Gato de los barones
Escaño e impunidad
Carlos Fernández-Vega / México SA
Exacta y concisa la Rayuela de ayer: ahora sí quien tuvo su Waterloo no fue Napoleón, sino Javier Lozano, aunque es menester señalar que si a Bonaparte lo recluyeron en la isla Santa Elena fue para que dejará de guerrear y allí muriera, al desaseado cuan rabioso ex secretario calderonista sus cómplices lo llevan al Senado de la República -al grito de fuero, fuero, fuero- para protegerlo, y protegerse, del sinnúmero de ilegalidades por él cometidas durante su estancia en el gabinetazo. Vale recordar que de igual forma procedieron con su antecesor, Francisco Javier Salazar Sáenz (a quien, como titular de la citada cartera, directamente le tocó ocultar, sin lograrlo, todo lo relativo a Pasta de Conchos), hoy becado en San Lázaro.
El triunfo de Napoleón Gómez Urrutia ha sido demasiado para la altanería del infausto Javier Lozano, quien imposibilitado de medianamente digerir la ostentosa derrota, y ante la demanda penal interpuesta en su contra por el líder minero, ha salido a los medios a decir que me vale, me muero de la risa, no me importa, no me importa en lo absoluto y aquí lo espero comiendo huevo, aunque en los hechos se le cuecen las habas por llegar al Senado y abrazarse al fuero. Demasiado para el rústico poblano panista, quien fuera el secretario calderonista del desempleo.
Más allá de las no pocas victorias legales por él obtenidas a lo largo de seis años, en un par de semanas Napoleón Gómez Urrutia dejó a Javier Lozano, y banda que lo acompaña, como el caballo blanco: con el hocico sangrando y con un insoportable ardor en las terminaciones corpóreas. Primero, el amparo contra la orden de aprehensión por supuesto delito bancario; poco después, el amparo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de tal suerte que la Secretaria del Trabajo está obligada a otorgarle la toma de nota, es decir, justo lo que el primitivo ex funcionario se negó a hacer; y, como consecuencia de lo anterior, su inminente regreso a México.
Contraria a la primitiva reacción de Javier Lozano, su sucesora en la Secretaría del Trabajo, Rosalinda Vélez, actuó no sólo con prudencia, sino con inteligencia, pues rápidamente comunicó que la institución a su cargo reitera su permanente disposición de actuar en estricto apego a derecho y dentro de los límites constitucionales y legales que rigen sus procedimientos, razón por la cual siempre será respetuosa de los criterios asumidos por el Poder Judicial respecto del alcance e interpretación de las normas jurídicas aplicables. Por lo anterior, la STPS dará estricto cumplimiento al fallo que en su momento emita el Juez de Distrito en acatamiento a la resolución adoptada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el sentido de conceder el amparo a Napoleón Gómez Urrutia en cuanto a la resolución que le negó la toma de nota como Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana.
Días atrás Gómez Urrutia anunció: ya estoy con un pie en México, y es obvio que mi regreso no les provoca miedo, sino terror. Y de esto, en realidad se muere Javier Lozano, no de risa, con todo y su chino en el clóset. Ayer el líder minero declaró que el ex secretario calderonista “es un personaje oscuro, que violó la ley y abuso del poder… violó la Constitución, obstruyó la justicia para favorecer sus intereses ocultos, bueno ni tan ocultos, porque ya todos saben a quién responde este señor” ¿A quién? Bueno, para saberlo retomo algunos pasajes de la entrevista que el líder minero concedió a La Jornada y se publicó en noviembre pasado (www.jornada.unam.mx/2011/11/14/mineria.html):
Los barones de la minería, dijo, encontraron un secretario del Trabajo a modo para ellos, Javier Lozano (también Carlos Abascal y Francisco Javier Salazar Sáenz). Y es obvio: Germán Larrea (el dueño de Grupo México) se expresa de Javier Lozano (lo ha dicho delante de algunos empresarios, yo lo sé de varios de ellos) como que es su gato, y que con su gato puede hacer lo que quiera. Eso no molesta; pero sí molesta que Lozano se encargue de demostrarlo. Ha devaluado a la Secretaría del Trabajo, la que ha convertido en una gerencia de relaciones industriales del Grupo México.
¿De quiénes es gato? Gómez Urrutia detalla: de los que armaron la persecución, en primer lugar, de Germán Larrea, dueño del Grupo México, y su director Xavier García de Quevedo; los hermanos Julio, Sergio y Pablo Villarreal Guajardo, del Grupo Villacero; Alberto Bailleres, del Grupo Peñoles, y su director, Jaime Lomelín; Alonso Ancira Elizondo, del Grupo Acerero del Norte, y probablemente Xavier Autrey, su socio. Ellos, principalmente, junto con funcionarios foxistas de Gobernación, Economía, a quienes se sumaron el actual inquilino de Los Pinos y banda que lo acompaña.
