Carlos Ramírez / Indicador Político
De todas las incorporaciones de los extremos ideológicos al PRI, la que está causando estragos al interior del partido es la de Manuel Espino Barrientos, justo cuando priístas históricos tratan de regresar al tricolor a la vanguardia laica.
Y si bien es cierto que Espino tuvo que abjurar de sus ideas religiosas con tal de subirse al furgón de cola del PRI y alcanzar alguna chamba en el próximo gobierno, de todos modos dentro del partido hay desconfianza por lo que significa el papel de Espino en el Yunque, una organización de ultraderecha y religiosa que opera como sociedad secreta para tomar el poder, además de que Espino sigue representando las ideas de la democracia cristiana totalmente contrarias al papel del PRI en la Internacional Socialista.
En el PRI hay algunos que creen que Espino tuvo que negar su participación en el Yunque y aceptar mantenerse en las goteras del tricolor con tal de garantizar un empleo, pero de todos modos existen temores de que Espino sea el Caballo de Troya del Yunque y la derecha cristiana en un PRI que poco a poco ha ido perdiendo su filiación laica y cuyos jacobinos de la vieja guardia consideran que el discurso laico del partido se ha ido ocultando por las relaciones con la derecha cristiana.
El papel de Espino en el Yunque fue revelado por el periodista Álvaro Delgado en Proceso, en su libro El Yunque. La ultraderecha en el poder y luego en El Engaño. Prédica y práctica del PAN. En sus páginas se registran los vaivenes de Espino aliándose con gobernadores del PRI para que apoyaran a Calderón en el 2006, como hoy hay indicios de que está moviendo sus hilos con panistas de varios estados donde el Yunque tiene influencia para llevarle votos al candidato priísta Enrique Peña Nieto.
Por lo pronto, entre priístas circulan algunas páginas del expediente negro de Espino --igual a como él manejó el de Manlio Fabio Beltrones en su libro Señal de alerta-- donde se consignan testimonios de que el gobernador panista chihuahuense Francisco Barrio Terrazas, destituyó en 1993 a Espino como jefe de la oficina desconcentrada de Gobernación en esa plaza por la protección que daba a giros negros y negocios oscuros en la venta clandestina de licores. Inclusive, en medios locales se publicaron los nombres de los giros protegidos: Gilberto, Fiesta y Rapiditos Bip Bip, Cactus, Porto Alegre y El Elegantes. La información apareció el 24 de septiembre de 1993 en El Diario de Juárez.
Lo paradójico del ahora neopriísta Manuel Espino Barrientos, entusiasta promotor de la candidatura presidencial del PRI, no radica sólo en su versión de trapecista de la política sino en que en su haber tiene lo mismo, compra de priístas para que se pasaran al PAN que su apoyo a la alianza con el PRI hace seis años en la candidatura tricolor en Chiapas y a las imágenes como presidente del PAN repartiendo propaganda del candidato priísta a gobernador.
Asimismo, en sectores priístas han acumulado datos del currículum incómodo de Espino Barrientos:
--Dice que rompió con Felipe Calderón porque se negaba a convertir al PAN en un partido de Estado, aunque ahora ya se sumó al PRI que es, ha sido y seguirá siendo un partido de Estado.
--El sonorense Adalberto El Pelón Rosas acusó a Espino de haberse coludido con Manlio Fabio Beltrones en 1997 para entorpecer su candidatura panista al gobierno estatal. Así que antes de romper con Beltrones con su libro, Espino fue aliado.
--Espino operó el apoyo de diputados panistas al Fobaproa.
--En el 2006, Espino fue uno de los principales operadores de la alianza del PAN y él mismo con Elba Esther Gordillo y los dos fueron los encargados de convencer o amenazar a los gobernadores priístas con represalias si el PAN perdía las elecciones presidenciales. Por cierto, Álvaro Delgado recoge una conversación de Gordillo con el entonces gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, para que llevara votos al PAN. Hoy Hernández aparece en expedientes vinculados al narcotráfico en Tamaulipas.
--Como presidente del PAN, Espino pactó con todos; inclusive, tuvo como operadores políticos a comisionados del entonces gobernador Mario Marín Torres.
--Al final, la ruptura de Espino con Calderón se dio porque Calderón se opuso a que Espino se apropiara del PAN y preparara su candidatura presidencial para el 2006. El espacio político que tuvo Espino en el PAN derivó del apoyo de Vicente Fox y su pareja presidencial Marta Sahagún.
Pero el fondo del asunto radica en el perfil de Espino como pivote del Yunque y todavía contacto de la democracia cristiana internacional. De ahí que Espino haya encontrado resistencias en los sectores laicos y progresistas del PRI, a pesar de la facilidad con que Espino se ha transformado en un priísta de tiempo completo. Por encima de su pasado, Espino apela hoy a los argumentos que esgrimió antes cuando se jaló a priístas al PAN y que repitió ahora en su adhesión a la candidatura del PRI a la presidencia de la república:
“Las personas de recta intención que con esa conducta se suman a un proyecto viable para el bien de México, como el de Felipe Calderón, no necesitan ser revisados en sus expedientes personales. Estamos coincidiendo en el camino para servir a México con la vista puesta en el horizonte de enfrente, no el horizonte de atrás (sic).”
Y si Espino quisiera que no le revisaran sus expedientes personales porque desdeña el “horizonte de atrás (sic)”, de todos modos, los laicistas del PRI están preocupados por la entrada del Yunque al PRI precisamente por la puerta de atrás porque pudiera convertirse en el caballo de roya de la derecha religiosa que paradójicamente fue echada del PAN.
