Gurría: de otro planeta
Economía infrahumana
Carlos Fernández-Vega / México SA
¡Quién lo diría!: aunque más de 57 millones de mexicanos en pobreza de plano lo ignoran, lo cierto es que la economía nacional casi es de otro planeta y está en otra dimensión, de acuerdo con la atinadísima versión del extraterrestre cuan alegre José Ángel Gurría, ex secretario de Hacienda en la segunda mitad del zedillato y ahora en funciones de secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Claro está que tan elevado nivel no es producto de la casualidad (Gurría dixit), sino gracias afortunadamente al trabajo de tantos años.
¡Qué revelación!: resulta que millones y millones de mexicanos desconocedores de la realidad sobreviven en la angustia permanente por falta de empleo, ingreso, bienestar, oportunidades y demás gracias que, se supone, debe garantizar una economía digna de ser considerada como tal, y resulta que ninguno de ellos sabía que la nuestra es de otro planeta y está en otra dimensión. Qué bárbaro: ¡gracias, José Ángel! Así es, mexicanos iletrados: una economía que, sin crisis (Gurría dixit), no crea empleo, ni distribuye el ingreso y la riqueza, ni genera beneficio social, ni combate la pobreza (por el contrario, la estimula) debe ser de otro planeta, tal vez el de los simios.
Sin duda, la temeraria declaración del secretario general de la OCDE sintetiza –y despeja cualquier duda, si la hubiere– la estrechez mental de la abominable tecnocracia mexicana que 30 años atrás se instaló en el poder, y se niega a dejarlo. Y José Ángel es alumno destacado de ella, en el entendido, el suyo, de que mientras las principales variables macroeconómicas medianamente reporten estabilidad, lo demás es lo de menos, es decir, la población puede morir de hambre, la gente puede sobrevivir sempiternamente sin empleo e ingreso, puede incrementarse la pobreza a niveles espeluznantes, pero qué más da si los indicadores de la macroeconomía están a todo dar (gracias a la depauperación de los mexicanos).
Esta economía mexicana de otro planeta ha estimulado la concentración del ingreso y la riqueza más allá del registro porfiriano: en 2011, 10 megaempresarios marca Forbes acapararon el equivalente a 15 por ciento del producto interno bruto, mientras el 10 por ciento de la población más pobre (alrededor de 11.5 millones) a duras penas se prorrateó 1.5 por ciento. En tan sólo cuatro años de calderonato (2007-2010), 12.2 millones de habitantes de esta República de discursos fueron obligados a incorporarse al de por sí grueso ejército de pobres, periodo en el que la economía que está en otra dimensión registró un raquítico crecimiento anual de apenas ocho décimas de punto porcentual, algo no registrado en 80 años. Sin embargo, en igual lapso esos megaempresarios incrementaron sus fortunas conjuntas en 70 por ciento (de 74 mil 100 millones de dólares a 125 mil 100 millones). Por cierto, cuando José Ángel Gurría dejó la Secretaría de Hacienda (último día de noviembre de 2000), el inventario oficial de pobres en el país sumaba 52.7 millones; ahora que la economía es de otro planeta asciende a 57.7 millones (al cierre de 2010), y contando.
De igual forma, esta economía extraterrestre ha estimulado situaciones como la siguiente: entre octubre de 2011 y marzo del presente año se ha registrado un incremento de 93 por ciento en el número de menores que intentan llegar al vecino país del norte sin el acompañamiento de un adulto. De acuerdo con el Migration Policy Institute, que integran especialistas dedicados al estudio de la migración a escala mundial, en el periodo del que se informa 5 mil 252 menores (mexicanos, en su mayoría) arribaron solos a Estados Unidos. Apenas en marzo pasado la cifra llegó a mil 390 (La Jornada, Ciro Pérez Silva). Lo anterior, sin olvidar que en los gobiernos tecnócratas alrededor de 10 por ciento de la población nacional (equivalente a 20 por ciento de la población económicamente activa) emigró al vecino del norte ante la falta de empleo, ingreso y bienestar en su propia casa, en la que priva un régimen de apartheid económico, o si se prefiere, de otra dimensión.
