Andy Novell F.
La detención de 20 migrantes centroamericanos en las calles de la delegación Iztacalco causó revuelo entre las autoridades capitalinas, que de inmediato se deslindaron señalando que la trata de personas en este caso de ciudadanos de otros países es delito federal.
Sin embargo, hay un pequeño dato que han olvidado las autoridades capitalinas; la Ciudad de México en la última década se ha convertido en un lugar seguro para las rutas del crimen organizado, esto se debe a que no es raro que los autos o camionetas lleven más de cuatro tripulantes.
De acuerdo con autoridades de la Policía Federal, el Distrito Federal está considerado como el paso “seguro” para las organizaciones de trata de personas que trasladan vía terrestre a decenas de ciudadanos de la India, Brasil, Perú, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras hasta el paso de trenes del municipio de Tultitlán en el Estado de México.
La ruta de la trata de personas vía tren se realiza desde Tenocique, Tabasco o Arriaga, Chiapas, pasando por Veracruz y Oaxaca hasta llegar a Puebla. Debido a los constantes operativos en la vía férrea los delincuentes trasladan a los migrantes vía terrestre de Veracruz y Oaxaca en camiones de carga hasta la Ciudad de México.
Los llamados polleros utilizan las autopistas de cuota de ambos estados que desembocan en la México-Puebla, calzada Ignacio Zaragoza y Circuito Interior en el DF. En la delegación Iztacalco, los migrantes pasan de los camiones de carga a autos o camionetas particulares.
En los perímetros de la delegación Gustavo A. Madero utilizan los hoteles de paso cercanos a la Basílica de Guadalupe, donde hospedan a los migrantes por unos días. Esto se debe a que diariamente hay cientos de feligreses de todo el país visitando el atrio guadalupano, lo que hace invisibles a los ciudadanos centroamericanos.
Después de estar en esta delegación esperando que se enfríe el “cargamento” nombre que se le da a los migrantes, parten de estos hoteles al municipio de Coacalco para llegar al patio de trenes ubicado en Tultitlán para tomar el tren rumbo a Coahuila, Tamaulipas, Sonora y Tijuana.
El traslado de Tabasco o Chiapas a la frontera con Estados Unidos es de 20 mil pesos por cada migrante; hasta el momento no hay estadísticas de cuántos migrantes centroamericanos entran al Distrito Federal sin ser captados por las autoridades locales y federales.
Estás rutas que utilizan los delincuentes tiene años, ahora es utilizada por los distintos cárteles del narcotráfico para trasladar estupefacientes y armas de los municipios del oriente al norte del Estado de México de la manera más segura.
El gran número de vehículos que circulan por la capital del país permite a los criminales pasar desapercibidos ante los ojos de las autoridades locales, quienes también está obligados en sus códigos penales a luchar contra estos delitos.
La detención de 20 migrantes centroamericanos en las calles de la delegación Iztacalco causó revuelo entre las autoridades capitalinas, que de inmediato se deslindaron señalando que la trata de personas en este caso de ciudadanos de otros países es delito federal.
Sin embargo, hay un pequeño dato que han olvidado las autoridades capitalinas; la Ciudad de México en la última década se ha convertido en un lugar seguro para las rutas del crimen organizado, esto se debe a que no es raro que los autos o camionetas lleven más de cuatro tripulantes.
De acuerdo con autoridades de la Policía Federal, el Distrito Federal está considerado como el paso “seguro” para las organizaciones de trata de personas que trasladan vía terrestre a decenas de ciudadanos de la India, Brasil, Perú, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras hasta el paso de trenes del municipio de Tultitlán en el Estado de México.
La ruta de la trata de personas vía tren se realiza desde Tenocique, Tabasco o Arriaga, Chiapas, pasando por Veracruz y Oaxaca hasta llegar a Puebla. Debido a los constantes operativos en la vía férrea los delincuentes trasladan a los migrantes vía terrestre de Veracruz y Oaxaca en camiones de carga hasta la Ciudad de México.
Los llamados polleros utilizan las autopistas de cuota de ambos estados que desembocan en la México-Puebla, calzada Ignacio Zaragoza y Circuito Interior en el DF. En la delegación Iztacalco, los migrantes pasan de los camiones de carga a autos o camionetas particulares.
En los perímetros de la delegación Gustavo A. Madero utilizan los hoteles de paso cercanos a la Basílica de Guadalupe, donde hospedan a los migrantes por unos días. Esto se debe a que diariamente hay cientos de feligreses de todo el país visitando el atrio guadalupano, lo que hace invisibles a los ciudadanos centroamericanos.
Después de estar en esta delegación esperando que se enfríe el “cargamento” nombre que se le da a los migrantes, parten de estos hoteles al municipio de Coacalco para llegar al patio de trenes ubicado en Tultitlán para tomar el tren rumbo a Coahuila, Tamaulipas, Sonora y Tijuana.
El traslado de Tabasco o Chiapas a la frontera con Estados Unidos es de 20 mil pesos por cada migrante; hasta el momento no hay estadísticas de cuántos migrantes centroamericanos entran al Distrito Federal sin ser captados por las autoridades locales y federales.
Estás rutas que utilizan los delincuentes tiene años, ahora es utilizada por los distintos cárteles del narcotráfico para trasladar estupefacientes y armas de los municipios del oriente al norte del Estado de México de la manera más segura.
El gran número de vehículos que circulan por la capital del país permite a los criminales pasar desapercibidos ante los ojos de las autoridades locales, quienes también está obligados en sus códigos penales a luchar contra estos delitos.
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