alternativa cuando se vive en tiempos de crisis. Pero México, con todos sus pesares y dificultades, no está viviendo hoy una historia de crisis. Claro que existe en varias zonas del país una situación de violencia e inseguridad con enormes costos sociales y de vidas, inaceptables para una sociedad como la nuestra, pero si bien la violencia puede aparecer en todo el país, su estallido está focalizado y la tendencia de la misma sigue a la baja, aunque esté muy lejos aún de las cifras que se deberían considerar como aceptables.

Por supuesto que tenemos millones de pobres a los que se les debe dar una oportunidad de crecer, en lugar de seguir permitiéndoles sobrellevar la vida a base de subsidios y apoyos a cambio de nada (o a cambio, mejor dicho, de apoyos políticos). Es verdad que la educación no alcanza los niveles que necesitamos y deseamos y que, paradójicamente, las regiones más pobres del país son usufructuadas como botín político por grupos magisteriales que viven, precisamente, de hacer endémica esa pobreza y ese paupérrimo nivel académico de sus estudiantes.

Pero lo cierto es que, a pesar de todo eso, México tiene una fortaleza social y económica y unas posibilidades a futuro, al futuro muy próximo, que si no se cometen errores graves, puede ser muy promisorio. Hoy los costos de la mano de obra china, por ejemplo, son equivalentes a los de México, con la diferencia de que el país es vecino y tiene un Tratado de Libre Comercio con el mayor mercado de consumo del mundo, hay menos corrupción y un transporte mucho más económico hacia los centros de consumo. Hoy Brasil comienza a ver cómo se le cierran los caminos en la medida en que sus principales socios comerciales afrontan problemas serios en sus respectiva economía.

Es verdad que durante mayo el peso se depreció 10% frente al dólar, pero lo cierto es que todas las divisas de referencia lo hicieron porque, ante la incertidumbre, el dólar (aunque el déficit de Estados Unidos sea equivalente a 98% de su PIB) sigue siendo la divisa de refugio de los inversionistas en las épocas de incertidumbre. Pero México sigue teniendo, para el tamaño de su economía, reservas muy altas, el deslizamiento del peso no se ha reflejado en una apuesta de los inversionistas al dólar, más bien al contrario. La llegada de capitales de todo tipo, desde financieros hasta de inversión industrial, continúa y crece. Y en la medida en que hacia fin de año se comience a disipar la incertidumbre en Europa y Estados Unidos trascienda su proceso electoral, 2013 puede ser un año de muchas posibilidades para México.

Con el fin de aprovecharlas, debemos hacer, ya lo sabemos desde hace años, cuatro reformas: la energética, que es clave para detonar las inversiones y el desarrollo, ya que México puede ser una potencia energética en muchos ámbitos, no sólo en el petróleo; la laboral, porque la actual norma impide crear las necesarias fuentes de empleo; la fiscal, porque el costo para los contribuyentes cautivos es cada día mayor y debe ser socializado, y la educativa, porque se necesita, se requiere, una sociedad más y mejor educada para el mercado de trabajo y también, por esa vía, alejar a los jóvenes de las pandillas y la violencia. Tres de los cuatro candidatos que participan en los comicios del primero de julio impulsan, de una u otra forma, con toda la gama de grises posibles, pero explícitamente, esas reformas. Sólo uno de ellos, Andrés Manuel López Obrador, está en contra de las cuatro, apuesta a la restauración, al regreso al pasado. Nadie debería extrañarse que en algunos sectores tenga eco cuando El Manifiesto Comunista se ha vuelto best seller en Europa.

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