AMLO, la duda

Salvador García Soto

Andrés Manuel López Obrador no sólo se convirtió en la revelación de la actual contienda electoral porque, contra todos los pronósticos y las actas de defunción anticipada que muchos le extendieron, hoy está no sólo vivo en la competencia por la Presidencia, sino que representa la principal amenaza para el largamente anunciado regreso del PRI a Los Pinos.

A la idea muy esparcida y avalada por numerosas encuestas de una ventaja aún amplia de Enrique Peña Nieto, que anticipa un triunfo casi holgado del priista -de entre seis y ocho puntos porcentuales, algo así como tres millones de votos- se le oponen otras encuestas que insisten, con la misma terquedad, en que esta elección se va a cerrar y que, en ese cierre que ya comenzó y que ubica a López Obrador desde a ocho puntos de distancia hasta un virtual empate técnico con Peña, todo puede ocurrir y no hay un ganador seguro.

En las valoraciones internas del equipo de López Obrador, la tendencia de cierre -que basan entre otros sondeos en el más reciente de Berumen y Asociados- están previendo que en la recta final, junto con la caída de Peña, el crecimiento de López Obrador y el repunte de Josefina Vázquez Mota después del debate, el escenario el 1 de julio sea de una votación dividida a tres tercios en donde cualquiera de los tres candidatos, incluida la panista, puede ganar.

Ese fue el sentido de las palabras del presidente Felipe Calderón en su conferencia de prensa del martes en Los Pinos, donde el mandatario afirma que la elección “aún no está decidida” y que todavía “cualquiera de los candidatos puede ganar”. Con ese diagnóstico coinciden plenamente en el cuartel lopezobradorista y por eso el mismo Andrés Manuel avaló las palabras del Presidente y hasta defendió “su derecho a la libre expresión”.

Por primera vez en seis años, de manera casi milagrosa, López Obrador y Felipe Calderón tienen una coincidencia y un propósito común: si el Presidente salió a darle respiración de boca a boca a Josefina y la metió de nuevo a la pelea, el mismo objetivo buscan ahora los estrategas lopezobradoristas, que no quieren que se desinfle Vázquez Mota porque en las actuales circunstancias les conviene que crezca la candidata del PAN y que la elección final se defina a tres tercios, y no por una pelea cerrada entre López Obrador y Peña.

Y ahí viene una segunda y sorprendente coincidencia entre Calderón y AMLO: el papel que jugarán en esta elección los jóvenes. El Presidente pidió no subestimar el voto de la población, especialmente de los jóvenes, como un factor que puede cambiar las intenciones de voto que registran las encuestas; y es precisamente en ese sector, el de los jóvenes, donde se concentrará la estrategia lopezobradorista en los 15 días que le restan a la elección.

La presencia de López Obrador en el debate de la #132, el 19 de junio, será una de las acciones con las que el candidato de las izquierdas busca “amarrar” el apoyo y el voto de ese sector que, si realmente sale a votar el 1 de julio, puede alterar cualquier tendencia. Y es que la clave de esta elección puede estar en el voto de los jóvenes; nunca más en la historia del país volverá a haber tantos jóvenes inscritos en el padrón y habilitados para votar con en los comicios del 1 de julio; esa cifra, de casi ocho millones de votantes jóvenes, tres millones que votan por primera vez, no se repetirá jamás.

Así llega Andrés Manuel López Obrador a la parte final de esta contienda, con una certeza y una gran duda para todos los mexicanos; la certeza es que no estaba muerto y que peleará hasta el final la Presidencia y la duda, la gran incógnita que hoy empieza a preocupar a muchos mexicanos es ¿qué va a hacer si, con todo y una elección cerrada no gana la votación y la diferencia final para el ganador -que sus estrategas estiman entre tres y cinco puntos- no le favorece, aceptará una apretada derrota o desatará un conflicto poselectoral?

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