Peña Nieto será presidente salvo que...

Jorge Zepeda Patterson

Las matemáticas son implacables. Faltan 48 días para la elección presidencial, casi mes y medio, y la ventaja de Enrique Peña Nieto sobre sus competidores se mantiene entre 15 y 20 puntos porcentuales, dependiendo de la casa encuestadora. Parecerían una ventaja decisiva, sobretodo porque se ha mantenido con escasas variaciones durante muchos meses. Difícil de creer que en siete semanas vaya a cambiar algo que no ha cambiado en siete meses.

Y pese a todo, los priista todavía no pueden conciliar el sueño. Hace seis años López Obrador perdió pese a tener una ventaja de casi 10 puntos, tres meses antes de la elección. Aunque poco probable, ¿qué imponderables podrían evitar el triunfo de Peña Nieto?

El factor presidencial. Algunos afirman que el poder de Los Pinos no puede ser descartado. Tiene aún botones y palancas que podrían ser activados en la última recta de la carrera, como lo hizo Vicente Fox para hacer ganar a Felipe Calderón. Según este argumento, ningún presidente del México moderno ha perdido una elección. El único que lo hizo, Ernesto Zedillo, perdió por voluntad propia; prefirió ver ganar al PAN y pasar a la historia como el presidente demócrata. En teoría, Calderón no ha dicho la última palabra en materia de sucesión presidencial. Bueno, eso dice la teoría. En la práctica creo que los activos políticos de Calderón están agotados. No puede ni quiere intervenir en el proceso electoral. Que no puede, ya lo demostró en las elecciones internas del PAN, cuando fue incapaz de imponer a Ernesto Cordero como abanderado de su partido. Lo último que le conviene a Calderón es intentar una trastada que le gane el rencor del futuro presidente del país. Es tan precario el futuro político y eventualmente jurídico de Calderón con motivo de los 60 mil muertos, que difícilmente querrá arriesgarse. Más aún, me parece que ya existe un pacto tácito al respecto. Esta semana Peña Nieto afirmó que Calderón hizo lo correcto institucionalmente cuando incorporó al Ejército a la lucha contra el narco. Un auténtico guiño de paz y concordia. En suma, Calderón no será un obstáculo para el triunfo del priista.

Las redes sociales digitales. Sin ninguna duda, la blogosfera le es adversa a Peña Nieto. Basta ver los trending topics en México para darse cuenta de la fortaleza de los seguidores de López Obrador en las redes. Difícil de evaluar el impacto final que esto pueda tener en la elección. Es un factor que no existía hace seis años. ¿Cuántos de ellos votan? ¿Cuán representativos son? ¿Cuán sesgado está por los motores de intervención de la izquierda? No lo sabemos. Por lo pronto, es el origen de la mayor parte de los dolores de cabeza del candidato del PRI.

El voto indeciso. La ventaja puede ser de 20 puntos, pero la proporción de personas que aún no deciden por quién van a votar, según las encuestas, llega a casi a 30%. Suficiente para poner nervioso al cuarto de guerra del PRI. Probablemente una porción de los indecisos no irá a las urnas, pero ¿el resto? La mejor noticia para Peña Nieto es la emergencia de Quadri en el más reciente debate. Si el candidato del Panal es capaz de atraer un 4 o 5% de la votación, reducirá en esa proporción el voto disperso que puedan capturar López Obrador y Josefina Vázquez Mota.

El voto útil. En el 2000 Vicente Fox fue capaz de atraer a muchos votantes progresistas que prefirieron sufragar por el de la derecha, al ver las escasas posibilidades de su candidato natural, Cuauhtémoc Cárdenas, en su afán de sacar al PRI de Los Pinos. Para Peña Nieto habría sido adverso que se ampliara la distancia entre el segundo y el tercer lugar, porque eso podría haber generado el fenómeno del voto útil. Pero hasta en eso ha corrido con suerte. López Obrador y Vázquez Mota prácticamente se encuentran en empate técnico. No es probable que sus votantes renuncien al segundo lugar en beneficio del otro.

Morena. Imposible dimensionar el peso de la organización de base de López Obrador. En teoría es una red piramidal formada por cientos de miles, quizá millones de miembros comprometidos cada uno a llevar a cinco personas a las urnas. Tampoco ha sido probada, pero no fue muy efectiva en el caso de las pasadas elecciones en el Edomex.

En suma, pese a la amplia ventaja del priista existen imponderables que no pueden ser del todo descartables, aunque algunos de ellos son francamente peregrinos. ¿Una suma de estos imponderables podría poner en riesgo el triunfo del PRI? Poco probable, pero al menos propicia algún suspenso en una elección que, de otro modo, sería de trámite. Veremos.

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