Sin duda de otro planeta debe ser una economía como la mexicana cuando desde 2001 registra la menor tasa de crecimiento en América Latina, con tasas incluso menores a las reportadas por Haití. Para no ir más lejos, en el sexenio calderonista el promedio anual de crecimiento no pasa de 1.9 por ciento, contra 5 por ciento anual prometido por Calderón (en tiempos de su campaña electoral, desde luego). En el balance regional, la extraterrestre economía nacional ha sobresalido, sí, pero por contarse entre las de menos resultados, no obstante tener todo tipo de riquezas, aunque todas ellas concentradas en unas cuantas manos. Por ejemplo, ha crecido a la par, incluso por abajo, de potencias latinoamericanas como Belice, Nicaragua, El Salvador y Honduras.
Las anteriores son apenas algunas pinceladas de lo resultona que ha salido la economía mexicana, la misma de la que José Ángel Gurría se ha enamorado, en el entendido de que el amor, como el ex titular de Hacienda, es ciego. ¿Qué motivó al secretario general de la OCDE a aventarse la puntada de calificar como de otro planeta y de otra dimensión la economía mexicana”? Tal vez el reciente informe del Inegi sobre el comportamiento económico nacional durante el primer trimestre de 2012, el cual señala que en tal periodo se reportó un avance de 4.6 por ciento anualizado. Pero el funcionario zedillista parece que no tomó nota de que el crecimiento enero-marzo de 2012 (1.31 por ciento) resultó sustancialmente inferior al de octubre-noviembre de 2011 (3.9 por ciento), de tal suerte que a todas luces el ritmo ha descendido notoriamente.
Pero en cualquiera de los casos nadie medianamente instalado en la realidad puede atribuir cualidades extraterrestres a una economía que en los últimos seis años registra un ritmo anual de crecimiento de entre 1.8 y 1.9 por ciento, y de 2.2 por ciento, también como promedio anual, en las últimas tres décadas, y que uno de sus grandes logros ha sido mantener en la pobreza a más de la mitad de la población. Entonces, la mexicana puede calificarse de infrahumana, pero nunca de extraterrestre.
Las rebanadas del pastel
Y mientras el tipo de cambio peso-dólar va que vuela a las 14 unidades, otro extraterrestre se asomó al sobrepoblado balcón de las declaraciones: para México, lo importantes es la distribución del ingreso (Carlos Slim dixit, quien para sí acapara el equivalente a 7 por ciento del PIB nacional, y contando).
Economía infrahumana
Carlos Fernández-Vega / México SA
¡Quién lo diría!: aunque más de 57 millones de mexicanos en pobreza de plano lo ignoran, lo cierto es que la economía nacional casi es de otro planeta y está en otra dimensión, de acuerdo con la atinadísima versión del extraterrestre cuan alegre José Ángel Gurría, ex secretario de Hacienda en la segunda mitad del zedillato y ahora en funciones de secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Claro está que tan elevado nivel no es producto de la casualidad (Gurría dixit), sino gracias afortunadamente al trabajo de tantos años.
¡Qué revelación!: resulta que millones y millones de mexicanos desconocedores de la realidad sobreviven en la angustia permanente por falta de empleo, ingreso, bienestar, oportunidades y demás gracias que, se supone, debe garantizar una economía digna de ser considerada como tal, y resulta que ninguno de ellos sabía que la nuestra es de otro planeta y está en otra dimensión. Qué bárbaro: ¡gracias, José Ángel! Así es, mexicanos iletrados: una economía que, sin crisis (Gurría dixit), no crea empleo, ni distribuye el ingreso y la riqueza, ni genera beneficio social, ni combate la pobreza (por el contrario, la estimula) debe ser de otro planeta, tal vez el de los simios.
Sin duda, la temeraria declaración del secretario general de la OCDE sintetiza –y despeja cualquier duda, si la hubiere– la estrechez mental de la abominable tecnocracia mexicana que 30 años atrás se instaló en el poder, y se niega a dejarlo. Y José Ángel es alumno destacado de ella, en el entendido, el suyo, de que mientras las principales variables macroeconómicas medianamente reporten estabilidad, lo demás es lo de menos, es decir, la población puede morir de hambre, la gente puede sobrevivir sempiternamente sin empleo e ingreso, puede incrementarse la pobreza a niveles espeluznantes, pero qué más da si los indicadores de la macroeconomía están a todo dar (gracias a la depauperación de los mexicanos).
