Pequeños gigantes

Eduardo Ibarra Aguirre

“Porque #Televisa, escucha transmitiremos el segundo debate presidencial por canal 2. Primera emisión de un debate por este canal” (El Universal) o “Porque #Televisateescucha, transmitiremos el segundo debate presidencial por el 2, primera emisión de un debate por este canal” (La Jornada), fue el escueto aviso, vía Twitter, con el cual el presidente del Consejo de Administración de Televisa anunció la importante concesión del consorcio televisivo más importante de habla hispana, en la aldea global, al movimiento de los estudiantes de las universidades públicas y privadas que se movilizan desde el 11 de mayo en las redes sociales y las calles por la democratización de los medios de comunicación.

Apenas 17 días fueron suficientes para que la columna vertebral del duopolio televisivo con todo y la incontenible soberbia que distingue a socios y directivos, incluso a intelectuales y conductores a su servicio –cada día más impugnados por voces independientes–, metieran reversa en su inicial linchamiento de los jóvenes de la Universidad Iberoamericana, abrieran cámaras y micrófonos para cubrir los hechos, hasta llegar a la que pretenden mostrar como una decisión de Emilio Azcárraga Jean. Omiten la importancia política inocultable que tiene, porque fue arrancada por los estudiantes muchísimo más temprano de lo previsible.

Sin concluir aún la tercera semana de movilizaciones, creativas y cotidianas, el estudiantado cuenta con una incidencia más que significativa en los medios –televisivos, radiofónicos e impresos–, abiertos a fuerza de un eficaz uso de las redes sociales, simpatía popular en ampliación y mayor consenso entre los alumnos de una veintena de centros de educación superior, en torno a sus demandas impugnadoras de la manipulación informativa y los contenidos de la programación con los que “administran la ignorancia” (Andrés Manuel López Obrador dixit), ahora expresadas en “Compra un libro, apaga Televisa” y la retadora y festiva “¿Y dónde está, y dónde está, la Televisa que nos iba a callar?”

No sólo no pudieron callarlos los dueños de Televisa –13 de los cuales lo son también del país– ni convencerlos sus sólidos intelectuales a sueldo, sino que los universitarios están concentrados en la exigencia de la cadena nacional para el debate del 10 de junio, apoyados en el artículo 62 de la Ley Federal de Radio y Televisión que a la letra dice: “Todas las estaciones de radio y televisión en el país estarán obligadas a encadenarse cuando se trate de transmitir informaciones de trascendencia para la nación a juicio de la Secretaría de Gobernación”.

En primera instancia Gobernación les cerró el acceso a los universitarios con elementos de la Policía Federal, ésa que se supone es para combatir al crimen organizado pero dedica miles de efectivos a contener los movimientos sociales. Los jóvenes acabaron dialogando, todos, no la acostumbrada comisión que exigen los funcionarios, y en plena calle con Obdulio Ávila. El panista los remitió al Instituto Federal Electoral porque “Gobernación sólo es coadyuvante del proceso electoral”.

Y en el IFE no faltaron los consejeros que calificaron de “extraordinaria noticia el anuncio de Televisa, porque implicará llegar a una mayor audiencia”. Esperan, además, “un gesto similar de Tv Azteca”, pero son incapaces como Consejo General de mover un dedo que lastime la presunta “libertad de expresión” –los gigantescos intereses mercantiles y políticos del oprobioso duopolio de la televisión–, aunque no faltó conductor del canal de Olegario Vázquez Raña que para burlarse de su audiencia supone, en pleno 2012, que la “libertad del televidente está en el control” para cambiar de canal.

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