Televisa y la primavera mexicana

Jenaro Villamil

Irónico, Carlos Monsiváis solía decir cuando un acontecimiento rebasaba la capacidad de comprensión de los estamentos políticos y mediáticos en un país tan poco acostumbrado a las sorpresas: “no entiendo lo que pasa o ya pasó lo que entendía”.

Algo muy parecido les ocurrió a los conductores estelares de Televisa, reunidos en el programa de ocurrencias llamado Tercer Grado. El miércoles 16 de mayo, los cinco periodistas que se reúnen a desahogar la agenda del momento de la empresa, protagonizaron una curiosa embestida contra los usuarios de las redes sociales, especialmente en Twitter.

“Promotores de la dictadura del odio”, “en Twitter triunfa quien grita más”, “intolerantes” y, por supuesto, manipulados por los equipos de campaña.

La molestia de los conductores era un simple reflejo del malestar frente a los últimos acontecimientos: el debate sobre los gastos de comunicación de Peña Nieto con Televisa, el desfiguro de Héctor Aguilar Camín que perdió los estribos en uno de los momentos menos afortunados del autor de Vivir en el Golfo, la auténtica insurgencia de las audiencias de Youtube que siguieron paso a paso lo ocurrido aquel “viernes negro” de Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana y el contragolpe del video #131 Alumnos de la Ibero Responden. En menos de una semana, esta grabación casera alcanzó 1 millón 2 mil 711 reproducciones, superando con mucho el video-spot de Enrique Peña Nieto.

Televisa pretendió alejarse del centro de la discusión. No eran ellos los impugnados. No era su manipulación informativa ni su sesgo a favor de Peña Nieto lo que generó el malestar. Todo lo ocurrido en las redes sociales es producto de una “mini-minoría” (Loret de Mola dixit) intolerante, promotora del odio y quizá instrumentalizada por los adversarios del candidato del PRI.

Revisar este programa, después de lo ocurrido en los tres últimos días que están cambiando la campaña electoral, ha de resultar muy bochornoso para Televisa y sus conductores.

El sábado 19 de mayo, la marcha anti Peña Nieto o #MarchaYoSoy132 rebasó todas las expectativas posibles. La Primavera Mexicana dejó de ser una entelequia. Los usuarios de las redes sociales salieron del ciberespacio para expresarse en las calles y avenidas de más de 20 ciudades de todo el país. En el Distrito Federal, los cálculos más optimistas hablaron de “poco más de 10 mil” personas. La realidad fue mucho más impactante: fueron más de 46 mil personas, según las propias autoridades capitalinas. Fue una de las marchas de mayor diversidad social, económica y con el sello muy claro de los jóvenes de 18 a 25 años que proclamaron: “estamos haciendo historia”.

Y nadie pudo instrumentalizar a su favor esa marcha. Intentaron a través de algunos medios impresos cercanos al duopolio Televisa-EPN endilgársela a Josefina Vázquez Mota o a Andrés Manuel López Obrador. La marcha fue la continuidad de lo ocurrido en la Universidad Iberoamericana y en otros centros de estudios superiores del país: fue una marcha de rebelión de las audiencias, transformados en ciudadanos hartos de la manipulación televisiva. “No me mientas Televisa”, “Yo sí leo, no veo Televisa” y “¡Fuera Televisa!” fueron de las consignas más mencionadas en esa manifestación.

Al día siguiente, domingo 20 de mayo, los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador protagonizaron otra movilización multitudinaria en el Zócalo capitalino. La convocatoria fue también a través de redes sociales. Y la gran mayoría de los asistentes fueron jóvenes. En muchas ciudades europeas, norteamericanas y latinoamericanas hubo expresiones de apoyo al candidato presidencial. Los testimonios están en Youtube, Facebook y una amplia red de blogs, de podcast, de instrumentos de las audiencias deliberativas y convergentes.

El lunes 21 de mayo, en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, representantes de decenas de universidades públicas y privadas se reunieron, por primera vez sin la convocatoria del PRD, el PT o Movimiento Ciudadano, en el sitio emblemático de los movimientos estudiantiles mexicanos.

La tarde de Tlatelolco demostró que el punto de inflexión de la campaña presidencial del 2012 lo constituye una de las demandas más sentidas por esta nueva generación de electores: la democratización de los medios masivos de comunicación. El fin del engaño publicitario disfrazado de publicidad. El retorno a la política y a los liderazgos genuinos y no sólo a candidatos mediáticos construidos a golpes de spots, marketing, reality político y encuestas inamovibles.

Las dos consignas espontáneas, surgidas en la plaza de Tlatelolco, ante el evidente apoyo de los universitarios por López Obrador fueron dos: “¡Fuera Televisa!” y “¡Fuera Elba Esther Gordillo!”. Los dos poderes fácticos que para muchos son piedras angulares de la campaña de Peña Nieto.

Televisa tuvo que recular a medias. En la noche, Joaquín López Dóriga transmitió en su noticiero estelar de Canal 2 las imágenes de las tres concentraciones. Incluso, se transmitieron partes sustanciales de los videos de los estudiantes de la Iberoamericana.

Calcularon mal. Hicieron una pésima lectura del malestar en las redes sociales. Lo sucedido en el recinto de Santa Fe no fue una anécdota más en la imparable marcha hacia la inevitabilidad del triunfo de Enrique Peña Nieto. Fue el banderazo de salida para que muchos estudiantes pasaran a la movilización.

La Primavera Mexicana no se explica sin el malestar contra Televisa. No es sólo una movilización más en función de contrarrestar al candidato puntero. Con la soberbia de quienes anticipan el dominio del próximo sexenio, Televisa y el PRI convirtieron a esta elección en un referéndum en torno a la telecracia. Y son los jóvenes, las audiencias del futuro, los votantes de este año, quienes han tomado la plaza pública para expresar su profundo descontento.

¿Eso es promover el odio? ¿Eso es ser intolerante? Se equivocaron los estrategas de Televisa. Y se equivocó más el equipo de Peña Nieto.

La mañana de este martes 22 de mayo, Carlos Loret realizó un ensayo fallido de “control de daños”. En Primero Noticias entrevistó a estudiantes de la Ibero. Intentó revivir la idea diazordacista de que “fuerzas oscuras” de la izquierda mexicana o del lopezobradorismo impulsaron a los estudiantes a protestar en contra de Peña Nieto. Le salió el tiro por la culata.

Televisa no es un medio solamente, se ha convertido en un fin, en uno de los principales actores del poder que ha frenado la transición a la democracia. Y si nadie le gritó en las calles a Felipe Calderón fue porque antes de que termine su sexenio, los jóvenes de la Primavera Mexicana ya lo enviaron anticipadamente al baúl del desprecio de la historia.

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