Esta economía mexicana de otro planeta ha estimulado la concentración del ingreso y la riqueza más allá del registro porfiriano: en 2011, 10 megaempresarios marca Forbes acapararon el equivalente a 15 por ciento del producto interno bruto, mientras el 10 por ciento de la población más pobre (alrededor de 11.5 millones) a duras penas se prorrateó 1.5 por ciento. En tan sólo cuatro años de calderonato (2007-2010), 12.2 millones de habitantes de esta República de discursos fueron obligados a incorporarse al de por sí grueso ejército de pobres, periodo en el que la economía que está en otra dimensión registró un raquítico crecimiento anual de apenas ocho décimas de punto porcentual, algo no registrado en 80 años. Sin embargo, en igual lapso esos megaempresarios incrementaron sus fortunas conjuntas en 70 por ciento (de 74 mil 100 millones de dólares a 125 mil 100 millones). Por cierto, cuando José Ángel Gurría dejó la Secretaría de Hacienda (último día de noviembre de 2000), el inventario oficial de pobres en el país sumaba 52.7 millones; ahora que la economía es de otro planeta asciende a 57.7 millones (al cierre de 2010), y contando.
De igual forma, esta economía extraterrestre ha estimulado situaciones como la siguiente: entre octubre de 2011 y marzo del presente año se ha registrado un incremento de 93 por ciento en el número de menores que intentan llegar al vecino país del norte sin el acompañamiento de un adulto. De acuerdo con el Migration Policy Institute, que integran especialistas dedicados al estudio de la migración a escala mundial, en el periodo del que se informa 5 mil 252 menores (mexicanos, en su mayoría) arribaron solos a Estados Unidos. Apenas en marzo pasado la cifra llegó a mil 390 (La Jornada, Ciro Pérez Silva). Lo anterior, sin olvidar que en los gobiernos tecnócratas alrededor de 10 por ciento de la población nacional (equivalente a 20 por ciento de la población económicamente activa) emigró al vecino del norte ante la falta de empleo, ingreso y bienestar en su propia casa, en la que priva un régimen de apartheid económico, o si se prefiere, de otra dimensión.
Sin duda de otro planeta debe ser una economía como la mexicana cuando desde 2001 registra la menor tasa de crecimiento en América Latina, con tasas incluso menores a las reportadas por Haití. Para no ir más lejos, en el sexenio calderonista el promedio anual de crecimiento no pasa de 1.9 por ciento, contra 5 por ciento anual prometido por Calderón (en tiempos de su campaña electoral, desde luego). En el balance regional, la extraterrestre economía nacional ha sobresalido, sí, pero por contarse entre las de menos resultados, no obstante tener todo tipo de riquezas, aunque todas ellas concentradas en unas cuantas manos. Por ejemplo, ha crecido a la par, incluso por abajo, de potencias latinoamericanas como Belice, Nicaragua, El Salvador y Honduras.
Las anteriores son apenas algunas pinceladas de lo resultona que ha salido la economía mexicana, la misma de la que José Ángel Gurría se ha enamorado, en el entendido de que el amor, como el ex titular de Hacienda, es ciego. ¿Qué motivó al secretario general de la OCDE a aventarse la puntada de calificar como de otro planeta y de otra dimensión la economía mexicana”? Tal vez el reciente informe del Inegi sobre el comportamiento económico nacional durante el primer trimestre de 2012, el cual señala que en tal periodo se reportó un avance de 4.6 por ciento anualizado. Pero el funcionario zedillista parece que no tomó nota de que el crecimiento enero-marzo de 2012 (1.31 por ciento) resultó sustancialmente inferior al de octubre-noviembre de 2011 (3.9 por ciento), de tal suerte que a todas luces el ritmo ha descendido notoriamente.
Pero en cualquiera de los casos nadie medianamente instalado en la realidad puede atribuir cualidades extraterrestres a una economía que en los últimos seis años registra un ritmo anual de crecimiento de entre 1.8 y 1.9 por ciento, y de 2.2 por ciento, también como promedio anual, en las últimas tres décadas, y que uno de sus grandes logros ha sido mantener en la pobreza a más de la mitad de la población. Entonces, la mexicana puede calificarse de infrahumana, pero nunca de extraterrestre.
Las rebanadas del pastel
Y mientras el tipo de cambio peso-dólar va que vuela a las 14 unidades, otro extraterrestre se asomó al sobrepoblado balcón de las declaraciones: para México, lo importantes es la distribución del ingreso (Carlos Slim dixit, quien para sí acapara el equivalente a 7 por ciento del PIB nacional, y contando).
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