¿Qué negociaron o intercambiaron los dueños del gato para operar con total impunidad?: la elección misma de Felipe Calderón. Existen serias dudas sobre si realmente ganó las elecciones de 2006, y entre los grandes contribuyentes financieros a su campaña electoral aparecen estos mismos empresarios, entre otros. De hecho, hasta le sobraron recursos. Allí está el caso clarísimo de Zhenli Ye Gon: 205 millones de dólares en efectivo, y dijo el chino que se los habían dado para la campaña de Calderón. Javier Lozano, el gato de Larrea, fue el coordinador de fondos para la campaña de Calderón. Es evidente que esto fue producto de la mafia creada por este grupo de empresarios y el gobierno, de ese financiamiento a la campaña de Calderón y a la imposición que hicieron como presidente de un país que no merece este tipo de gobierno, ni este tipo de funcionarios al servicio de un grupo de empresarios, que es el mismo beneficiado por la privatización de los bienes nacionales.
¿Qué hizo el gato para servir a sus patrones? la Secretaría del Trabajo debería ser la tutelar de los derechos de los trabajadores, pero en realidad tutela los derechos empresariales. En eso la han convertido. Y para ello ponen a personas como Javier Lozano. Es el mismo caso de Fernando Gómez Mont en Gobernación, abogado penalista de Germán Larrea durante por lo menos los seis años anteriores, y de repente se ve la mano y la fuerza de un empresario que logra imponerlo en Bucareli. Es aberrante.
¿Qué hará el gato? habrá que ver cuál será el futuro de Calderón y Lozano. Estarán buscando protección e impunidad, nacional e internacional, pero han cometido tan serios y graves errores que deberían desde ahora, si es que no lo han hecho, preocuparse por su futuro. Y el gato no sólo se preocupó, sino que se ocupó: ansioso espera escaño e impunidad en el Senado.
Las rebanadas del pastel
Glorioso 5 de mayo, aunque también es el clásico ejemplo de cómo México gana batallas, pero pierde guerras.
Escaño e impunidad
Carlos Fernández-Vega / México SA
Exacta y concisa la Rayuela de ayer: ahora sí quien tuvo su Waterloo no fue Napoleón, sino Javier Lozano, aunque es menester señalar que si a Bonaparte lo recluyeron en la isla Santa Elena fue para que dejará de guerrear y allí muriera, al desaseado cuan rabioso ex secretario calderonista sus cómplices lo llevan al Senado de la República -al grito de fuero, fuero, fuero- para protegerlo, y protegerse, del sinnúmero de ilegalidades por él cometidas durante su estancia en el gabinetazo. Vale recordar que de igual forma procedieron con su antecesor, Francisco Javier Salazar Sáenz (a quien, como titular de la citada cartera, directamente le tocó ocultar, sin lograrlo, todo lo relativo a Pasta de Conchos), hoy becado en San Lázaro.
El triunfo de Napoleón Gómez Urrutia ha sido demasiado para la altanería del infausto Javier Lozano, quien imposibilitado de medianamente digerir la ostentosa derrota, y ante la demanda penal interpuesta en su contra por el líder minero, ha salido a los medios a decir que me vale, me muero de la risa, no me importa, no me importa en lo absoluto y aquí lo espero comiendo huevo, aunque en los hechos se le cuecen las habas por llegar al Senado y abrazarse al fuero. Demasiado para el rústico poblano panista, quien fuera el secretario calderonista del desempleo.
Más allá de las no pocas victorias legales por él obtenidas a lo largo de seis años, en un par de semanas Napoleón Gómez Urrutia dejó a Javier Lozano, y banda que lo acompaña, como el caballo blanco: con el hocico sangrando y con un insoportable ardor en las terminaciones corpóreas. Primero, el amparo contra la orden de aprehensión por supuesto delito bancario; poco después, el amparo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de tal suerte que la Secretaria del Trabajo está obligada a otorgarle la toma de nota, es decir, justo lo que el primitivo ex funcionario se negó a hacer; y, como consecuencia de lo anterior, su inminente regreso a México.
