Apro
Acababan de iniciar el segundo turno en un pocito carbonero propiedad del empresario Baldemar Cervantes Cadena, cuando chorros de agua salieron a presión. Los 15 trabajadores intentaron agarrarse de donde pudieron: un tambo, una tabla, un compañero, lo que sea en la desesperación por llegar a la superficie. Al menos dos no lo lograron.
La inundación en un pozo carbonero localizado en los límites de Sabinas y Juárez, en el norte de Coahuila, provocó que al menos dos trabajadores quedaran atrapados a unos 100 metros de profundidad. De acuerdo con los primeros reportes, emitidos esta mañana, se trata de Raymundo Espinoza Zavala, de 56 años, y de Reyes Julián Rodríguez Uñate, de 22, quienes se encontraban realizando trabajos extractivos en el pocito.
El siniestro se registró alrededor de las 13:00 horas de ayer viernes, pero fue hasta las 23:00 horas cuando el empresario Cervantes Cadena dio parte a las autoridades. Al parecer, intentó realizar el rescate por sus propios medios, a fin de evitar que se conocieran las condiciones del filón.
Debido al retraso en la alerta, los trabajos de rescate iniciaron hasta esta mañana, sin que hasta el mediodía haya resultados.
Como en 1902
San Felipe del Hondo tiene una historia centenaria. En 1902, unos 200 trabajadores chinos murieron en una mina de ese lugar, lo que quedó asentado como la primera tragedia carbonera de la zona, en un accidente a gran escala.
Ayer, el Hondo volvió a tragarse, esta vez en un pocito carbonero con tecnología semejante a la de 1902, a dos trabajadores.
“Es mucha la desesperación y chingue a su madre, te agarras de donde puedes, porque si te ganchas, te ganchó, y ya no sales, el agua va a presión y no tienes tiempo de nada, nomás de dejarte llevar, no pelear contra corriente y con suerte y sales. Lo que dicen es que salieron todos, nomás dos no, pero pos hay que ver…”, explicó uno de los trabajadores del lugar en entrevista con apro.
Dos empleados del lugar aceptaron hablar con el reportero a condición de mantener su identidad bajo reserva, para evitar ser colocados en las listas negras laborales en la zona.
Esta empresa fija sus dos turnos por comunidad. Los mineros que aceptan la entrevista se desempeñan en el primer turno, con unos 20 trabajadores de Barroterán; el accidente ocurrió en el segundo turno, donde laboraban unos 15 obreros de Sabinas.
Las condiciones del pozo estremecen: un tiro vertical (un pozo) baja a unos 80 metros de profundidad, donde se ubican tres accesos a igual número de túneles, como si fuera un edificio de tres pisos. El primer y el tercer piso están inundados, así que sólo pueden trabajar en el segundo, a unos 100 metros del punto de descenso del tiro.
Así, el túnel del segundo piso es el que estaba activo. Como es costumbre, mide 1.50 metros de altura, así que es un lugar de difícil acceso. Lo normal es que se contraten menores y, tan sólo en el primer turno, hay cinco, cinco niños mineros y otros del segundo turno que no se sabe si alcanzaron a salir.
“Así andan muchos en los pozos. Ahí, en el que se accidente, por ejemplo, hay un malacatero que va a trabajar y lleva todo el turno a su niño de tres años”, menciona el trabajador admirado. Hace un año, el 3 de mayo de 2011, un niño malacatero perdió su brazo en el pozo 3 de Binsa, a unos 20 kilómetros de donde ocurrió el accidente de hoy, en una explosión en la que murieron 14 trabajadores.
Dos pozos
El propietario del pocito siniestrado es Baldemar Hernández Cadena, quien es un conocido pocero de la región, donde opera al menos otra explotación carbonera sin medidas elementales de seguridad ni responsabilidades patronales.
De acuerdo con Cristina Auerbach Benavides, activista de la Organización Familia de Pasta de Conchos, en las últimas horas han podido recuperar información sobre la forma en que opera el pozo y existe la duda de que no sean sólo dos los desaparecidos. Lo anterior, debido a la hora en que avisaron, la cantidad de trabajadores que laboran en el lugar, entre otros aspectos.
El pocito siniestrado se ubica en la carretera Sabinas-Juárez, en una zona conocida como San Felipe del Hondo. En el área del accidente hay al menos 15 pocitos inundados, a 50 metros entre sí, que se encuentran fuera de operación por inseguros.
Sin embargo, Hernández Cadena mandó desaguar uno de los pozos y reabrió.
Las condiciones de inseguridad y desprotección de los mineros en ese lugar se patenta en que el empresario rechazó formalmente que se practicara una inspección. Además, testimonios de trabajadores indican que el patrón no proporcionaba equipo de salvamento ni de seguridad elemental. En tanto, el pocito no tiene ventilación para evitar altas concentraciones de gas, ni polveo que posibilite restar explosividad al polvo de carbón.
Por si fuera poco, tras la amputación que sufrió Rosalío el año pasado, quedó expuesto también que él como la mayoría de los trabajadores, no estaban registrados en el IMSS.
