Empleo: ¿la buena noticia?

Flores en tiempos electorales
Precariedad laboral a galope

Carlos Fernández-Vega / México SA


El Inegi recién informó que entre el primer trimestre de 2011 e igual periodo de 2012 alrededor de un millón 700 mil mexicanos lograron colarse al mercado laboral, con lo que plenamente se habría atendido la demanda de puestos de trabajo y, de pilón, reducido la tasa oficial de desocupación, así sea en apenas tres décimas de punto porcentual en ese lapso. De entrada parece algo positivo, un bonito arreglo floral en tiempos de campaña –durante los cuales siempre circulan buenas noticias para adornar el ambiente–, pero ¿existen motivos reales para celebrar, o la referida información es otro obsequio de temporada?

Para saberlo hay que desmenuzar el arreglo floral, ir al fondo de la información, analizarla a detalle, algo que por lo demás realizó el Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, en su estudio, recién salido del horno, El avance de la precarización laboral, del que se toman los siguientes elementos: es favorable tener una economía que genere empleos, pero cuando los mismos no garantizan a las personas un mejor nivel de vida no hay nada que celebrar. Y en este sentido, la información del Inegi permite dejar en claro que la mayor parte de ese millón 700 mil plazas no proporcionaron la prestación de seguridad social.

De hecho, se ha fortalecido la tendencia de que la mayor proporción ocupacional corresponde al sector informal, lo que a su vez evidencia que el crecimiento económico reportado por el país no se genera a partir del fortalecimiento las capacidades productivas formales. Una afectación directa se tiene en la captación de impuestos por parte del sector público: la informalidad constituye a un grupo de personas que no tributan lo correspondiente por su participación en la actividad productiva. De igual manera la informalidad representa un pasivo que en el mediano y largo plazos presionará la estabilidad económica y social de México: son personas que no cuentan con servicios de salud ni con un sistema de pensiones que les garantice una vejez digna. El resultado presentado por el Inegi indica que dichos saldos se van incrementando, aún en un periodo en el que se registró crecimiento económico. Tan sólo en el último año 1.17 millones de personas se agregaron al grupo de trabajadores que no reciben prestaciones de seguridad social, sumando casi 30.5 millones.

Un aspecto adicional, e igualmente preocupante, es el de la precarización del empleo. El CIEN indica que en el último año se agregaron 694 mil mexicanos que tuvieron una remuneración que en el mejor de los casos llegó a un salario mínimo, y 194 mil más se sumaron al grupo de personas ocupadas pero que no reciben ingresos. Al mismo tiempo se observó una contracción de los ocupados que obtienen más de tres salarios mínimos, una caída de 612 mil personas para el rango de entre tres y cinco salarios mínimos y una baja de 18 mil para aquellos que gana más de cinco salarios mínimos.

Lo descrito sintetiza que si bien existió un aumento en el número de personas ocupadas, ello se gestó al mismo tiempo que se presentó una reducción entre quienes perciben remuneraciones que realmente permiten mantener a las familias fuera de los rangos de pobreza. Los 282 mil trabajadores adicionales que no contaron con un contrato por escrito terminan por consolidar el ejemplo del avance en la precarización del mercado laboral. Es claro que el desafío del mercado laboral mexicano no es únicamente el de generar empleo, también lo constituye hacerlo en el mercado formal, el que proporciona las prestaciones sociales adecuadas. Los desequilibrios anteriores no se resolverán si México no alcanza un crecimiento económico ligado a actividades productivas formales y que estén vinculadas a la generación de mayor valor agregado. De igual forma contener la precarización del empleo es un aspecto estratégico a realizar, el problema es que ello será tarea heredada al siguiente gobierno, el actual no tuvo la capacidad de evitarlo y ello tiene como colofón el irrefrenable aumento de la pobreza, uno de los signos negativos que caracterizará a la actual administración.

En el periodo referido, la información disponible confirma el aumento en las condiciones de precariedad laboral. Las cifras son contundentes: un crecimiento de los trabajadores no remunerados de 2.9 por ciento (80 mil personas más que no reciben remuneraciones); 694 mil se adicionaron al grupo que a lo sumo percibe un salario mínimo (12.2 por ciento de aumento); 776 mil personas se agregaron al cúmulo de mexicanos que reciben entre uno y dos salarios mínimos, y que por lo tanto no reciben lo suficiente para mantener a sus familias fuera de la línea de pobreza; existen cerca de 3.7 millones de personas que tienen una ocupación pero que no reciben ingresos por la misma (5.5 por ciento más que en el primer trimestre de 2011); en contrasentido se observó una reducción de las personas que reciben ingresos superiores al promedio: una contracción de 612 mil para los que ganan entre tres y cinco salarios mínimos (en el caso de quienes perciben más de cinco salarios mínimos la caída fue de 18 mil).

Lo anterior sintetiza dos hechos: una mayor concentración económica y la precarización del empleo para aquellos que tienen la fortuna de encontrar una ocupación. Por tanto, es evidente que el descenso en la tasa oficial de desocupación es algo que debe revisarse con cuidado, las condiciones bajo las cuales se dio la reducción son altamente cuestionables, porque 11 por ciento de los nuevos ocupados en el país durante el primer trimestre de 2012 en comparación con igual periodo de 2011 se dieron a costa de no recibir un ingreso. Además, 40 por ciento de estos mismos corresponde a personas ocupadas que reciben hasta un salario mínimo, y 68 por ciento de la nueva ocupación no cuenta con acceso a la salud. Peor aún, de ese millón 700 mil personas 44 por ciento se ocupó en la informalidad. El impacto es profundo. Por ejemplo, en el estado de Tlaxcala 42 por ciento de la población ocupada está en la informalidad; en Hidalgo, 35.8; en Oaxaca, 35.6; en Guerrero, 35.4, y en el estado de México, 35.1. Entonces, el arreglo floral no es tan bonito como parece.

Las rebanadas del pastel

Que Mexicana de Aviación ya tiene nuevo dueño y ya se resolvió el entuerto, aunque en el mejor de los casos comenzaría a volar allá por septiembre, siempre y cuando la SCT y amigos que la acompañan no obstaculicen el proceso. Pero ojo: nadie sabe si a la aerolínea le devolverán las rutas que cubría, porque otras empresas, con la venia gubernamental, se repartieron el pastel. Así, más que nunca los trabajadores deben estar a las vivas, porque sobran los empresarios carroñeros.

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