¿Qué puede aprender #YoSoy132 de otros movimientos en el mundo?

Genaro Lozano*

Los recientes actos de protesta y las movilizaciones de estudiantes universitarios en México están causando muchas comparaciones, en ocasiones forzadas, con otros movimientos vistos en varias ciudades europeas y estadounidenses, aglutinados bajo el nombre de los indignados y #OccupyWallStreet, respectivamente, así como con las marchas que se dieron en el Norte de África y en el Medio Oriente en 2011, conocidas como la “primavera árabe”.

Hay algunos elementos que en efecto obligan a hablar de similitudes, específicamente encuentro al menos tres: la juventud de sus integrantes, sus distintas identidades universitarias y el uso de las redes sociales como un recurso de movilización y como una plataforma concentradora de la información. Tal vez ahí se queden las similitudes.

Las diferencias entre los casos mencionados son muchas y las son incluso dentro de cada uno de ellos, porque las razones de los indignados españoles variaban con las de los de #OccupyWallStreet neoyorquinos y si bien la demanda principal en el Medio Oriente y el Norte africano era la de la apertura democrática, hay diferencias en el grado de la misma país por país.

En el caso del naciente movimiento #YoSoy132 ya se presentan algunas diferencias entre sus integrantes. Por un lado están quienes han sido claros en decir que este movimiento no es “un movimiento en contra de nadie” y mucho menos uno “en contra de Enrique Peña Nieto”, candidato del PRI a la presidencia, y por el otro, quienes sí pugnan porque este movimiento apoye con el voto de sus integrantes a los candidatos del Partido Acción Nacional o del Partido de la Revolución Democrática. El estudiante twittero @astroboydeDios tiene bien documentada esta primera división dentro del movimiento #YoSoy132 en una propuesta que escribe en su blog.

Todo eso es normal. Un movimiento social no es un monolito y se enriquece de la pluralidad y de las discusiones de sus integrantes. De hecho, para la teoría que estudia los movimientos sociales, el #YoSoy132 se encuentra apenas en la fase 1, en el nacimiento de un movimiento social, definido por los académicos John McCarthy y Mayer Zald como un “conjunto de opiniones y creencias en un sector de la población que representan preferencias para cambiar algunos elementos de la estructura social y/o premiar con la distribución de logros a la sociedad”. Lo que falta ahora es que se convierta en un movimiento social organizado, que siguiendo la línea de pensamiento de los autores señalados es “una organización formal, institucionalizada, con miembros activos y con un objetivo claro y con estrategias para movilizar a un colectivo de manera recurrente con ese fin.”

Esas definiciones son sólo un principio, pero creo que están orientadas a la discusión obligada sobre qué sigue para este movimiento. Quienes lo integran deben ver los logros obtenidos por los movimientos que los han inspirado, el de los indignados europeos, el de las primaveras árabes y el de Occupy Wall Street y encontrar en qué fueron exitosos y en qué fracasaron.

El movimiento de los indignados tiene una variable similar a la del #YoSoy132: el contexto electoral. En España hubo mucha discusión sobre si los indignados tuvieron algún efecto en las elecciones y en el regreso de la derecha al poder. Varios académicos intentaron demostrar que el efecto del también llamado 15-M fue discursivo, una irrupción en las campañas, como ocurre ya con #YoSoy132, pero más allá de ello, para algunos académicos no tuvieron un efecto en el regreso del Partido Popular al poder, acaso sólo en un ligero aumento del voto nulo y aquí hay una primera lección para los jóvenes mexicanos.

En 2009 otro grupo de jóvenes mexicanos, especialmente los integrantes de la hoy Asamblea Nacional Ciudadana (ANCA), hicieron un llamado al voto nulo que tuvo eco en México y que sirvió como el motor para que en 2011 y 2012 otro grupo de jóvenes retomara esos esfuerzos y se apropiara del discurso de una reforma política necesaria en México. Hoy #YSoy132 sí está obligado a definir si seguirá llamando a sus integrantes a votar de manera informada o si incorporará el llamado al voto nulo entre sus objetivos. Realmente espero que lo último no sea el caso, porque si gana el Partido Revolucionario Institucional (PRI), como indican las encuestas, estos jóvenes serán irónicamente acusados de haber ayudado al regreso del PRI, como injustificadamente se acusó a los anulistas por el avance del partido tricolor en las elecciones intermedias del 2009.

Por su lado, Occupy Wall Street es un movimiento que tuvo una enorme atención mediática en Estados Unidos y que con ello ayudó a crear conciencia sobre las fallas de un modelo que genera una inaceptable desigualdad, sentimiento que fue genialmente enmarcado en términos discursivos al contrastar a ese “ 99%” de los que se quedan fuera de los beneficios del sistema contra ese “1%” que goza de ellos.

El #OccupyWallStreet obligó/ayudó al presidente Obama a impulsar su reforma al sistema financiero, así como lo obligó a ofrecer una política pública focalizada en ayudar a los estudiantes a pagar sus deudas universitarias y tal vez ahí quedó la cosa, también porque much@s acudieron al llamado del filósofo rockstar Slavoj Zizek, quien alguna vez llamó a ocupar primero y demandar después.

El #Yosoy132 sí tiene que dejar en claro qué busca, y tiene que hacerlo cuanto antes. Si es la democratización de los medios de comunicación, bien podrían tratar de aterrizar mejor esto, como hace el twittero @astroboydeDios con su propuesta. Los medios de comunicación privados son empresas, algunos con agendas propias, unos más unos menos, y con diferencias enormes en cómo informan: unos lo hacen de forma independiente, otros lo hacen a modo de propaganda pagada y disfrazada de información. Aquí me parece que los jóvenes del #YoSoy132 deberían exigir que los medios de comunicación privados (no los públicos) salgan del clóset como lo hacen en Estados Unidos cuando anuncian públicamente que apoyan a un candidato presidencial, a una candidata a gobernadora o candidaturas específicas al Congreso. Esto es algo concreto y creo que deseable.

Hay muchas otras lecciones que se podrían tomar de los otros movimientos. Hoy muchos de los que hemos seguido el nacimiento de la más reciente generación de movimientos sociales estamos asombrados por el éxito de las convocatorias. Ningún otro movimiento nacido en las redes sociales en México había tenido esa capacidad de sacar a las calles a tanta gente. El movimiento de Javier Sicilia no nació en las redes sociales. Por ello, quienes lo integran tienen una responsabilidad de no perder el impulso logrado de un buen arranque, la atención mediática, el espacio universitario y la coyuntura electoral si no quieren que en 2013 ya nadie se acuerde de ell@s.

Tal vez una asamblea interuniversitaria en la que se voten los objetivos del movimiento, así como la designación de uno o dos vocer@s por universidad sería un buen comienzo. Y mientras, felicitaciones a quienes le han recordado a la clase política que una democracia sin el derecho a la protesta y a disentir no es una democracia.

* Genaro Lozano es candidato a Doctor en Ciencia Política por The New School for Social Research y profesor en el ITAM, donde imparte la materia Protesta y Disidencia: Movimientos Sociales en Perspectiva Comparada, entre otras. Es coautor de varios libros, editorialista semanal en Grupo Reforma y analista político en CNN México. Su twitter es @genarolozano

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