Salvador García Soto
Con la intención de sacudirse rápido el escándalo y evitar un daño a su candidato presidencial, el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell se apresuró ayer a pedir la suspensión de la militancia del ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, señalado y acusado en cortes civiles de Estados Unidos por haber recibido dinero del narcotráfico y haber comprado con él propiedades en Texas en operaciones de lavado de dinero.
La rapidez con que reaccionó el presidente del PRI, algo inusual en ese partido donde la expulsión de Raúl Salinas de Gortari, cuando ya había sido declarado culpable del homicidio del ex secretario general priista José Francisco Ruiz Massieu se llevó varios años, sorprendió cuando a Yarrington aún no se le finca un cargo penal en México y él mismo ayer dijo a través de las redes sociales que sigue libre y que no ha recibido ninguna notificación formal del gobierno estadunidense.
¿Por qué entonces Pedro Joaquín apresura un juicio y decide pedir la suspensión y quizás después la expulsión del ex gobernador Yarrington? En realidad Coldwell, al igual que Peña Nieto, saben desde hace meses que el priista que gobernó Tamaulipas de 1999 a 2005 está sujeto a investigación tanto en México como en Estados Unidos, y que es cuestión de tiempo para que se ordene su detención de este o de aquel lado de la frontera. Y no lo saben de oídas o por rumores de banqueta, tienen claro que a Yarrington lo van a meter a la cárcel.
A finales de febrero hubo un encuentro en Los Pinos entre el presidente y Pedro Joaquín Coldwell. El lider priista acudió a petición del mandatario, luego de la molestia que desataron en el PRI las declaraciones que por esos dias hizo el presidente al afirmar ante banqueros que Josefina Vázquez Mota iba a solo 4 puntos debajo de Enrique Peña Nieto. La cúpul a priista le advirtió a Calderón que si esa iba a ser la tónica y él se iba a meter a las campañas le responderían con ataques políticos y denuncias a él y a su gabinete.
En esa plática se hizo una suerte de pacto en la que Calderón ofreció no intervenir abiertamente en las elecciones, a cambio de que el PRI y su candidato Peña Nieto fueran también cuidadosos en ciertos temas de su gobierno y específicamente en alusiones personales a él. Pero en esa ocasión, el presidente fue muy claro con el líder priista sobre las investigaciones judiciales que había contra priistas presuntamente vinculados al narco y le dijo que el único expediente que tenían “totalmente documentado y armado” era el de Tomás Yarrington. Contra él sí vamos a proceder y tenemos todos los elementos”, sentenció el presidente.
Por eso ayer cuando se filtró desde Estados Unidos que ya se hicieron acusaciones formales en cortes federales y estatales de ese país por operaciones de lavado de dinero contra Yarrington, la reacción del PRI fue inmediata y nerviosa, desde Peña hasta Luis Videgaray, pasando por la suspensión pedida apresuradamente por Pedro Joaquín, buscaron sacudirse rápido al ya maloliente ex gobernador priista.
Lo extraño es que aquí la PGR no lo ha acusado formalmente de nada y, a menos que se vayan a montar en la investigación de Estados Unidos y a partir de ahí le inicien aquí otra averiguación, hasta ahora el ya casi ex priista Yarrington, del que hoy nadie quiere siquiera acordarse en el PRI, sigue sin tener abierto un proceso penal en México.
NOTAS INDISCRETAS…Algunos periódicos dijeron con cierto miedo “cientos”, otros hablaban más abiertamente de “miles”, pero lo cierto es que los jóvenes universitarios volvieron a dar ayer muestras de que su movimiento está vivo y apenas empieza y y trazaron un primer objetivo sobre el que van las baterías juveniles: los medios de comunicación y la necesidad de someterlos a una reforma que acabe con la desinformación, la manipulación y el ocultamiento en que hoy incurren televisoras, radios y hasta diarios. Los medios al banquillo…Los dados cierran semana. Doble Escalera.
