JVM: su verdadero rostro

El fanatismo azul
Campañas en el DF: gasto a manos llenas

Miguel Ángel Velázquez / Ciudad Perdida


Por la noche del domingo pasado en el Zócalo, un buen grupo de ciudadanos sin mayor convocatoria que una enorme pantalla de televisión se reunieron en la explanada para ser testigos del debate entre quienes quieren gobernar a México, pero pese a los ataques, a las verdades, todos, al final, saben cuidar su verdadero rostro.

El ejemplo más claro es el de Josefina Vázquez Mota y el PAN, o el del PAN y Josefina Vázquez Mota, la de la sonrisa macabra. Son propios de ese partido la ignorancia, el fanatismo y la violencia, esa huella la han impreso de forma indeleble en 12 años, dos sexenios continuos de gobierno que pesan cada vez más en la vida de buena parte de los mexicanos.

Claro que Vázquez Mota es diferente, como dijo ella misma ayer en el debate. Ninguno de los otros competidores condensa tanto odio como la candidata del PAN, y eso es lo que transmite a la gente de su alrededor: odio.

La agresión a Karina Avilés, reportera de La Jornada, por una integrante del equipo de comunicación de la candidata azul, transmite la frustración, y ese sentimiento intenso e incontrolable que provoca la derrota y busca al supuesto enemigo para ejercer venganza.

Con esas condiciones Vázquez Mota pretende gobernar. Ése y ningún otro es el verdadero rostro con el que quiere gobernar la señora de la sonrisa macabra. Ese es el verdadero panismo, el que desde la impunidad comete cualquier felonía en contra de la población sin que pase nada.

Lo hizo Fox en su mandato, lo hace Felipe Calderón, y lo hará, según vemos, Vázquez Mota si llega a la Presidencia de la República. La única diferencia es que JVM ya nos avisó hasta qué niveles puede llegar su autoritarismo. En suma, violencia, y más dolor.

Eso no se dice en campaña, ni se discute en debates; nada más es un hecho, una realidad que por más que el panismo quiera, como acostumbra, vestir de mentiras, simplemente derrumba la torre demagógica con la que ese partido pretende confundir al elector para después traicionarlo.

Habrá quien diga: Nada nuevo, y es cierto: así son los azules, así es la azul. En la filas de ese partido se educa a la militancia para que vea en La Jornada a un enemigo, para discriminar, para marginar y atacar al que no piensa como ellos; por eso el país se halla en las condiciones que, de acuerdo con todos, es un desastre. Sólo queda una pregunta: ¿hasta dónde llegará el fanatismo azul? ¿Cuál es el siguiente paso contra La Jornada?

De pasadita

Las campañas en el DF costarán al elector algo así como 300 millones de pesos, en dos meses. Cada uno de los candidatos a la jefatura de Gobierno podrá gastar, del dinero de los habitantes de la ciudad, casi 28 millones de pesos, y la cifra espanta, no porque sea muy alta, que lo es, sino porque esos millones ya los deben de haber invertido desde hace rato los contendientes. Y si no tiene confianza en lo que decimos, nada más échele un ojo a espectaculares, espots, anuncios en los cajones donde los cuidadores de coches de los restaurantes guardan las llaves de los vehículos, y otros anuncios.

¿Será que toda esa parafernalia se debe a la buena voluntad de algunos hombres y mujeres de buen corazón que, sin importar lo que dice la ley, apoyan a los candidatos sin esperar nada a cambio? ¿Qué no sería bueno que ya se transparente la procedencia de los recursos que gastan a manos llenas? Bueno, eso sólo para tener todos la conciencia tranquila, ¿o no?

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