Raymundo Riva Palacio
El debate presidencial cumplió con el propósito de aportar al electorado información directa de cómo son los candidatos en igualdad de circunstancias, al permitirles medirlos y sentirlos, confirmar percepciones o modificar sus prejuicios. Para quienes entienden de procesos electorales, no fue sorpresa la manera como los candidatos desplegaron sus estrategias, aunque sí lo fue la debilidad con la que dos de ellos, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, se prepararon para este primer encuentro.
La estrategia principal de ambos era quitarle puntos al líder en preferencias electorales, Enrique Peña Nieto, y era previsible la coincidencia porque es al único que le pueden arrebatar puntos. Pero equivocaron el planteamiento de los términos del debate en los días previos, cuando generaron la expectativa a los electores que iban a ver una persona incapaz de articular ideas, personaje artificial de televisión.
La estrategia, impulsada por el propio López Obrador y el coordinador de la campaña de Vázquez Mota, Roberto Gil, fue contraproducente. Peña Nieto respondió a la primera provocación, y contratacó sin tener fallas graves ni colapsarse. Otro error estratégico fue que no previeron que el plan del aliancista Gabriel Quadri sería pasar en medio de la tormenta y transmitir el mensaje de que es un candidato ciudadano con propuestas, estableciendo un contraste con sus adversarios.
El objetivo principal de Quadri era la exposición nacional para elevar su conocimiento entre el electorado, que se situaba antes del domingo en 50%. No se sabe aún cuánto se elevó después del debate, pero logró más de lo que buscaba. Según una encuesta de Nueva Alianza al terminar el debate, de 2% de preferencias electorales que tenía el viernes, pasó a 9% de intención de voto; es decir, cuadruplicó su intención de voto.
Quadri navegó sin costo pues al nadie conocerlo no tiene negativos. Al soslayarlo todos, tampoco le transfirieron los lastres de Elba Esther Gordillo, fundadora de su partido. Nadie mencionó a la maestra como un tapón para Quadri. Se puede alegar que a Vázquez Mota y López Obrador les faltaron reflejos para hacer tropezar a Quadri, en su intento desenfrenado por pelearse Peña Nieto.
No hay datos independientes de cómo les fue a los candidatos tras el debate, y menos aún del efecto post debate con las entrevistas de las primeras 48 horas después del choque. Esos estudios se están empezando a levantar y posiblemente los primeros resultados surjan el fin de semana. Las encuestas telefónicas del PAN y el PRD, con todo el sesgo que pueden tener, sugieren que aunque a Peña Nieto lo relegaron al tercer y cuarto lugar, las de vivienda no van a alterar su intención de voto de manera significativa. Las encuestas internas del PRI señalan que no sólo se mantuvo su candidato, sino que incluso subió ligeramente su preferencia.
Una vez más hay que insistir que un debate no hace primavera, y que los efectos del debate y el post debate apenas se está midiendo en forma independiente. López Obrador hizo un spin de victoria tras el debate a partir del panel –que no encuesta- de Demotecnia y UNOtv. Quien no da señales de giro es Vázquez Mota, que se ha desdibujado en las entrevistas de prensa y Gil ha sido incapaz de enfrentar con éxito a otros coordinadores, Luis Videgaray del PRI y Ricardo Monreal de la izquierda, quienes lo han doblegado en los post debates en los que han participado.
Vázquez Mota está muy nerviosa y escuchando a tantas personas que ha perdido consistencia. Gil es la metáfora el caos interno que trae la campaña que él encabeza. Así no ganan una elección. Los indicadores pre debate mostraban que la panista viene a la baja mientras López Obrador está al alza al dejar el amor y regresar a la beligerancia, por lo que es probable que para las siguientes encuestas, se encuentra arriba en todas. La estrategia del debate no la ayudó, pero tampoco benefició significativamente a López Obrador. En el corto plazo, Quadri es quien emergió, mientras que en el mediano fue Peña Nieto. Qué tanto trabajan sus opositores por evitar que las percepciones se trasladen a intención de voto, no se verá sino hasta que aparezcan las siguientes encuestas de vivienda, donde quizás se perfile de manera más clara el final de la elección presidencial.
