La burbuja de Facebook

Samuel García

Una nota publicada por The Economist se aventura a advertir si acaso el 18 de mayo pasado, día en que Facebook colocó sus acciones en el Nasdaq, será recordado como el día en que estalló la burbuja de las redes sociales.

Es que ha sido decepcionante la colocación accionaria de la red social del momento ante la pérdida de 16% de su valor a solo 7 días de su debut en el mercado de valores.

El ‘album de fotos’ –como se le conoce a Facebook en el mundillo de los usuarios- de Mark Zuckerberg –el muchacho estrella de California, fue valuada en 104 mil millones de dólares el día de su colocación, una barbaridad para sus críticos, y su desmoronamiento inmediato la ha llevado a cotizarse en solo 87,400 millones de dólares con una minusvalía de más de 16,600 millones de dólares a solo una semana de que se colocara la acción más esperada en mucho tiempo.

¿Acaso lo que vimos fue un efecto de mercadotecnia depurada creando altas expectativas que infló desmesuradamente el precio y despertando la codicia de Zuckeberg, sus socios y sus banqueros? ¿Acaso fue un engaño a los pequeños inversionistas al ocultar información relevante sobre las expectativas de crecimiento de la compañía y que ahora investigan las autoridades de supervisión del mercado? O ¿solo es un ajuste de mercado derivado del mal momento económico en que se produjo la colocación y que, por lo tanto, el tiempo se encargará de corregir?

Está claro que solo el tiempo dirá si la nota de la revista británica (‘Facebook’s flotation. That Sinking Feeling’) tuvo el tino correcto para advertir que existe un serio problema de inflación de precios (burbuja) en la valuación accionaria de los negocios de las redes sociales lo que inevitablemente provocará un estallido de esta burbuja, o si simplemente la revista se equivocó en el ‘timing’ de su advertencia ante la avidez actual de los inversionistas por el negocio de las redes sociales.

Por lo pronto el desembarco de Facebook en los mercados accionarios ha puesto en evidencia la adolescencia de estas redes sociales como generadoras de negocios. Nadie duda de su poder de convocatoria y de la velocidad para cohesionar a los millones de miembros de su comunidad alrededor de temas comunes, como ocurrió en la llamada ‘primavera árabe’.

Sin embargo estas redes sociales –y Twitter está preparando su debut en bolsa- aún han sido incapaces de mostrar un potencial de negocio suficientemente maduro como para justificar las multimillonarias valuaciones bursátiles que se les cuelgan. Por cierto, valuaciones azuzadas por banqueros de inversión e inversores ávidos de mayores beneficios después de la crisis de 2008.

Tiene sentido creer en una burbuja de precios en las redes sociales y en su posible estallido. Apenas en enero de 2011 Facebook había sido valorado por Goldman Sachs en 50 mil millones de dólares; por lo tanto, ¿cómo justificar que hoy la red social vale el doble cuando sus potenciales beneficios futuros no han crecido sustancialmente? Pero la misma pregunta se aplica para los precios accionarios de Zynga, Linkedin o Groupon cuyas valuaciones de mercado no se corresponden con los potenciales beneficios esperados.

El tamaño de Facebook atrajo la atención sobre una burbuja que inevitablemente tendrá que corregirse. El asunto es cuándo y con qué consecuencias.

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