Salvador García Soto
El primer encuentro frontal entre los aspirantes a la Presidencia ocurrirá este domingo sin grandes expectativas sobre la espectacularidad de ese debate. Dicen los expertos en marketing político que un debate no suele definir una elección y si ese debate está sujeto a un formato cuadrado y que permite muy poco la confrontación verbal, seguramente define mucho menos.
Si bien el ejercicio es importante y representa una oportunidad para el electorado de conocer mejor a los candidatos y medir su capacidad de reacción ante preguntas incomodas o señalamientos difíciles, la forma en que el IFE definió que se llevara a cabo este debate no permitirá mucho intercambio verbal entre los candidatos y más bien se puede tornar en un evento que facilite las estrategias de autodefensa de algunos aspirantes.
Aún así, y con el desafío abierto de Televisión Azteca que decidió no transmitir el debate por sus canales y programar en su lugar un partido de futbol de las finales, el primer debate mostrará la habilidad de los aspirantes para aprovechar el espacio y la exposición que tendrán en televisión nacional y en horario estelar para tratar de sumar adeptos a sus campañas.
El nivel de exigencia del debate no será el mismo para los cuatro candidatos. Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador están mucho más presionados a aprovechar el tiempo de duración del encuentro para tratar, primero de exhibir al puntero Enrique Peña Nieto y hacerlo trastabillar frente a a la audiencia, y luego para mostrarse convincentes y contrastarse con el mexiquense.
Para Peña la presión es menor. Si bien será blanco de los ataques de sus contrincantes, que buscarán provocarlo, el priista ya ha preparado el terreno con su discurso de ¨no voy a responder a los ataques porque no quiero dividir a los mexicanos¨ y es muy probable que busque mantenerse en esa linea y, sin dejar de dar respuesta breve a los señalamientos, se concentre más en su discurso de ¨compromisos y propuestas¨.
Es probable que lo que veamos el domingo sea una reedición de aquel primer debate de los candidatos a gobernador del Estado de México, ocurrido el 9 de junio de 2011, en el que los dos candidatos opositores, del PAN y del PRD, se centraron en cuestionar y atacar al candidato del PRI que aventajaba en las encuestas, pero éste, ayudado por el formato, rehuyó casi todas las críticas y se dio el lujo de no responder hasta con cierto cinismo.
Algo muy parecido veremos este domingo y quizás convendría a Vázquez Mota y a López Obrador, estudiar aquel debate y buscar las formas de romper la estrategia priista que será muy parecida a la de aquel encuentro.
El que llegara mucho más relajado al debate y por tanto puede ser el que más gane es el candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri. El ambientalista tiene la ventaja de no tener presión alguna y si se maneja en el debate con el desenfado y las propuestas interesantes que ha tenido hasta ahora en campaña, es muy probable que en este encuentro puede subir sus intenciones de voto.
Así que, con la competencia del futbol de liguilla y con una serie de complicaciones técnicas y de formato que no ha sabido resolver el IFE, el domingo veremos qué clase de debate nos ofrecen los candidatos. Para unos, segundo y tercer lugar en las encuestas, puede ser un debate que marque un punto de quiebre para sus campañas, para otros, el caso del puntero, la apuesta es a simplemente flotar y salir ileso. Esperemos que al menos los cuatro aspirantes ofrezcan algo de espectáculo y logren meterse unos a otros varios goles y se ganen, al menos el zapping del respetable.
El primer encuentro frontal entre los aspirantes a la Presidencia ocurrirá este domingo sin grandes expectativas sobre la espectacularidad de ese debate. Dicen los expertos en marketing político que un debate no suele definir una elección y si ese debate está sujeto a un formato cuadrado y que permite muy poco la confrontación verbal, seguramente define mucho menos.
Si bien el ejercicio es importante y representa una oportunidad para el electorado de conocer mejor a los candidatos y medir su capacidad de reacción ante preguntas incomodas o señalamientos difíciles, la forma en que el IFE definió que se llevara a cabo este debate no permitirá mucho intercambio verbal entre los candidatos y más bien se puede tornar en un evento que facilite las estrategias de autodefensa de algunos aspirantes.
Aún así, y con el desafío abierto de Televisión Azteca que decidió no transmitir el debate por sus canales y programar en su lugar un partido de futbol de las finales, el primer debate mostrará la habilidad de los aspirantes para aprovechar el espacio y la exposición que tendrán en televisión nacional y en horario estelar para tratar de sumar adeptos a sus campañas.
El nivel de exigencia del debate no será el mismo para los cuatro candidatos. Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador están mucho más presionados a aprovechar el tiempo de duración del encuentro para tratar, primero de exhibir al puntero Enrique Peña Nieto y hacerlo trastabillar frente a a la audiencia, y luego para mostrarse convincentes y contrastarse con el mexiquense.
Para Peña la presión es menor. Si bien será blanco de los ataques de sus contrincantes, que buscarán provocarlo, el priista ya ha preparado el terreno con su discurso de ¨no voy a responder a los ataques porque no quiero dividir a los mexicanos¨ y es muy probable que busque mantenerse en esa linea y, sin dejar de dar respuesta breve a los señalamientos, se concentre más en su discurso de ¨compromisos y propuestas¨.
Es probable que lo que veamos el domingo sea una reedición de aquel primer debate de los candidatos a gobernador del Estado de México, ocurrido el 9 de junio de 2011, en el que los dos candidatos opositores, del PAN y del PRD, se centraron en cuestionar y atacar al candidato del PRI que aventajaba en las encuestas, pero éste, ayudado por el formato, rehuyó casi todas las críticas y se dio el lujo de no responder hasta con cierto cinismo.
Algo muy parecido veremos este domingo y quizás convendría a Vázquez Mota y a López Obrador, estudiar aquel debate y buscar las formas de romper la estrategia priista que será muy parecida a la de aquel encuentro.
El que llegara mucho más relajado al debate y por tanto puede ser el que más gane es el candidato de Nueva Alianza, Gabriel Quadri. El ambientalista tiene la ventaja de no tener presión alguna y si se maneja en el debate con el desenfado y las propuestas interesantes que ha tenido hasta ahora en campaña, es muy probable que en este encuentro puede subir sus intenciones de voto.
Así que, con la competencia del futbol de liguilla y con una serie de complicaciones técnicas y de formato que no ha sabido resolver el IFE, el domingo veremos qué clase de debate nos ofrecen los candidatos. Para unos, segundo y tercer lugar en las encuestas, puede ser un debate que marque un punto de quiebre para sus campañas, para otros, el caso del puntero, la apuesta es a simplemente flotar y salir ileso. Esperemos que al menos los cuatro aspirantes ofrezcan algo de espectáculo y logren meterse unos a otros varios goles y se ganen, al menos el zapping del respetable.
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