Jorge Fernández Menéndez
Para mi amigo Juan Ignacio Zavala, a quien no pude acompañar anoche en sus Apuntes de Campaña.
No hay, al momento de escribir estas líneas, información suficiente como para sacar conclusiones, pero estoy convencido de que la PGR y la Secretaría de la Defensa Nacional no hubieran divulgado la presentación en la SIEDO del general retirado Tomás Ángeles Dauahare y del general brigadier Roberto Dawe González, sin contar, por lo menos, con elementos sólidos que justificaran esa acción. Tomás Ángeles es un hombre de peso e historia en el Ejército Mexicano y no estaría hoy detenido, presuntamente acusado de relaciones con el crimen organizado, por simples sospechas. Pero insistimos, falta información.
Desde hace años me precio de ser amigo del entonces secretario de la Defensa, el general Enrique Cervantes Aguirre, uno de los militares más talentosos que ha dado el Ejército Mexicano. En sus oficinas conocí al general Ángeles, que era entonces su secretario particular y se decía, no sin fundamento, que manejaba buena parte de la inteligencia militar, particularmente en temas relacionados con el narcotráfico. Si mal no recuerdo, lo conocí en una fecha especialmente dura para el general secretario. Fue días después de que Cervantes Aguirre había hecho detener al también general Jesús Gutiérrez Rebollo, entonces zar antidrogas de México, un hombre reconocido y recibido con honores por el gobierno estadunidense, con falsa fama de incorruptible, que en esos días de febrero de 1997 se confirmó que trabajaba en realidad para el llamado Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, con quien tenía una relación desde hacía años, vivía en un departamento que le rentaba el narcotraficante (como le solventaba muchos otros gastos), cuyo alquiler pagaba una de sus vecinas, Erin, amante del narcotraficante que moriría poco después como consecuencia de un sedante administrado, con toda la intención de matarlo, por los médicos que le hicieron una operación estética para cambiar su fisonomía. Recuerdo a Cervantes Aguirre con el rostro literalmente gris por la traición de un hombre en el que confiaba.
Tomás Ángeles participó activamente en el proceso contra Gutiérrez Rebollo y también contra los que se siguieron años después, contra los también generales Mario Acosta Chaparro (asesinado hace apenas un mes) y Francisco Quirós Hermosillo, hombres, como Gutiérrez Rebollo y como Tomás Ángeles, con peso propio, específico en la Secretaría de la Defensa.
A diferencia de Gutiérrez Rebollo, condenado a largas penas de prisión, Quirós Hermosillo fue primero sentenciado, pero cuando su proceso estaba en revisión murió de cáncer en el Hospital Militar. Acosta Chaparro permaneció muchos años en prisión militar y finalmente fue exonerado de esos cargos.
Durante el sexenio de Vicente Fox se asegura que la relación de Ángeles con el general secretario Ricardo Clemente Vega García no fue particularmente buena, sin embargo, al llegar la administración de Felipe Calderón, se aseguraba que Tomás Ángeles estaba en la terna de generales que el nuevo Presidente consideró para ocupar la Secretaría de la Defensa.
El presidente Calderón se decantó por el general Guillermo Galván Galván, operando así incluso un recambio generacional en el Ejército, pero todavía Tomás Ángeles ocupó la Subsecretaría de la Defensa hasta 2008, cuando pasó a retiro. Durante todos esos años se le consideró un hombre muy influyente en las áreas de inteligencia militar.
Le perdí la pista después de 2008. Era público que su relación no era buena con el equipo del general secretario Galván, mucho menos con los hombres y las mujeres que manejaban las áreas de seguridad civiles: la SSP federal, la Policía Federal, la PGR y la Policía Ministerial. Se dijo, y siempre quedó en eso, como versión, que Ángeles era la fuente de muchos textos que involucraron, también sin mostrar pruebas fehacientes, utilizando solamente dichos y versiones, a muchos cargos federales de las áreas de seguridad con el narcotráfico. Lo cierto es que desde hace tiempo no teníamos noticias de él. Hasta anoche que nos enteramos de su detención junto con el general en activo Dawe González, responsable de muchas áreas de seguridad en Sinaloa.
Falta información, pero quizás todo esto no sea muy extraño a otros hechos, como el asesinato de Acosta Chaparro, de su ahijado (hijo de otro militar involucrado en lo que se llamó la guerra sucia y el tema Aguas Blancas), el diputado por Guerrero, Horacio Barquín, y de los enfrentamientos que se han producido las últimas semanas en el norte de Sinaloa, de los muertos en Tamaulipas, Jalisco, Nuevo León. Quienes esperaban un gran golpe del gobierno antes de los comicios, creo que nunca pensaron, nunca pensamos, en estas detenciones y en todas sus posibles repercusiones.
