JVM: la deuda que no vio

Debate sobre la ceguera
Débito público: 66% más

Carlos Fernández-Vega / México SA


¿Quién ganó el presunto debate dominical?, preguntan por allí. Pues resulta que en este país de la abundancia no hubo uno, sino cuatro vencedores, proclamados inmediatamente después de concluida la supuesta divulgación y confrontación de propuestas, la noche del pasado domingo. Así, según sus propias evaluaciones, Enrique Peña Nieto fue el triunfador inobjetable, lo mismo que Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri. Y para confirmar esos triunfos, ayer –por la mañana, tarde y noche– los ágiles medios de comunicación se dedicaron a la peligrosa tarea de entrevistar, una y otra vez, a cada uno de los integrantes de la cuarteta de abanderados partidistas, y a sus coordinadores, voceros, asesores y conexos, para ratificar, cada cual según el santo de su devoción, el susodicho triunfo inobjetable del póker de ases. Así, el ejercicio resultó tan inconsistente e intrascendente como el debate mismo.

Y a la hora de evaluar, ¿dónde quedaron los ciudadanos?, es decir, las voces, opiniones y evaluaciones de quienes, por obvias razones, deberían ser las primeras en ser recabadas tras el fabuloso debate dominical, puesto que su calificación o apreciación sin duda repercutirá a la hora de decidir el sentido de su voto el próximo primero de julio. Pero nadie los peló, nadie se acordó de ellos, lo cual es una aberración, puesto que conforman la pieza fundamental del proceso electoral. Pero a los medios no les interesó: siguieron puntualmente la acartonada y anti periodística rutina de recabar la evaluación que de sí mismos hicieron los cuatro candidatos (y séquito que los acompaña), todos ellos, según su propia versión, inobjetables triunfadores del presunto debate.

Muchas y variadas fueron las barbaridades y cursilerías dichas por los candidatos triunfadores en un encuentro que tuvo de todo –hasta una edecán que erró de escenario, aunque para muchos fue el único atractivo real del evento–, menos debate, pero entre aquellas una llamó poderosamente la atención, y salió, nada más y nada menos, que del ronco pecho de la acicalada cuan acartonada Josefina Vázquez Mota: soy diferente, porque he tenido una trayectoria de honestidad y puedo verlos a los ojos. Sí soy diferente, porque vengo de dos gobiernos que no han endeudado ni hipotecado la vida de tus hijos. ¡Zas! Qué temeraria. ¿Pues dónde estuvo la señora los últimos 12 años, que de plano le pasó de noche el ostentoso crecimiento de la deuda pública? Tal vez se concentró en revisar el abultado endeudamiento público de Coahuila (tampoco registró el de otras entidades de la República, igualmente grueso), pero el vertiginoso aumento del débito federal no más no lo vio, según dice.

Son increíbles muchas de las afirmaciones que la señora Vázquez Mota hizo a lo largo del debate, como las de otros candidatos, pero ¿en serio cree que los dos sexenios panistas, especialmente el de Calderón, no endeudaron ni hipotecaron la vida de tus hijos? ¿Qué será? ¿Severos problemas visuales, negación absoluta de la realidad, o de plano generosa tomadura de pelo para el respetable? Si un incremento superior a 13 puntos porcentuales del producto interno bruto resulta invisible para ella, pues le urgen anteojos de altísima graduación –se recomienda fondo de botella– para detectar la triste realidad nacional en esta materia, como en tantas otras.

La estadística oficial (Secretaría de Hacienda) nos ilustra al respecto: al cierre del año 2000 –es decir, cuando Vicente Fox comenzó a despachar en Los Pinos– el saldo de la deuda pública total neta representaba 19.9 por ciento del producto interno bruto; casi 12 años después (al concluir marzo de 2012, y a punto de que Felipe Calderón abandone la residencia oficial), tal proporción se había elevado a 33.1 por ciento del PIB, o lo que es lo mismo, una diferencia de 13.2 puntos porcentuales entre una fecha (la llegada de Fox) y otra (la cercana salida de Calderón). He allí lo que Josefina Vázquez Mota de plano no vio, y, por lo mismo le permitió decir, sin sonrojarse, que vengo de dos gobiernos que no han endeudado ni hipotecado la vida de tus hijos. Y se quedó tan tranquila.

De acuerdo con la fuente estadística de referencia, en diciembre de 2000 el saldo de la deuda interna neta del sector público federal (que incluye el débito neto del gobierno federal, de los organismos y empresas controladas y de la banca de desarrollo) ascendió a 606 mil 182.2 millones de pesos, monto equivalente a 9.8 por ciento del producto interno bruto de entonces. Por su lado, el saldo de la deuda externa neta de igual sector sumó 76 mil 11.4 millones de dólares, igual a 10.1 por ciento del PIB. El monto conjunto de ambos renglones representó el 19.9 por ciento del producto interno bruto.

Casi 12 años después, al cierre de marzo de 2012, el monto de la deuda interna neta del sector público federal ascendió a 3 billones 372 mil 85.2 millones de pesos (456 por ciento de incremento nominal con respecto al saldo de diciembre de 2000), equivalente a 23 por ciento del producto interno bruto, mientras el relativo a la deuda externa neta del propio sector llegó a 116 mil 360.2 millones de dólares (alrededor de 53 por ciento de aumento nominal en comparación con el último mes de 2000), un saldo equivalente a 10.1 por ciento del PIB. El monto conjunto de ambos renglones representó 33.1 por ciento del producto interno bruto.

Así, en los 12 años de gobiernos panistas, de los que viene Josefina Vázquez Mota, según su propio dicho, el saldo de la deuda neta total del sector público federal (interna y externa) se incrementó 66.33 por ciento en términos reales, al pasar de representar 19.9 por ciento del producto interno bruto en diciembre de 2000 a 33.1 por ciento del PIB en marzo de 2012. Con estas cifras oficiales, ¿con qué cara La Jefa presume al respetable que las dos desastrosas administraciones blanquiazules (Foxilandia y Calderolandia) no han endeudado ni hipotecado la vida de tus hijos?

Las rebanadas del pastel

Lo mejor del caso es que el gobierno panista que mayor responsabilidad tiene en el ostentoso incremento del saldo de la deuda pública es el del actual inquilino de Los Pinos, es decir, el encabezado por el mismo personaje que en su campaña electoral (2006), junto con su partido político, el PAN, sin recato alguno ofrecía: hay formas de que México avance sin deudas. ¡Felipe Calderón te dirá cómo!… Un abrazo y un beso de su tamaño para mi amado Chicharín, por su décima velita.

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