De todas las incorporaciones de los extremos ideológicos al PRI, la que está causando estragos al interior del partido es la de Manuel Espino Barrientos, justo cuando priístas históricos tratan de regresar al tricolor a la vanguardia laica.
Y si bien es cierto que Espino tuvo que abjurar de sus ideas religiosas con tal de subirse al furgón de cola del PRI y alcanzar alguna chamba en el próximo gobierno, de todos modos dentro del partido hay desconfianza por lo que significa el papel de Espino en el Yunque, una organización de ultraderecha y religiosa que opera como sociedad secreta para tomar el poder, además de que Espino sigue representando las ideas de la democracia cristiana totalmente contrarias al papel del PRI en la Internacional Socialista.
En el PRI hay algunos que creen que Espino tuvo que negar su participación en el Yunque y aceptar mantenerse en las goteras del tricolor con tal de garantizar un empleo, pero de todos modos existen temores de que Espino sea el Caballo de Troya del Yunque y la derecha cristiana en un PRI que poco a poco ha ido perdiendo su filiación laica y cuyos jacobinos de la vieja guardia consideran que el discurso laico del partido se ha ido ocultando por las relaciones con la derecha cristiana.
El papel de Espino en el Yunque fue revelado por el periodista Álvaro Delgado en Proceso, en su libro El Yunque. La ultraderecha en el poder y luego en El Engaño. Prédica y práctica del PAN. En sus páginas se registran los vaivenes de Espino aliándose con gobernadores del PRI para que apoyaran a Calderón en el 2006, como hoy hay indicios de que está moviendo sus hilos con panistas de varios estados donde el Yunque tiene influencia para llevarle votos al candidato priísta Enrique Peña Nieto.
Por lo pronto, entre priístas circulan algunas páginas del expediente negro de Espino --igual a como él manejó el de Manlio Fabio Beltrones en su libro Señal de alerta-- donde se consignan testimonios de que el gobernador panista chihuahuense Francisco Barrio Terrazas, destituyó en 1993 a Espino como jefe de la oficina desconcentrada de Gobernación en esa plaza por la protección que daba a giros negros y negocios oscuros en la venta clandestina de licores. Inclusive, en medios locales se publicaron los nombres de los giros protegidos: Gilberto, Fiesta y Rapiditos Bip Bip, Cactus, Porto Alegre y El Elegantes. La información apareció el 24 de septiembre de 1993 en El Diario de Juárez.
Lo paradójico del ahora neopriísta Manuel Espino Barrientos, entusiasta promotor de la candidatura presidencial del PRI, no radica sólo en su versión de trapecista de la política sino en que en su haber tiene lo mismo, compra de priístas para que se pasaran al PAN que su apoyo a la alianza con el PRI hace seis años en la candidatura tricolor en Chiapas y a las imágenes como presidente del PAN repartiendo propaganda del candidato priísta a gobernador.
Asimismo, en sectores priístas han acumulado datos del currículum incómodo de Espino Barrientos:
--Dice que rompió con Felipe Calderón porque se negaba a convertir al PAN en un partido de Estado, aunque ahora ya se sumó al PRI que es, ha sido y seguirá siendo un partido de Estado.
--El sonorense Adalberto El Pelón Rosas acusó a Espino de haberse coludido con Manlio Fabio Beltrones en 1997 para entorpecer su candidatura panista al gobierno estatal. Así que antes de romper con Beltrones con su libro, Espino fue aliado.
--Espino operó el apoyo de diputados panistas al Fobaproa.
--En el 2006, Espino fue uno de los principales operadores de la alianza del PAN y él mismo con Elba Esther Gordillo y los dos fueron los encargados de convencer o amenazar a los gobernadores priístas con represalias si el PAN perdía las elecciones presidenciales. Por cierto, Álvaro Delgado recoge una conversación de Gordillo con el entonces gobernador de Tamaulipas, Eugenio Hernández, para que llevara votos al PAN. Hoy Hernández aparece en expedientes vinculados al narcotráfico en Tamaulipas.
--Como presidente del PAN, Espino pactó con todos; inclusive, tuvo como operadores políticos a comisionados del entonces gobernador Mario Marín Torres.
--Al final, la ruptura de Espino con Calderón se dio porque Calderón se opuso a que Espino se apropiara del PAN y preparara su candidatura presidencial para el 2006. El espacio político que tuvo Espino en el PAN derivó del apoyo de Vicente Fox y su pareja presidencial Marta Sahagún.
Pero el fondo del asunto radica en el perfil de Espino como pivote del Yunque y todavía contacto de la democracia cristiana internacional. De ahí que Espino haya encontrado resistencias en los sectores laicos y progresistas del PRI, a pesar de la facilidad con que Espino se ha transformado en un priísta de tiempo completo. Por encima de su pasado, Espino apela hoy a los argumentos que esgrimió antes cuando se jaló a priístas al PAN y que repitió ahora en su adhesión a la candidatura del PRI a la presidencia de la república:
“Las personas de recta intención que con esa conducta se suman a un proyecto viable para el bien de México, como el de Felipe Calderón, no necesitan ser revisados en sus expedientes personales. Estamos coincidiendo en el camino para servir a México con la vista puesta en el horizonte de enfrente, no el horizonte de atrás (sic).”
Y si Espino quisiera que no le revisaran sus expedientes personales porque desdeña el “horizonte de atrás (sic)”, de todos modos, los laicistas del PRI están preocupados por la entrada del Yunque al PRI precisamente por la puerta de atrás porque pudiera convertirse en el caballo de roya de la derecha religiosa que paradójicamente fue echada del PAN.
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