¿Nueva migración española?

José Carreño Figueras

¿Deben los países latinoamericanos prepararse a una nueva migración española?

De acuerdo a muchos indicios, incluso un reciente artículo en el “Financial Times”, la respuesta es sí. La motivación es simple, al margen de sus problemas América Latina -México incluido aunque le pese a los brasileños- luce hoy como tierra de oportunidades para un sector importante de la juventud española, hoy por hoy carente de empleo, de perspectivas y sin la emigración, de esperanzas.

El diario consignó que el Instituto Nacional de Estadísticas de España estimó que hasta 2020, la nueva emigración española será de “mas de medio millón de personas al año”. Y esos serán los que tengan suerte, ante los crecientes temores de lo que se define ya como “una generación perdida” que incluye a muchos de los jóvenes mejor educados del país.

Pero esa generación incluye también a muchos que durante los no tan lejanos tiempos de bonanza dejaron la escuela para dedicarse a la en esos momentos explosiva industria de la construcción, y ahora están sin trabajo y sin la educación suficiente para competir, al menos en España.

Muchos de ellos llegarán a México. Unos cuantos miles o decenas de miles. Pese a los problemas de violencia, hay oportunidades para gente empeñada en trabajar y especialmente si como puede ocurrir, tienen las redes sociales necesarias: el primo, el amigo de infancia, el tío para repetir, en otro contexto y quizá en otras condiciones, el viejo cuento del migrante que dormía bajo el mostrador de la tienda de abarrotes o la panadería antes de establecerse por cuenta propia.

El cuento actual podría ser el referente a quien se labre un futuro en la banca, o en la informática o alguna otra industria con base a una preparación que por desgracia y no por su culpa puede ser superior a la de muchos mexicanos, que sin embargo podríamos aprender de ellos.

Pero también debe haber cuidado de que las empresas españolas establecidas aquí den preferencias por razón de identidad nacional. No necesitamos una nueva nobleza criolla y después de todo, aquí sí, “nobleza obliga” y los resultados en México contribuyen a su supervivencia en Europa.

En todo caso no será la primera vez que los mexicanos como país, como sociedad, recibamos un beneficio de la inmigración, sea de españoles, sea de otros que obligados por problemas políticos o económicos en sus países de origen se vieron obligados a huir o a salir y decidieron establecerse aquí. En el caso de de España, una nueva inmigración de ahí estaría lejos de ser la primera vez después de la Independencia o de la Revolución, con un homenaje de hecho a los miembros de esa generación que salió a causa de la guerra civil y llegaron a México para crear empresas y establecer escuelas, trajeron conocimientos y una ética de trabajo.

Cierto, no todos los migrantes -los que recibimos o los que enviamos- son buenas personas, pero eso es inevitable. Lo que sí es evitable es la xenofobia, la ridícula formulación de que todo lo malo que ocurre es primariamente culpa de factores externos o de extranjeros y no como es, con mas frecuencia de la que quisiéramos, producto de nuestros propios defectos y virtudes.

Ramón Pin, profesor de la escuela de Negocios de la Universidad de Navarra, dijo al “Financial Times” que la emigración de jóvenes preparados “puede ser dolorosa en el corto plazo pero algún día regresarán con mejores habilidades y conocimiento del mundo… Puede doler, pero es algo bueno para España en el largo plazo”.

Y tal vez regresen. Tampoco sería la primera vez que un migrante saliera con la intención de regresar, pero nunca lo cumpliera. Pero una de las enseñanzas que los mexicanos pudiéramos ofrecer a los nuevos inmigrantes españoles sería la tolerancia a los nuevos inmigrantes, lejos de “cabezas rapadas” y motes derogatorios, aunque a juzgar por algunas actitudes recientes sería quizás demasiado pedir…

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