Trabajo en Wal-Mart

Francisco Rodriguez / Índice Político

Desde 2007 en este espacio se ha denunciado a la transnacional Wal-Mart, no sólo por actuar cual si fuese “un Estado dentro de otro Estado” (el mexicano) gracias a sus relaciones corruptas con funcionarios de la fallida Administración de Felipe Calderón –ahora motivo de escándalo interncional–, sobremanera por las relaciones sin duda esclavistas que mantiene con sus trabajadores, a los que eufemísticamente llama “asociados” para regatearles cualquier tipo de derechos.

En 2008, lo leyó usted aquí, Wal-Mart tuvo mucho de qué presumir. No sólo fue la única compañía del Dow Jones que consiguió subir en Bolsa ese año, también pudo ostentarse ante sus accionistas de tener en el bolsillo a la administración pública federal mexicana y, a finales de ese año, también al “Honorable” Congreso de la Unión.

Usa Wal-Mart su calidad de primera empleadora del país para chantajear no sólo al SAT, al enterarle menos impuestos que el resto de los contribuyentes, también a la Secretaría de Medio Ambiente, pues sus tiendas producen toneladas de cancerígenos azkareles, y ni se diga la del Trabajo, pues prácticamente esclaviza y mantiene sujetos a “tienda de raya” a sus cientos de miles de trabajadores. Y desde hace tres años sus cabilderos consiguieron “pasar” en las cámaras de Senadores y de Diputados, una iniciativa de ley que convirtió a sus cajas registradoras en sucursales bancarias.

Pero, ¿qué hay detrás de los supuestos “precios bajos, siempre” que ofrece la primera cadena de supermercados, restaurantes y tiendas detallistas del país? La ya referida sistemática explotación y represión de sus trabajadores a quienes, eufemísticamente y para no crear vínculos netamente laborales, llama sus “asociados”.

Wal-Mart ha sorteado –gracias a la complicidad de la “providencial” administración calderonista– las denuncias públicas de quienes laboran en su organización. También los legítimos intentos que éstos vienen desplegando para crear un gremio sindical. Y sobre todo, los efectos del “boicot” que una franja de consumidores decretó en su contra, por su abierta intromisión en los comicios federales del 2006, a favor del entonces candidato del PAN.

Los mensajes han sido claros: No hubo reparto de utilidades a partir del 2009, que dizque por la inversión en la apertura de nuevos negocios. “Y háganle como quieran”, ha dicho a los trabajadores un alto ejecutivo de la minorista.

Pero también, sospecho, ha habido mensajes subliminales “inyectados” a los cerebros de sus trabajadores, en los cuales se estaría amenazando a quienes, en sus palabras, “son revoltosos” o “no quieren a la empresa”, como si una relación laboral se basara en el cariño y no en el respeto a los mínimos derechos del capital y, sobre todo, de los de quienes venden su fuerza de trabajo.

Porque a partir de noviembre de 2008 Wal-Mart puso en marcha un “programa de capacitación” que consiste en la aprobación de tres módulos que corren en programas cibernéticos. La mecánica llama mucho la atención. Porque, en un cuarto oscuro, donde la única iluminación proviene del monitor de una PC, el trabajador es sometido a una serie de indicaciones durante, mínimo, un par de horas. No sale de esa habitación hasta que haya aprobado los referidos módulos.

Pueden pasar mucho más de las dos horas. A veces hasta cuatro. Todo ello, por supuesto, es una verdadera tortura, que deja secuelas durante un buen lapso: cefaleas, adormecimiento de extremidades, náuseas…

Con razón, no pocos son quienes sospechan que en realidad son sometidos a una especie de “lavado de cerebro”, con imágenes cuya duración en el monitor puede ser de milisegundos, y aún con el llamado “reverse subliminal speech“, con el que se transmiten órdenes al subconsciente.

Tal es, en efecto, un mensaje subliminal: un estímulo que diseñado para programar la mente humana a través de la percepción no consciente. Y usted sabe que, en lenguaje llano, la mente tiene una suerte de dos niveles: el consciente y el inconsciente. Que la conciencia es capaz de analizar palabras, conceptos, colores, sabores, olores, etc., mientras que la subconsciencia es como una memoria que almacena información sin que nos demos cuenta.

¿Les ha venido “lavando el coco” Wal Mart a sus trabajadores?

¿Podría investigarlo la Secretaría del Trabajo? ¿O se mantendrán las complicidades corruptas que con la empresa manejó el ex titular Javier Lozano Alarcón, ahora candidato del PAN por una senaduría poblana?

Índice Flamígero: El desprecio de los panistas por los trabajadores es harto evidente. Una vez más no habrá desfile obrero oficial. Quizá lo haya el año próximo cuando ya no esté en funciones la fallida gestión de FCH, a quien ya sólo le restan 214 días en ¿funciones?

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