Para mi amigo Juan Ignacio Zavala, a quien no pude acompañar anoche en sus Apuntes de Campaña.
No hay, al momento de escribir estas líneas, información suficiente como para sacar conclusiones, pero estoy convencido de que la PGR y la Secretaría de la Defensa Nacional no hubieran divulgado la presentación en la SIEDO del general retirado Tomás Ángeles Dauahare y del general brigadier Roberto Dawe González, sin contar, por lo menos, con elementos sólidos que justificaran esa acción. Tomás Ángeles es un hombre de peso e historia en el Ejército Mexicano y no estaría hoy detenido, presuntamente acusado de relaciones con el crimen organizado, por simples sospechas. Pero insistimos, falta información.
Desde hace años me precio de ser amigo del entonces secretario de la Defensa, el general Enrique Cervantes Aguirre, uno de los militares más talentosos que ha dado el Ejército Mexicano. En sus oficinas conocí al general Ángeles, que era entonces su secretario particular y se decía, no sin fundamento, que manejaba buena parte de la inteligencia militar, particularmente en temas relacionados con el narcotráfico. Si mal no recuerdo, lo conocí en una fecha especialmente dura para el general secretario. Fue días después de que Cervantes Aguirre había hecho detener al también general Jesús Gutiérrez Rebollo, entonces zar antidrogas de México, un hombre reconocido y recibido con honores por el gobierno estadunidense, con falsa fama de incorruptible, que en esos días de febrero de 1997 se confirmó que trabajaba en realidad para el llamado Señor de los Cielos, Amado Carrillo Fuentes, con quien tenía una relación desde hacía años, vivía en un departamento que le rentaba el narcotraficante (como le solventaba muchos otros gastos), cuyo alquiler pagaba una de sus vecinas, Erin, amante del narcotraficante que moriría poco después como consecuencia de un sedante administrado, con toda la intención de matarlo, por los médicos que le hicieron una operación estética para cambiar su fisonomía. Recuerdo a Cervantes Aguirre con el rostro literalmente gris por la traición de un hombre en el que confiaba.
Tomás Ángeles participó activamente en el proceso contra Gutiérrez Rebollo y también contra los que se siguieron años después, contra los también generales Mario Acosta Chaparro (asesinado hace apenas un mes) y Francisco Quirós Hermosillo, hombres, como Gutiérrez Rebollo y como Tomás Ángeles, con peso propio, específico en la Secretaría de la Defensa.
A diferencia de Gutiérrez Rebollo, condenado a largas penas de prisión, Quirós Hermosillo fue primero sentenciado, pero cuando su proceso estaba en revisión murió de cáncer en el Hospital Militar. Acosta Chaparro permaneció muchos años en prisión militar y finalmente fue exonerado de esos cargos.
Durante el sexenio de Vicente Fox se asegura que la relación de Ángeles con el general secretario Ricardo Clemente Vega García no fue particularmente buena, sin embargo, al llegar la administración de Felipe Calderón, se aseguraba que Tomás Ángeles estaba en la terna de generales que el nuevo Presidente consideró para ocupar la Secretaría de la Defensa.
El presidente Calderón se decantó por el general Guillermo Galván Galván, operando así incluso un recambio generacional en el Ejército, pero todavía Tomás Ángeles ocupó la Subsecretaría de la Defensa hasta 2008, cuando pasó a retiro. Durante todos esos años se le consideró un hombre muy influyente en las áreas de inteligencia militar.
Le perdí la pista después de 2008. Era público que su relación no era buena con el equipo del general secretario Galván, mucho menos con los hombres y las mujeres que manejaban las áreas de seguridad civiles: la SSP federal, la Policía Federal, la PGR y la Policía Ministerial. Se dijo, y siempre quedó en eso, como versión, que Ángeles era la fuente de muchos textos que involucraron, también sin mostrar pruebas fehacientes, utilizando solamente dichos y versiones, a muchos cargos federales de las áreas de seguridad con el narcotráfico. Lo cierto es que desde hace tiempo no teníamos noticias de él. Hasta anoche que nos enteramos de su detención junto con el general en activo Dawe González, responsable de muchas áreas de seguridad en Sinaloa.
Falta información, pero quizás todo esto no sea muy extraño a otros hechos, como el asesinato de Acosta Chaparro, de su ahijado (hijo de otro militar involucrado en lo que se llamó la guerra sucia y el tema Aguas Blancas), el diputado por Guerrero, Horacio Barquín, y de los enfrentamientos que se han producido las últimas semanas en el norte de Sinaloa, de los muertos en Tamaulipas, Jalisco, Nuevo León. Quienes esperaban un gran golpe del gobierno antes de los comicios, creo que nunca pensaron, nunca pensamos, en estas detenciones y en todas sus posibles repercusiones.
Comentarios