Carlos Ramírez / Indicador Político
Si hace cuatro años Barack Obama construyó su discurso de campaña presidencial sobre el concepto de la “esperanza” para diferenciarse de la gerencia de temor de ocho años de gobierno de George W. Bush, ahora su discurso de reelección se ha montado en la misma lógica de Bush: El miedo.
El pasado fin de semana arrancó Obama su campaña política por la reelección, pero las primeras cifras parecen serle adversas: las principales empresas encuestadoras le dan un empate con el republicano Mitt Romney, con el dato adicional que desde enero del 2011 las tendencias electorales de Obama han estado debajo de la línea de flotación del 50%.
Con la crisis económica en contra, sin poder encontrar el ritmo de reactivación del crecimiento, alejado de Europa y América Latina, Obama ha centrado su discurso de campaña en el terrorismo. En este contexto, el presidente de los EU ha tratado de capitalizar el asesinato de Osama bin Laden en mayo del 2011, aunque hace un año las expectativas del voto de Obama llegaron a 48.9% en las encuestas desde un piso de 44.8%, pero décimo en el aniversario del 9/11 el año pasado volvió a tocar fondo con 44.8% de las tendencias de voto.
Del otro lado, las tendencias electorales de Romney han estado arriba de 40% y con altibajos ha mantenido una diferencia que ha oscilado de 6 puntos a favor de Obama a empate técnico. De acuerdo con una estadística histórica de Real Clear Politics --www.realclearpolitics.com--, la luna de miel de Obama duró menos de un año: Inició su mandato en enero de 2009 hace casi cuatro años con una aprobación de 63% y cayó desde noviembre de 2009 a cifras debajo de 50%, con todo el segundo semestre del año pasado con la aprobación debajo de la desaprobación.
En cambio, como aspirante presidencial, el republicano Romney arrancó en enero del año pasado con una tendencia electoral de apenas 41% y ha logrado, con altibajos, una tendencia de ascenso que lo ha llevado al empate técnico con Obama en unas tres ocasiones, con datos reveladores de que en dos ocasiones se ha puesto por encima del demócrata.
En el fondo de los problemas de Obama para sacar desde ahora alguna ventaja sostenida se encuentran no sólo los saldos negativos de la crisis heredada de Bush pero sin solucionarla, su impericia en el manejo de la estrategia de seguridad nacional y el mantenimiento de las “leyes patrióticas” de Bush, además de la propia agenda republicana que se basa en tres pilares: El conservadurismo de valores, la geopolítica exterior y la disminución de impuestos.
Paradójicamente para Obama, su estrategia del miedo para seguir en la Casa Blanca ayuda a construir el discurso republicano de Romney y le resta votos demócratas de ciudadanos que han vuelto a entrar en la lógica del temor y del terrorismo, sobre todo porque las “victorias” de Obama en materia de terrorismo no han beneficiado sus encuestas y sí han creado un ambiente de temor que tradicionalmente saben explotar los republicanos.
Los juicios militares contra civiles por terrorismo, el deseo de los estadunidenses de superar el 9/11 del 2001 y el asesinato del líder terrorista Osama bin Laden no ha ayudado a Obama a consolidar una ventaja; al contrario, se han convertido en temas de controversias; a finales de abril pasado, por ejemplo, un ex combatiente de los marines y del grupo de asalto SEAL criticó a Obama por usar el asesinato de Bin Laden como “munición” de campaña electoral.
Lo grave de los mensajes de campaña de Obama es que anulan sus spots de la campaña anterior, cuando acusó a su contrincante demócrata Hillary Clinton de ser demasiado guerrerista en sus mensajes. Los conceptos de esperanza y cambio perdieron eficacia en estos tres y medio años y ya no convencen a votantes que poco quieren saber de terrorismo y que siguen esperando la reactivación económica. El empleo pareció haber tocado piso y comenzar una reactivación, pero ahora el debate radica en la baja calidad de los empleos. A ello se agrega el dato de una deuda mayor a los 5 trillones de dólares.
Al arrancar formalmente su campaña, Obama parecer haber perdido el foco político y sus mensajes aparecen forzados: De nueva cuenta su promesa --ya incumplida-- de una reforma migratoria que por lo demás está consciente que tampoco saldrá en su segunda gestión y las presiones de sus asesores para tomar banderas que había eludido por falta de convicción como el apoyo a matrimonios de personas del mismo sexo, temas que en el fondo reactivan las movilizaciones republicanas y dividen a los demócratas conservadores.
Obama se encuentra en una situación similar a la del presidente Jimmy Carter en 1981 cuando careció de alguna bandera efectiva de su primera gestión y perdió ante el discurso conservador -económico y geopolítico- de Ronald Reagan con su nueva política económica por el lado de la oferta y el temor a los ataques contra los EU por parte de la Unión Soviética y sus aliados radicales de Irán y el medio oriente. Reagan ganó la presidencia con una ventaja sobre Carter de casi 10 puntos porcentuales.
En contra de Obama corre el hecho de que -muy en el estilo de la pregunta que Reagan a los estadounidenses para ganarle a Carter el debate televisivo- los estadunidenses se encuentran hoy peor que en el 2008 y que Obama ha logrado sobrevivir en la crisis geopolítica de los Estados Unidos con las doctrinas patrióticas de George W. Bush. Y a diferencia de hace cuatro años, Romney no es John McCain.
El dato revelador de las dificultades de Obama radica en el hecho de que comienza abajo en las expectativas sociales y tiene que hacer un esfuerzo mayor al del 2008 para ganar ventaja, en tanto que Romney comienza en una buena posición de arranque de campaña pegado al demócrata. Ello revela que Obama tendrá que hacer un esfuerzo mayor para permanecer en el mismo lugar.