El debate presidencial cumplió con el propósito de aportar al electorado información directa de cómo son los candidatos en igualdad de circunstancias, al permitirles medirlos y sentirlos, confirmar percepciones o modificar sus prejuicios. Para quienes entienden de procesos electorales, no fue sorpresa la manera como los candidatos desplegaron sus estrategias, aunque sí lo fue la debilidad con la que dos de ellos, Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, se prepararon para este primer encuentro.
La estrategia principal de ambos era quitarle puntos al líder en preferencias electorales, Enrique Peña Nieto, y era previsible la coincidencia porque es al único que le pueden arrebatar puntos. Pero equivocaron el planteamiento de los términos del debate en los días previos, cuando generaron la expectativa a los electores que iban a ver una persona incapaz de articular ideas, personaje artificial de televisión.
La estrategia, impulsada por el propio López Obrador y el coordinador de la campaña de Vázquez Mota, Roberto Gil, fue contraproducente. Peña Nieto respondió a la primera provocación, y contratacó sin tener fallas graves ni colapsarse. Otro error estratégico fue que no previeron que el plan del aliancista Gabriel Quadri sería pasar en medio de la tormenta y transmitir el mensaje de que es un candidato ciudadano con propuestas, estableciendo un contraste con sus adversarios.
El objetivo principal de Quadri era la exposición nacional para elevar su conocimiento entre el electorado, que se situaba antes del domingo en 50%. No se sabe aún cuánto se elevó después del debate, pero logró más de lo que buscaba. Según una encuesta de Nueva Alianza al terminar el debate, de 2% de preferencias electorales que tenía el viernes, pasó a 9% de intención de voto; es decir, cuadruplicó su intención de voto.
Quadri navegó sin costo pues al nadie conocerlo no tiene negativos. Al soslayarlo todos, tampoco le transfirieron los lastres de Elba Esther Gordillo, fundadora de su partido. Nadie mencionó a la maestra como un tapón para Quadri. Se puede alegar que a Vázquez Mota y López Obrador les faltaron reflejos para hacer tropezar a Quadri, en su intento desenfrenado por pelearse Peña Nieto.
No hay datos independientes de cómo les fue a los candidatos tras el debate, y menos aún del efecto post debate con las entrevistas de las primeras 48 horas después del choque. Esos estudios se están empezando a levantar y posiblemente los primeros resultados surjan el fin de semana. Las encuestas telefónicas del PAN y el PRD, con todo el sesgo que pueden tener, sugieren que aunque a Peña Nieto lo relegaron al tercer y cuarto lugar, las de vivienda no van a alterar su intención de voto de manera significativa. Las encuestas internas del PRI señalan que no sólo se mantuvo su candidato, sino que incluso subió ligeramente su preferencia.
Una vez más hay que insistir que un debate no hace primavera, y que los efectos del debate y el post debate apenas se está midiendo en forma independiente. López Obrador hizo un spin de victoria tras el debate a partir del panel –que no encuesta- de Demotecnia y UNOtv. Quien no da señales de giro es Vázquez Mota, que se ha desdibujado en las entrevistas de prensa y Gil ha sido incapaz de enfrentar con éxito a otros coordinadores, Luis Videgaray del PRI y Ricardo Monreal de la izquierda, quienes lo han doblegado en los post debates en los que han participado.
Vázquez Mota está muy nerviosa y escuchando a tantas personas que ha perdido consistencia. Gil es la metáfora el caos interno que trae la campaña que él encabeza. Así no ganan una elección. Los indicadores pre debate mostraban que la panista viene a la baja mientras López Obrador está al alza al dejar el amor y regresar a la beligerancia, por lo que es probable que para las siguientes encuestas, se encuentra arriba en todas. La estrategia del debate no la ayudó, pero tampoco benefició significativamente a López Obrador. En el corto plazo, Quadri es quien emergió, mientras que en el mediano fue Peña Nieto. Qué tanto trabajan sus opositores por evitar que las percepciones se trasladen a intención de voto, no se verá sino hasta que aparezcan las siguientes encuestas de vivienda, donde quizás se perfile de manera más clara el final de la elección presidencial.
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