Ricardo Alemán
El oficio político suele ser multidisciplinario. Y una de las actividades paralelas al arte de la política —que de tanto en tanto reclama las manos del experto— es el oficio de sepulturero.
Y en esta ocasión, a medio tramo de la campaña presidencial de 2012, le correspondió a Elba Esther Gordillo remachar los últimos clavos al ataúd de la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota. Pero no fue todo. La lideresa del poderoso gremio magisterial también asumió la tarea de empujar la mortaja al fondo de la tumba.
Y es que en la celebración del Día del Maestro —que se llevó a cabo en la casa presidencial de Los Pinos—, la señora Gordillo pronunció uno de los discursos más ofensivos que se recuerden entre la clase política mexicana, pero sobre todo en tiempos electorales, contra una candidata presidencial.
En realidad, el peso específico de lo declarado por la lideresa de los maestros se debe no sólo a lo que dijo la señora Gordillo, y tampoco a la forma en que lo dijo, sino al lugar, el momento y frente a quien lo dijo.
Como todos saben, la señora Gordillo acudió a la celebración del Día del Maestro, en la residencia oficial de Los Pinos. Ahí, la profesora agradeció al presidente Calderón porque en abril de 2009 cambió de titular de la SEP y designó a Alonso Lujambio, “con quien recuperamos el diálogo que se había envilecido por la cortedad de miras con que antes se realizaba la administración de la educación…”, la cual “jamás debe estar supeditada a una ambición personal carente de autoridad moral”, dijo Gordillo.
También respondió a quienes han acusado al SNTE de chantajear al gobierno, a la SEP y a todo el sistema educativo, y dijo que el verdadero chantaje es… “adjudicarse realizaciones que nunca se percibieron ni imaginaron… chantaje, sí, producto de ambiciones mezquinas; chantaje que será derrotado cuando la historia y la verdad prevalezcan”.
En pocas palabras, que la señora Gordillo dijo que la candidata presidencial del PAN, la señora Josefina Vázquez Mota, es capaz de un “diálogo envilecido”, que su gestión al frente de la SEP se desempeñó con “cortedad de miras”, la cual estuvo “supeditada a la ambición personal”, además de que la señora Vázquez Mota carece de “autoridad moral”, ya que “se adjudica ideas ajenas” y actúa mediante “chantajes y ambiciones mezquinas”.
Todo eso piensa la lideresa del más grande, más poderoso y más acaudalado sindicato mexicano. Y por eso obliga la pregunta.
¿Cuándo, en la historia político-electoral mexicana, un actor político —como en este caso la señora Gordillo— se había expresado así de un candidato presidencial, en pleno periplo comicial y, precisamente, cuando a la carrera presidencial le quedan menos de 45 días? ¿Cuándo un actor político del peso, por ejemplo, de la señora Gordillo, habría lanzado tales misiles contra un candidato presidencial que va a la baja, como es el caso de la señora Vázquez Mota? ¿Y cuándo, dos mujeres del poder, como las señoras Gordillo y Mota, se habían enfrentado de esa manera por el poder presidencial?
Aun así, todo lo anterior pudiera haber quedado más que en calidad de asunto anecdótico si no fuera porque la líder de los maestros lo dijo frente al presidente Felipe Calderón. Sin duda el asunto hubiese quedado en pecata minuta si la crítica y los obuses lanzados por la señora Gordillo no tuviesen a la candidata presidencial de Calderón como destinataria.
¿Pero qué creen? En efecto, que ocurrió lo impensable.
Es decir, que el presidente Calderón permaneció impávido, como si nada, a pesar de que en su cara la señora Gordillo lapidó a la candidata presidencial del PAN, a la candidata de su partido y, en última instancia, a la candidata de Felipe Calderón.
Pero Calderón no fue el único que no metió ni las manos para defender a su candidata e impedir que la antaño aliada de Calderón dinamitara a Josefina Vázquez Mota. No, tampoco el PAN metió las manos, tampoco el partido azul hizo algo, y no se diga gobernadores, senadores y diputados.
En suma, que si el presidente Calderón no hizo nada para impedir que la señora Gordillo lapidara a la señora Vázquez Mota, y si a la clase política del PAN no le importa defender a su candidata, entonces no queda más que confirmar que los azules ya se dieron por vencidos. Que tiraron la toalla y rindieron la plaza.
Queda claro que cualquiera puede acudir a la casa azul, gritarles en su cara que su candidata presidencial es lo peor, y no pasa nada.
¿Y así quieren que los electores confíen en Josefina? ¿Así quieren que les crean cuando dicen que van a ganar? Al tiempo.
