Que nadie se espante

José Cárdenas

“Bienvenida la revolución de la inteligencia”. Así nos lo dijo el poeta rebelde Javier Sicilia.

–La protesta es contra todos, el candidato del PRI sólo es el pretexto… la gota que derramó el vaso.

Así responde Saúl Alvírdez, una voz autorizada del colectivo #YoSoy132 que desde hace dos semanas ha ganado las calles para manifestar la inconformidad estudiantil por la manipulación y la imposición de un proyecto político que, según ellos, pretenden algunos medios de comunicación.

–¿Demasiados medios están al servicio del sistema y alejados de la ciudadanía a la que dicen servir?

Lo que se inició como un reclamo al candidato del PRI en la Ibero, se ha transformado en un nuevo movimiento social difícil de definir.

No está claro si las movilizaciones estudiantiles anuncian una primavera mexicana… ni siquiera si estamos en la antesala de un nuevo 68… De lo que no hay duda es del hartazgo estudiantil frente al gobierno, los partidos, los medios y todo lo que huela a sistema político.

Es evidente que en el tejido de la juventud universitaria existe un larvado sentimiento de frustración que comienza a manifestarse aquí y allá… y que sin duda puede crecer.

Pero, al mismo tiempo, la inconformidad estudiantil revela una coincidencia de simbolismos políticos.

Primero, Atenco, un asunto pendiente que pesa como losa sobre el candidato priista.

El segundo, la Estela de Luz. Aun cuando el presidente Calderón se ufana de que las protestas no son contra él, los jóvenes eligieron con todo tino el mayor símbolo de la corrupción del actual gobierno para protestar.

El problema de #YoSoy132 es que la disidencia aún no puede ser calificada como un movimiento real. Ni siquiera sus integrantes tienen claro a dónde van. La explosiva protesta, si bien ha conquistado la solidaridad ciudadana, ha impedido aterrizar el enojo y eso es precisamente lo que pone en riesgo la manifestación espontánea.

A estas alturas, hay de tres sopas. La primera posibilidad es que el colectivo #YoSoy132 se organice y tome forma. La segunda, que la ausencia de claridad y liderazgos termine por dispersar a los jóvenes. La tercera y más peligrosa, es que un movimiento genuino sea aprovechado por el oportunismo de los políticos.

Ahí asoma un tercer simbolismo. Andrés Manuel López Obrador. Astuto como pocos, vuelve a tomar la iniciativa, se monta en la ola, invoca a los fantasmas del 68 y llama a la movilización desde la Plaza de las Tres Culturas. Saca a balcón el petate del muerto. Recuerda el sacrificio de otros universitarios que se atrevieron a alzar la voz y fueron aplastados por el puño del viejo régimen priista. El tabasqueño juega con la caja de Pandora.

Como sea, “me gustan los estudiantes”. Me recuerdan aquel poema de Violeta Parra. Bienvenidas todas las voces… aquélla y éstas.

MONJE LOCO: Comenta Ricardo Ravelo, periodista de Proceso, que las investigaciones de la justicia estadunidense a Tomás Yarrington comenzaron en 2004 por presuntas ligas del entonces gobernador de Tamaulipas y funcionarios de su gobierno con el cártel del Golfo. Ravelo hace memoria: “En ese tiempo, Rubén Hernández López, alias El Sargento, era chofer del procurador Francisco Cayuela Villarreal, a quien acusó de recaudar, cada semana, un millón de dólares del narco para financiar las aspiraciones presidenciales de Yarrington…” Tres días después de la publicación de ese testimonio, Rubén Hernández López fue asesinado.

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