Acababan de iniciar el segundo turno en un pocito carbonero propiedad del empresario Baldemar Cervantes Cadena, cuando chorros de agua salieron a presión. Los 15 trabajadores intentaron agarrarse de donde pudieron: un tambo, una tabla, un compañero, lo que sea en la desesperación por llegar a la superficie. Al menos dos no lo lograron.
La inundación en un pozo carbonero localizado en los límites de Sabinas y Juárez, en el norte de Coahuila, provocó que al menos dos trabajadores quedaran atrapados a unos 100 metros de profundidad. De acuerdo con los primeros reportes, emitidos esta mañana, se trata de Raymundo Espinoza Zavala, de 56 años, y de Reyes Julián Rodríguez Uñate, de 22, quienes se encontraban realizando trabajos extractivos en el pocito.
El siniestro se registró alrededor de las 13:00 horas de ayer viernes, pero fue hasta las 23:00 horas cuando el empresario Cervantes Cadena dio parte a las autoridades. Al parecer, intentó realizar el rescate por sus propios medios, a fin de evitar que se conocieran las condiciones del filón.
Debido al retraso en la alerta, los trabajos de rescate iniciaron hasta esta mañana, sin que hasta el mediodía haya resultados.
Como en 1902
San Felipe del Hondo tiene una historia centenaria. En 1902, unos 200 trabajadores chinos murieron en una mina de ese lugar, lo que quedó asentado como la primera tragedia carbonera de la zona, en un accidente a gran escala.
Ayer, el Hondo volvió a tragarse, esta vez en un pocito carbonero con tecnología semejante a la de 1902, a dos trabajadores.
“Es mucha la desesperación y chingue a su madre, te agarras de donde puedes, porque si te ganchas, te ganchó, y ya no sales, el agua va a presión y no tienes tiempo de nada, nomás de dejarte llevar, no pelear contra corriente y con suerte y sales. Lo que dicen es que salieron todos, nomás dos no, pero pos hay que ver…”, explicó uno de los trabajadores del lugar en entrevista con apro.
Dos empleados del lugar aceptaron hablar con el reportero a condición de mantener su identidad bajo reserva, para evitar ser colocados en las listas negras laborales en la zona.
Esta empresa fija sus dos turnos por comunidad. Los mineros que aceptan la entrevista se desempeñan en el primer turno, con unos 20 trabajadores de Barroterán; el accidente ocurrió en el segundo turno, donde laboraban unos 15 obreros de Sabinas.
Las condiciones del pozo estremecen: un tiro vertical (un pozo) baja a unos 80 metros de profundidad, donde se ubican tres accesos a igual número de túneles, como si fuera un edificio de tres pisos. El primer y el tercer piso están inundados, así que sólo pueden trabajar en el segundo, a unos 100 metros del punto de descenso del tiro.
Así, el túnel del segundo piso es el que estaba activo. Como es costumbre, mide 1.50 metros de altura, así que es un lugar de difícil acceso. Lo normal es que se contraten menores y, tan sólo en el primer turno, hay cinco, cinco niños mineros y otros del segundo turno que no se sabe si alcanzaron a salir.
“Así andan muchos en los pozos. Ahí, en el que se accidente, por ejemplo, hay un malacatero que va a trabajar y lleva todo el turno a su niño de tres años”, menciona el trabajador admirado. Hace un año, el 3 de mayo de 2011, un niño malacatero perdió su brazo en el pozo 3 de Binsa, a unos 20 kilómetros de donde ocurrió el accidente de hoy, en una explosión en la que murieron 14 trabajadores.
Dos pozos
El propietario del pocito siniestrado es Baldemar Hernández Cadena, quien es un conocido pocero de la región, donde opera al menos otra explotación carbonera sin medidas elementales de seguridad ni responsabilidades patronales.
De acuerdo con Cristina Auerbach Benavides, activista de la Organización Familia de Pasta de Conchos, en las últimas horas han podido recuperar información sobre la forma en que opera el pozo y existe la duda de que no sean sólo dos los desaparecidos. Lo anterior, debido a la hora en que avisaron, la cantidad de trabajadores que laboran en el lugar, entre otros aspectos.
El pocito siniestrado se ubica en la carretera Sabinas-Juárez, en una zona conocida como San Felipe del Hondo. En el área del accidente hay al menos 15 pocitos inundados, a 50 metros entre sí, que se encuentran fuera de operación por inseguros.
Sin embargo, Hernández Cadena mandó desaguar uno de los pozos y reabrió.
Las condiciones de inseguridad y desprotección de los mineros en ese lugar se patenta en que el empresario rechazó formalmente que se practicara una inspección. Además, testimonios de trabajadores indican que el patrón no proporcionaba equipo de salvamento ni de seguridad elemental. En tanto, el pocito no tiene ventilación para evitar altas concentraciones de gas, ni polveo que posibilite restar explosividad al polvo de carbón.
Por si fuera poco, tras la amputación que sufrió Rosalío el año pasado, quedó expuesto también que él como la mayoría de los trabajadores, no estaban registrados en el IMSS.
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