Política “del odio” en la Ibero

Eduardo Ibarra Aguirre

Frente a la incapacidad para interpretar sin prejuicios los hechos ocurridos en la Universidad Iberoamericana con la visita de Enrique Peña, ya bautizado como “viernes negro”, circula la tesis de “la política del odio”.

Para postularla sobredimensionaron algunos juicios de los estudiantes, como aquellos de “Te odio” o “No te quiero en mi universidad”, entre otros expresados individualmente o escritos en pequeñas hojas.

Igualmente omiten hechos que no son del dominio público gracias a que la empresa propietaria de Forotv –donde se “teorizó” sobre la tesis en cuestión– y de los canales 2, 5 y 9, los censuró para salvar la buena imagen del hasta entonces “candidato teflón”.

En esta tarea tergiversadora, gracias a Mario Vázquez Raña y su Organización Editorial Mexicana, los lectores retrocedieron a los tiempos de la verdad única, la que dictan los intereses del impresentable personaje que uniformó los titulares de sus 60 diarios para mostrar como “gran triunfador” al joven candidato que supuso que lo de la campaña era un mero trámite.

Los estrategas Luis Videgaray y Pedro Joaquín Coldwell reaccionaron con los viejos instintos autoritarios del (nuevo) Partido Revolucionario Institucional ante el primer acto adverso que les toca y el quintanarroense exigió a las autoridades de la Ibero que investiguen quiénes fueron los manifestantes y “las baterías de los gatilleros tricolores se enfocaron sobre una persona: Ronit Guttman” (Reforma, 15 de mayo).

Los talentosos y parciales analistas omitieron: 1) Peña Nieto canceló la visita a la Ibero en dos ocasiones. 2) Escogió el viernes porque es el día de menor afluencia de universitarios. 3) Desde antes del acto los estudiantes fueron presentados como sediciosos en las ocho columnas de El Universal. 4) La mitad del auditorio fue ocupado con acarreados para que aplaudieran. 5) Los ayudantes de Peña Nieto ofrecieron 250 pesos a los estudiantes para que se abstuvieran de hacerle preguntas…

Con tales hechos producto de la insensibilidad más elemental, qué esperaban obtener los operadores y los intelectuales que defienden a Peña: Leo Zuckermann, Héctor Aguilar Camín y Ulises Beltrán, quien se presenta como víctima de la intolerancia en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional, cuando en 1968 realizó “lecturas clandestinas” de Max Weber para que no lo calificaran de “burgués”. Merece la Belisario Domínguez este encuestador que esperemos sea menos parcial en la toma de sus instantáneas.

Los presuntos promotores del odio en la Iberoamericana le formularon 20 preguntas a Enrique Peña, mismas que contestó sin ninguna limitación y concluida la sesión, ante los gritos sobre Atenco, se dio el lujo de regresar al auditorio y “aceptó que él tomó la decisión de ‘emplear el uso de la fuerza pública’, cosa que siempre había negado” (Katia D’ Artigues). Después salió del recinto, paseó rápidamente por la universidad acompañado de 20 escoltas y abordó su vehículo con el pulgar en alto sin que nadie obstruyera su paso.

Naturalmente que todos estos hechos fueron ignorados por los teorizadores sobre el “odio político”, acaso porque desde la semana pasada el historiador y novelista dictó cátedra en materia de intolerancia y odio a sus críticos, cuando escribió sobre los “tuiteros de consigna” y “López Obrador, candidato absoluto de la república del odio tuitero”. Hasta confesó: “He aprendido de los abogados que cuando un perro muerde a alguien, no hay que demandar al perro, sino al dueño del perro”.

Con tan sólidos argumentos de Aguilar Camín, los que desde Forotv (de Televisa) alertan sobre los peligros de sembrar el odio político, hacen un aporte inestimable a lo que tanto critican.

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