UIA, Peña Nieto y el viejo PRI

Carlos Ramírez / Indicador Político

Mientras la juventud organizada del PRI ha sorprendido con pelucas del copete de su candidato Enrique Peña Nieto como expresión de politización, los jóvenes de las universidades privadas han comenzado una ofensiva de indignación contra el PRI.

El incidente de Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana tiene, entre otras, cinco lecturas estratégicas:

1.- El descubrimiento de la potencialidad activista de estudiantes de universidades privadas y públicas la posibilidad de movilizarlos a favor o en contra de candidatos. Los candidatos han padecido confrontaciones en centros de educación superior que hasta ahora parecían estar pasivos ante hechos políticos y electorales.

2.- El descubrimiento de que la Universidad Iberoamericana abandonó finalmente su penetración salinista, dejó de ser el espacio de los pirruris y regresó a su pasado comunitario y jesuita, con formación crítica a los estudiantes.
3.- Los indicios de que el candidato Andrés Manuel López Obrador pudiera estar armando el conflicto poselectoral como actividad preelectoral. En el contexto de las críticas a la presencia de Peña Nieto en la Ibero se debe colocar la organización vía twitter de una marcha contra el candidato priísta mañana sábado 19 de mayo. Se trata de construir un ambiente de rechazo público al PRI para demostrar que los votos a favor del PRI no reflejan a la sociedad.

4.- Ante las dificultades para que el PRD y el PAN para subir en las encuestas por campañas propias, la estrategia se ha trasladado a organizar contracampañas contra el candidato puntero, ya sea como marchas o con énfasis en discursos y spots. El propósito es dinamizar el voto anti PRI.

5.- La incomprensión del PRI a las nuevas formas de organización social y de participación política. El problema no radica en saber quién estuvo detrás del incidente en la Ibero o quién promueve la marcha, sino en reconocer que el PRI y su candidato carecen de comunicación política dentro del PRI, que han perdido a los jóvenes y que la dirigencia del PRI también parece la incomprensión de la nueva realidad de los jóvenes.

Los candidatos han aparecido sin capacidad de interlocución con los jóvenes universitarios, aun si hubieran sido manipulados. La reacción del PRI al incidente en la Ibero evidenció que el priísmo sigue siendo el mismo del pasado: El de la incomprensión hacia los universitarios, el de la represión a los jóvenes, el que exige adhesión acrítica. Los candidatos revelan su incomprensión hacia los jóvenes al politizar las protestas: Los repudian, no dialogan.

El problema no radica en los comportamientos de los universitarios, sino en la mala planeación de las campañas al llevar a los candidatos a espacios políticos que han cambiado sus actitudes y comportamientos. Al final de cuentas, los estudiantes universitarios son los que más han resentido las políticas neoliberales priístas de disminución de posibilidades de empleo y los que se han frustrado con la alternancia panista, porque se mantuvieron las estrategias de estabilización sin trabajos en el sector formal.

Los cuatro candidatos presidenciales han desarrollado campañas improvisadas, sin sentido real de conformación de redes políticas y han asumido el twitter como espacio de difusión y no de diálogo con una ciudadanía sin partidos. En el pasado priísta, una campaña presidencial iba antecedida por monografías políticas de estados y ciudades y de información sobre estados de ánimo y conformación de nuevos espacios de poder. Hoy las campañas presidenciales se organizan sin orden político ni enfoques estratégicos.

En el caso de la UIA, el candidato presidencial priísta y el PRI ignoraron la percepción de lo que ocurre en las universidades privadas y demostraron que usan el twitter como bocina y no como espacio de percepción de estados de ánimo de la sociedad, porque la movilización contra Peña fue abierta en twitter. Asimismo, el PRI perdió el sentido de información sobre la UIA, una universidad hasta hace poco controlada por personeros del salinismo: José Carreño Carlón, vocero y hoy operador político de Carlos Salinas de Gortari fue director del departamento de Comunicación de la Universidad y hoy dirige un área de periodismo pero ya sin el poder del pasado, cuando llegó a ser asesor político del rectorado de Enrique González Torres y creó un muro antisalinista; el colmo fue que los detonadores de la movilización contra el PRI fue de estudiantes de comunicación. Para colmo, el presidente del PRI Pedro Joaquín Coldwell es egresado de la UIA y estuvo, en la visita de Peña, en la primera fila junto con la nomenklatura tricolor.

Asimismo, por su origen jesuítico progresista y sus rectores sacerdotes jesuitas, la Ibero ha desarrollado una práctica comunitaria en poblaciones indígenas y campesinas. De ahí que su caracterización como una universidad pirrurris fue producto de la publicidad cómica, cuando en realidad ha tenido contacto directo con la realidad social compleja desde tiempo atrás como casi ninguna universidad privada. En este contexto, tampoco debió haber sido una sorpresa para Peña encontrarse con estudiantes en estado de agitación política, a pesar inclusive de filiaciones definidas hacia corrientes de centro-izquierda.

Las respuestas del dirigente Joaquín Coldwell y del propio Peña culpando a la izquierda de los comportamientos radicales de estudiantes azuzaron más la movilización, como si a ambos les hubieran pasado algunas de las “tarjetas” informativas de la Federal de Seguridad del pasado priísta. El problema no fue el comportamiento radical de estudiantes sino la desorganización del evento por parte del equipo de campaña del candidato presidencial del PRI.

Los candidatos presidenciales han esperado auditorios universitarios pasivos, acríticos, propios de los viejos modelos del acarreo de campaña del pasado, pero se han encontrado con jóvenes con estado de ánimo irritable, con definiciones políticas concretas y con ánimos de participación en el debate político. Si detrás de esos comportamientos se ven los fantasmas de la guerra fría mexicana, entonces los candidatos no están entendiendo la reorganización política de los grupos sociales.

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