El oficio político suele ser multidisciplinario. Y una de las actividades paralelas al arte de la política —que de tanto en tanto reclama las manos del experto— es el oficio de sepulturero.
Y en esta ocasión, a medio tramo de la campaña presidencial de 2012, le correspondió a Elba Esther Gordillo remachar los últimos clavos al ataúd de la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota. Pero no fue todo. La lideresa del poderoso gremio magisterial también asumió la tarea de empujar la mortaja al fondo de la tumba.
Y es que en la celebración del Día del Maestro —que se llevó a cabo en la casa presidencial de Los Pinos—, la señora Gordillo pronunció uno de los discursos más ofensivos que se recuerden entre la clase política mexicana, pero sobre todo en tiempos electorales, contra una candidata presidencial.
En realidad, el peso específico de lo declarado por la lideresa de los maestros se debe no sólo a lo que dijo la señora Gordillo, y tampoco a la forma en que lo dijo, sino al lugar, el momento y frente a quien lo dijo.
Como todos saben, la señora Gordillo acudió a la celebración del Día del Maestro, en la residencia oficial de Los Pinos. Ahí, la profesora agradeció al presidente Calderón porque en abril de 2009 cambió de titular de la SEP y designó a Alonso Lujambio, “con quien recuperamos el diálogo que se había envilecido por la cortedad de miras con que antes se realizaba la administración de la educación…”, la cual “jamás debe estar supeditada a una ambición personal carente de autoridad moral”, dijo Gordillo.
También respondió a quienes han acusado al SNTE de chantajear al gobierno, a la SEP y a todo el sistema educativo, y dijo que el verdadero chantaje es… “adjudicarse realizaciones que nunca se percibieron ni imaginaron… chantaje, sí, producto de ambiciones mezquinas; chantaje que será derrotado cuando la historia y la verdad prevalezcan”.
En pocas palabras, que la señora Gordillo dijo que la candidata presidencial del PAN, la señora Josefina Vázquez Mota, es capaz de un “diálogo envilecido”, que su gestión al frente de la SEP se desempeñó con “cortedad de miras”, la cual estuvo “supeditada a la ambición personal”, además de que la señora Vázquez Mota carece de “autoridad moral”, ya que “se adjudica ideas ajenas” y actúa mediante “chantajes y ambiciones mezquinas”.
Todo eso piensa la lideresa del más grande, más poderoso y más acaudalado sindicato mexicano. Y por eso obliga la pregunta.
¿Cuándo, en la historia político-electoral mexicana, un actor político —como en este caso la señora Gordillo— se había expresado así de un candidato presidencial, en pleno periplo comicial y, precisamente, cuando a la carrera presidencial le quedan menos de 45 días? ¿Cuándo un actor político del peso, por ejemplo, de la señora Gordillo, habría lanzado tales misiles contra un candidato presidencial que va a la baja, como es el caso de la señora Vázquez Mota? ¿Y cuándo, dos mujeres del poder, como las señoras Gordillo y Mota, se habían enfrentado de esa manera por el poder presidencial?
Aun así, todo lo anterior pudiera haber quedado más que en calidad de asunto anecdótico si no fuera porque la líder de los maestros lo dijo frente al presidente Felipe Calderón. Sin duda el asunto hubiese quedado en pecata minuta si la crítica y los obuses lanzados por la señora Gordillo no tuviesen a la candidata presidencial de Calderón como destinataria.
¿Pero qué creen? En efecto, que ocurrió lo impensable.
Es decir, que el presidente Calderón permaneció impávido, como si nada, a pesar de que en su cara la señora Gordillo lapidó a la candidata presidencial del PAN, a la candidata de su partido y, en última instancia, a la candidata de Felipe Calderón.
Pero Calderón no fue el único que no metió ni las manos para defender a su candidata e impedir que la antaño aliada de Calderón dinamitara a Josefina Vázquez Mota. No, tampoco el PAN metió las manos, tampoco el partido azul hizo algo, y no se diga gobernadores, senadores y diputados.
En suma, que si el presidente Calderón no hizo nada para impedir que la señora Gordillo lapidara a la señora Vázquez Mota, y si a la clase política del PAN no le importa defender a su candidata, entonces no queda más que confirmar que los azules ya se dieron por vencidos. Que tiraron la toalla y rindieron la plaza.
Queda claro que cualquiera puede acudir a la casa azul, gritarles en su cara que su candidata presidencial es lo peor, y no pasa nada.
¿Y así quieren que los electores confíen en Josefina? ¿Así quieren que les crean cuando dicen que van a ganar? Al tiempo.
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