Con la intención de sacudirse rápido el escándalo y evitar un daño a su candidato presidencial, el presidente del PRI, Pedro Joaquín Coldwell se apresuró ayer a pedir la suspensión de la militancia del ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, señalado y acusado en cortes civiles de Estados Unidos por haber recibido dinero del narcotráfico y haber comprado con él propiedades en Texas en operaciones de lavado de dinero.
La rapidez con que reaccionó el presidente del PRI, algo inusual en ese partido donde la expulsión de Raúl Salinas de Gortari, cuando ya había sido declarado culpable del homicidio del ex secretario general priista José Francisco Ruiz Massieu se llevó varios años, sorprendió cuando a Yarrington aún no se le finca un cargo penal en México y él mismo ayer dijo a través de las redes sociales que sigue libre y que no ha recibido ninguna notificación formal del gobierno estadunidense.
¿Por qué entonces Pedro Joaquín apresura un juicio y decide pedir la suspensión y quizás después la expulsión del ex gobernador Yarrington? En realidad Coldwell, al igual que Peña Nieto, saben desde hace meses que el priista que gobernó Tamaulipas de 1999 a 2005 está sujeto a investigación tanto en México como en Estados Unidos, y que es cuestión de tiempo para que se ordene su detención de este o de aquel lado de la frontera. Y no lo saben de oídas o por rumores de banqueta, tienen claro que a Yarrington lo van a meter a la cárcel.
A finales de febrero hubo un encuentro en Los Pinos entre el presidente y Pedro Joaquín Coldwell. El lider priista acudió a petición del mandatario, luego de la molestia que desataron en el PRI las declaraciones que por esos dias hizo el presidente al afirmar ante banqueros que Josefina Vázquez Mota iba a solo 4 puntos debajo de Enrique Peña Nieto. La cúpul a priista le advirtió a Calderón que si esa iba a ser la tónica y él se iba a meter a las campañas le responderían con ataques políticos y denuncias a él y a su gabinete.
En esa plática se hizo una suerte de pacto en la que Calderón ofreció no intervenir abiertamente en las elecciones, a cambio de que el PRI y su candidato Peña Nieto fueran también cuidadosos en ciertos temas de su gobierno y específicamente en alusiones personales a él. Pero en esa ocasión, el presidente fue muy claro con el líder priista sobre las investigaciones judiciales que había contra priistas presuntamente vinculados al narco y le dijo que el único expediente que tenían “totalmente documentado y armado” era el de Tomás Yarrington. Contra él sí vamos a proceder y tenemos todos los elementos”, sentenció el presidente.
Por eso ayer cuando se filtró desde Estados Unidos que ya se hicieron acusaciones formales en cortes federales y estatales de ese país por operaciones de lavado de dinero contra Yarrington, la reacción del PRI fue inmediata y nerviosa, desde Peña hasta Luis Videgaray, pasando por la suspensión pedida apresuradamente por Pedro Joaquín, buscaron sacudirse rápido al ya maloliente ex gobernador priista.
Lo extraño es que aquí la PGR no lo ha acusado formalmente de nada y, a menos que se vayan a montar en la investigación de Estados Unidos y a partir de ahí le inicien aquí otra averiguación, hasta ahora el ya casi ex priista Yarrington, del que hoy nadie quiere siquiera acordarse en el PRI, sigue sin tener abierto un proceso penal en México.
NOTAS INDISCRETAS…Algunos periódicos dijeron con cierto miedo “cientos”, otros hablaban más abiertamente de “miles”, pero lo cierto es que los jóvenes universitarios volvieron a dar ayer muestras de que su movimiento está vivo y apenas empieza y y trazaron un primer objetivo sobre el que van las baterías juveniles: los medios de comunicación y la necesidad de someterlos a una reforma que acabe con la desinformación, la manipulación y el ocultamiento en que hoy incurren televisoras, radios y hasta diarios. Los medios al banquillo…Los dados cierran semana. Doble Escalera.
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