Legado presidencial

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

Orondo, alegre, sin pizca de nostalgia porque el poder lo abandona, se mueve por México y el mundo el presidente de la República. Lo mismo hace un viaje personal -¿con recursos del pueblo?- para visitar en el hospital a Alonso Lujambio, que acudirá a Nueva York donde se le premiará por su labor en beneficio de las madres trabajadoras y los niños de México, al promover la “adecuación” de tantas y tan necesarias y seguras guarderías, donde no volverá a repetirse lo de Hermosillo.

Tiene razón el jefe de las Fuerzas Armadas en sentirse satisfecho, ha hecho lo necesario para minar, destruir, hacer a un lado el único éxito de su predecesor, Vicente Fox Quesada: la Ley de Acceso a la Información Pública Gubernamental, y la creación del IFAI.

Pero hete aquí que los expedientes negros pasaron de siete a ocho millones reservados para su información, y las solicitudes para acceder a ellos están sujetas a juicios de nulidad. Además, el lenguaje y la maña oficiales se han perfeccionado, pues igualmente niegan esos expedientes negros porque la solicitud de quien la requiere no es compatible con el marco de la ley, o -de plano en el colmo del cinismo- porque los datos requeridos son inexistentes.

No importa, porque facilita que hoy y en el futuro se desconozca el verdadero saldo de su guerra contra le delincuencia organizada, pues no hay averiguaciones previas, en muchos casos es imposible establecer la identidad de los cadáveres, y ni qué decir que a nadie conviene que se sepa que en su mayoría son centro y sudamericanos. Es cierto, para qué echarse a perder el día con tanta cifra, con tanta muerte violenta.

Y del hambre, ya ni hablamos, como tampoco conviene hablar del desempleo y del crecimiento exponencial de la informalidad como único opción pa’ conseguir pa’l chivo.

Naturalmente debe estar feliz el titular del Ejecutivo, pues no se manifiestan contra él, sino contra la posibilidad de que el PRI regrese al poder, con todo ese lastre negativo que carga ese partido, que ni en sus horas felices pudo concebir la creación del IMSS, del ISSSTE, del Infonavit, la UAM, el Poli, el Banco de México; tampoco nunca pensó en la autonomía universitaria, en el Conacyt, en los apoyos a la exportación, en un sistema de salud integral. Como tampoco pudo impulsar la ciudadanización del IFE, o el trife, o las reformas al Poder Judicial de la Federación.

Al PRI sólo le resultaron los monstruos: el corporativismo, las asimetrías del crecimiento económico, la tecnocracia, la represión, los diputados de partido, los apoyos al cine y las becas a los intelectuales.

Aunque en corrupción, resultaron más feroces los nuevos mangoneadores que los viejos. Sí, es bueno el legado del presidente, tiene razones para estar feliz.

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