Si hace cuatro años Barack Obama construyó su discurso de campaña presidencial sobre el concepto de la “esperanza” para diferenciarse de la gerencia de temor de ocho años de gobierno de George W. Bush, ahora su discurso de reelección se ha montado en la misma lógica de Bush: El miedo.
El pasado fin de semana arrancó Obama su campaña política por la reelección, pero las primeras cifras parecen serle adversas: las principales empresas encuestadoras le dan un empate con el republicano Mitt Romney, con el dato adicional que desde enero del 2011 las tendencias electorales de Obama han estado debajo de la línea de flotación del 50%.
Con la crisis económica en contra, sin poder encontrar el ritmo de reactivación del crecimiento, alejado de Europa y América Latina, Obama ha centrado su discurso de campaña en el terrorismo. En este contexto, el presidente de los EU ha tratado de capitalizar el asesinato de Osama bin Laden en mayo del 2011, aunque hace un año las expectativas del voto de Obama llegaron a 48.9% en las encuestas desde un piso de 44.8%, pero décimo en el aniversario del 9/11 el año pasado volvió a tocar fondo con 44.8% de las tendencias de voto.
Del otro lado, las tendencias electorales de Romney han estado arriba de 40% y con altibajos ha mantenido una diferencia que ha oscilado de 6 puntos a favor de Obama a empate técnico. De acuerdo con una estadística histórica de Real Clear Politics --www.realclearpolitics.com--, la luna de miel de Obama duró menos de un año: Inició su mandato en enero de 2009 hace casi cuatro años con una aprobación de 63% y cayó desde noviembre de 2009 a cifras debajo de 50%, con todo el segundo semestre del año pasado con la aprobación debajo de la desaprobación.
En cambio, como aspirante presidencial, el republicano Romney arrancó en enero del año pasado con una tendencia electoral de apenas 41% y ha logrado, con altibajos, una tendencia de ascenso que lo ha llevado al empate técnico con Obama en unas tres ocasiones, con datos reveladores de que en dos ocasiones se ha puesto por encima del demócrata.
En el fondo de los problemas de Obama para sacar desde ahora alguna ventaja sostenida se encuentran no sólo los saldos negativos de la crisis heredada de Bush pero sin solucionarla, su impericia en el manejo de la estrategia de seguridad nacional y el mantenimiento de las “leyes patrióticas” de Bush, además de la propia agenda republicana que se basa en tres pilares: El conservadurismo de valores, la geopolítica exterior y la disminución de impuestos.
Paradójicamente para Obama, su estrategia del miedo para seguir en la Casa Blanca ayuda a construir el discurso republicano de Romney y le resta votos demócratas de ciudadanos que han vuelto a entrar en la lógica del temor y del terrorismo, sobre todo porque las “victorias” de Obama en materia de terrorismo no han beneficiado sus encuestas y sí han creado un ambiente de temor que tradicionalmente saben explotar los republicanos.
Los juicios militares contra civiles por terrorismo, el deseo de los estadunidenses de superar el 9/11 del 2001 y el asesinato del líder terrorista Osama bin Laden no ha ayudado a Obama a consolidar una ventaja; al contrario, se han convertido en temas de controversias; a finales de abril pasado, por ejemplo, un ex combatiente de los marines y del grupo de asalto SEAL criticó a Obama por usar el asesinato de Bin Laden como “munición” de campaña electoral.
Lo grave de los mensajes de campaña de Obama es que anulan sus spots de la campaña anterior, cuando acusó a su contrincante demócrata Hillary Clinton de ser demasiado guerrerista en sus mensajes. Los conceptos de esperanza y cambio perdieron eficacia en estos tres y medio años y ya no convencen a votantes que poco quieren saber de terrorismo y que siguen esperando la reactivación económica. El empleo pareció haber tocado piso y comenzar una reactivación, pero ahora el debate radica en la baja calidad de los empleos. A ello se agrega el dato de una deuda mayor a los 5 trillones de dólares.
Al arrancar formalmente su campaña, Obama parecer haber perdido el foco político y sus mensajes aparecen forzados: De nueva cuenta su promesa --ya incumplida-- de una reforma migratoria que por lo demás está consciente que tampoco saldrá en su segunda gestión y las presiones de sus asesores para tomar banderas que había eludido por falta de convicción como el apoyo a matrimonios de personas del mismo sexo, temas que en el fondo reactivan las movilizaciones republicanas y dividen a los demócratas conservadores.
Obama se encuentra en una situación similar a la del presidente Jimmy Carter en 1981 cuando careció de alguna bandera efectiva de su primera gestión y perdió ante el discurso conservador -económico y geopolítico- de Ronald Reagan con su nueva política económica por el lado de la oferta y el temor a los ataques contra los EU por parte de la Unión Soviética y sus aliados radicales de Irán y el medio oriente. Reagan ganó la presidencia con una ventaja sobre Carter de casi 10 puntos porcentuales.
En contra de Obama corre el hecho de que -muy en el estilo de la pregunta que Reagan a los estadounidenses para ganarle a Carter el debate televisivo- los estadunidenses se encuentran hoy peor que en el 2008 y que Obama ha logrado sobrevivir en la crisis geopolítica de los Estados Unidos con las doctrinas patrióticas de George W. Bush. Y a diferencia de hace cuatro años, Romney no es John McCain.
El dato revelador de las dificultades de Obama radica en el hecho de que comienza abajo en las expectativas sociales y tiene que hacer un esfuerzo mayor al del 2008 para ganar ventaja, en tanto que Romney comienza en una buena posición de arranque de campaña pegado al demócrata. Ello revela que Obama tendrá que hacer un esfuerzo mayor para permanecer en el mismo lugar.
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