Se voló la barda

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

El presidente de la República parece haber perdido toda relación con la realidad del país que él ha creado a su imagen y semejanza, en el que va a dejar su impronta, para bien y para mal. Permanece obsesionado con la idealización que ha hecho de sus gobernados, ni idea tiene que éstos se mueven por consideraciones inteligentes y son capaces de discernir entre verdad y mentira, entre engaño y perversión, entre fútbol y debate.

Pasmados deja a propios y extraños cuando durante su última visita a Estados Unidos pretende ser tan gracioso como Ernesto Zedillo, y en un discurso oficial pone, en boca del presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, ese “chistorete” que refiere a cómo el Ejército le puso en “toda su mayo” a los franceses.

Boquiabiertos deja a los especialistas y a los observadores de a pie, cuando montado en una declaración del Centro Pew, se tira la puntada de afirmar que la disminución de la migración legal e ilegal de mexicanos a Estados Unidos, se debe exclusivamente a los aciertos de su gobierno en materia de creación de empleos, seguridad, combate al narco y la ausencia total de violencia, cuando los emisores de la información refieren a la realidad: falta de oportunidades en Estados Unidos, por diversas causas. Lo más curioso es que durante los últimos 15 días no han dejado de publicarse diversas notas referentes a los cruces que no cesan, que se convierten de un arroyo en un caudal humano, compuesto por toda clase de desheredados provenientes del sur del Bravo.

Para terminar con declaraciones equivalentes -en términos de beisbol- a un grand slam, insiste en la responsabilidad de las autoridades de Estados Unidos que nada hacen para detener, a cualquier precio, el flujo de armas a México; armas que son decomisadas y de las cuales llevan una cuenta precisa, exacta, lo que significa que son operativos de seguridad estadounidense, como los narrados en la novela El poder del perro, realizados con la complicidad de las aduanas mexicanas y de otras agencias de seguridad y procuración de justicia, pues de otra manera cómo puede saberse el número exacto de las ingresadas a territorio nacional, y la diferencia con las que han podido ser incautadas.

Sí, el presidente de la República se voló la barda, está convertido en un gran toletero, es más grande que el caballero Di Magio y que el paradigmático Babe Ruth.

Lo que pasa es que los mexicanos no lo comprenden, son ingratos, incapaces de imaginar los sacrificios y malabares que ha hecho para que a México pueda sonreírle el futuro, con una tasa ascendente de empleo, sin violencia, sin muertes ni fosas clandestinas, sin maestros cuya lideresa moral lo desafíe y lo desconozca, porque ella sí quiere arrebatarle el poder.

Para mañana, su declaración sobre la fortaleza del salario en México.

Comentarios