Contraria a la primitiva reacción de Javier Lozano, su sucesora en la Secretaría del Trabajo, Rosalinda Vélez, actuó no sólo con prudencia, sino con inteligencia, pues rápidamente comunicó que la institución a su cargo reitera su permanente disposición de actuar en estricto apego a derecho y dentro de los límites constitucionales y legales que rigen sus procedimientos, razón por la cual siempre será respetuosa de los criterios asumidos por el Poder Judicial respecto del alcance e interpretación de las normas jurídicas aplicables. Por lo anterior, la STPS dará estricto cumplimiento al fallo que en su momento emita el Juez de Distrito en acatamiento a la resolución adoptada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el sentido de conceder el amparo a Napoleón Gómez Urrutia en cuanto a la resolución que le negó la toma de nota como Secretario General del Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos, Siderúrgicos y Similares de la República Mexicana.
Días atrás Gómez Urrutia anunció: ya estoy con un pie en México, y es obvio que mi regreso no les provoca miedo, sino terror. Y de esto, en realidad se muere Javier Lozano, no de risa, con todo y su chino en el clóset. Ayer el líder minero declaró que el ex secretario calderonista “es un personaje oscuro, que violó la ley y abuso del poder… violó la Constitución, obstruyó la justicia para favorecer sus intereses ocultos, bueno ni tan ocultos, porque ya todos saben a quién responde este señor” ¿A quién? Bueno, para saberlo retomo algunos pasajes de la entrevista que el líder minero concedió a La Jornada y se publicó en noviembre pasado (www.jornada.unam.mx/2011/11/14/mineria.html):
Los barones de la minería, dijo, encontraron un secretario del Trabajo a modo para ellos, Javier Lozano (también Carlos Abascal y Francisco Javier Salazar Sáenz). Y es obvio: Germán Larrea (el dueño de Grupo México) se expresa de Javier Lozano (lo ha dicho delante de algunos empresarios, yo lo sé de varios de ellos) como que es su gato, y que con su gato puede hacer lo que quiera. Eso no molesta; pero sí molesta que Lozano se encargue de demostrarlo. Ha devaluado a la Secretaría del Trabajo, la que ha convertido en una gerencia de relaciones industriales del Grupo México.
¿De quiénes es gato? Gómez Urrutia detalla: de los que armaron la persecución, en primer lugar, de Germán Larrea, dueño del Grupo México, y su director Xavier García de Quevedo; los hermanos Julio, Sergio y Pablo Villarreal Guajardo, del Grupo Villacero; Alberto Bailleres, del Grupo Peñoles, y su director, Jaime Lomelín; Alonso Ancira Elizondo, del Grupo Acerero del Norte, y probablemente Xavier Autrey, su socio. Ellos, principalmente, junto con funcionarios foxistas de Gobernación, Economía, a quienes se sumaron el actual inquilino de Los Pinos y banda que lo acompaña.
¿Qué negociaron o intercambiaron los dueños del gato para operar con total impunidad?: la elección misma de Felipe Calderón. Existen serias dudas sobre si realmente ganó las elecciones de 2006, y entre los grandes contribuyentes financieros a su campaña electoral aparecen estos mismos empresarios, entre otros. De hecho, hasta le sobraron recursos. Allí está el caso clarísimo de Zhenli Ye Gon: 205 millones de dólares en efectivo, y dijo el chino que se los habían dado para la campaña de Calderón. Javier Lozano, el gato de Larrea, fue el coordinador de fondos para la campaña de Calderón. Es evidente que esto fue producto de la mafia creada por este grupo de empresarios y el gobierno, de ese financiamiento a la campaña de Calderón y a la imposición que hicieron como presidente de un país que no merece este tipo de gobierno, ni este tipo de funcionarios al servicio de un grupo de empresarios, que es el mismo beneficiado por la privatización de los bienes nacionales.
¿Qué hizo el gato para servir a sus patrones? la Secretaría del Trabajo debería ser la tutelar de los derechos de los trabajadores, pero en realidad tutela los derechos empresariales. En eso la han convertido. Y para ello ponen a personas como Javier Lozano. Es el mismo caso de Fernando Gómez Mont en Gobernación, abogado penalista de Germán Larrea durante por lo menos los seis años anteriores, y de repente se ve la mano y la fuerza de un empresario que logra imponerlo en Bucareli. Es aberrante.
¿Qué hará el gato? habrá que ver cuál será el futuro de Calderón y Lozano. Estarán buscando protección e impunidad, nacional e internacional, pero han cometido tan serios y graves errores que deberían desde ahora, si es que no lo han hecho, preocuparse por su futuro. Y el gato no sólo se preocupó, sino que se ocupó: ansioso espera escaño e impunidad en el Senado.
Las rebanadas del pastel
Glorioso 5 de mayo, aunque también es el clásico ejemplo de cómo México gana batallas, pero pierde guerras.
Comentarios