Guillermo Fabela
Nunca ha sido conveniente mencionar la soga en casa del ahorcado, como así acaba de hacerlo el secretario de Economía, Bruno Ferrari. Afirmó en conferencia de medios que “aún estamos pagando malos manejos de los políticos ladrones” y puntualizó que “cuesta mucho trabajo corregir el timón cuando se había torcido por mucho tiempo”. Se refería, desde luego, a los tiempos en que el PRI estaba en el poder y el PAN era un remedo de oposición que recibía migajas por su colaboracionismo en momentos en que era necesaria su participación para sacar adelante leyes que apuntalaran al sistema priísta.
Sin embargo, una vez que llegó a Los Pinos, el partido blanquiazul demostró haber aprendido muy bien las mañas nefastas de los priístas, pero ninguna de sus virtudes políticas, las cuales sacó de la casa presidencial como si se tratara de muebles viejos, entre ellas la ejemplar política exterior basada en principios de validez universal, y la regla no escrita de “salpicar” a todos los sectores con los beneficios que dejaba la administración pública en un país que no para de crecer. Es cierto que con el arribo de los tecnócratas comenzó el desmantelamiento del viejo Estado benefactor, pero incluso éstos se cuidaron de no excluir abiertamente a población mayoritaria tradicionalmente favorecida por el corporativismo.
Tenían buen olfato político, cosa de la que carecen absolutamente los panistas en el poder, de ahí su salida de Los Pinos para no regresar nunca más. Por eso la angustia de Felipe Calderón, pues sabe que le esperan días muy complicados para hacer que cuadren las cuentas públicas, y revertir un desorden que no tiene precedente en la administración federal. Es que nunca como en este sexenio las arcas nacionales habían sido tan favorecidas, tanto con los altos precios de los hidrocarburos, como porque las remesas de los migrantes nunca bajaron de más de 20 mil millones de dólares anuales, al igual que los beneficios de la entrega de bienes nacionales, como la minería, a empresas extranjeras, operaciones que no deben haber sido gratuitas.
Como no lo deben ser las operaciones de Pemex, motivo por el que el director de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel, acaba de ser citado por la Cámara de Diputados, en la Comisión Permanente, para que informe sobre las operaciones financieras de Pemex Exploración y Producción (PEP), mismas que generaron pérdidas de alrededor de 398 mil millones de pesos. Nomás no aparece tal monto, detectado por la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Por lo pronto, a ver si pega, la paraestatal se declaró “incompetente” para informar sobre contratos de servicios múltiples, de 2000 a la fecha.
Al fin que para eso está Pemex, así como otros sectores productivos, según el criterio de los panistas, para que empresas extranjeras hagan negocios, pues “no vienen por un gesto de filantropía, vienen porque quieren hacer negocios”, como reconoció Calderón, quien se congratuló de que hagan negocios rentables, “porque así vamos a tener mayor inversión”. Sólo que la mayor parte de tales inversiones son generalmente especulativas, pues una vez obtenida la ganancia salen del país, como lo demuestran los hechos. ¿No sucede así en el sector bancario, en el de la minería, en el de contratos de servicios múltiples de Pemex?
No es ninguna garantía de que el futuro de México estará a salvo con dinero de papel en las reservas del Banco de México: 154 mil millones de dólares, más otros 72 mil millones que tiene disponibles para nuestro país, en caso de necesitarlos, el Fondo Monetario Internacional (aunque habría que descontar los 14 mil millones de dólares que le obsequió a la institución crediticia el inquilino de Los Pinos, estos sí contantes y sonantes). Según él con ese dinero se podría pagar “más de dos veces” toda la deuda externa del gobierno federal, que en pesos asciende a 5 billones 478 mil 150 millones, nada menos que 167.87 por ciento más en los dos gobiernos del PAN
El problema de fondo con los gobiernos panistas es que confunden los términos de su labor, pues piensan a pie juntillas que tener el mando del Estado les da derecho de hacer negocios privados, como se observa en diversas áreas de la administración. Precisamente, en estos días salió a la luz el asunto de la importación de 800 mil toneladas de maíz de Sudáfrica, cuando aquí hay más de 3 millones de toneladas sin comercializar, según denuncia de la Confederación Nacional de Productores de Maíz de México. Su dirigente, Carlos Salazar, denunció que dicha operación es “un ‘dumping’ depredatorio, pues los productores están recibiendo ofertas de precios muy por abajo del valor justo del maíz blanco para consumo humano”.
Como bien dice otro dicho popular, “el pez por su boca muere”, y los panistas son muy dados a abrir la boca cuando lo más razonable sería permanecer callados. En los años venideros, la nación tendrá que enfrentar la terrible deuda pública que dejará de herencia la “administración” de Calderón, tan grave como el Fobaproa, por ejemplo.
Nunca ha sido conveniente mencionar la soga en casa del ahorcado, como así acaba de hacerlo el secretario de Economía, Bruno Ferrari. Afirmó en conferencia de medios que “aún estamos pagando malos manejos de los políticos ladrones” y puntualizó que “cuesta mucho trabajo corregir el timón cuando se había torcido por mucho tiempo”. Se refería, desde luego, a los tiempos en que el PRI estaba en el poder y el PAN era un remedo de oposición que recibía migajas por su colaboracionismo en momentos en que era necesaria su participación para sacar adelante leyes que apuntalaran al sistema priísta.
Sin embargo, una vez que llegó a Los Pinos, el partido blanquiazul demostró haber aprendido muy bien las mañas nefastas de los priístas, pero ninguna de sus virtudes políticas, las cuales sacó de la casa presidencial como si se tratara de muebles viejos, entre ellas la ejemplar política exterior basada en principios de validez universal, y la regla no escrita de “salpicar” a todos los sectores con los beneficios que dejaba la administración pública en un país que no para de crecer. Es cierto que con el arribo de los tecnócratas comenzó el desmantelamiento del viejo Estado benefactor, pero incluso éstos se cuidaron de no excluir abiertamente a población mayoritaria tradicionalmente favorecida por el corporativismo.
Tenían buen olfato político, cosa de la que carecen absolutamente los panistas en el poder, de ahí su salida de Los Pinos para no regresar nunca más. Por eso la angustia de Felipe Calderón, pues sabe que le esperan días muy complicados para hacer que cuadren las cuentas públicas, y revertir un desorden que no tiene precedente en la administración federal. Es que nunca como en este sexenio las arcas nacionales habían sido tan favorecidas, tanto con los altos precios de los hidrocarburos, como porque las remesas de los migrantes nunca bajaron de más de 20 mil millones de dólares anuales, al igual que los beneficios de la entrega de bienes nacionales, como la minería, a empresas extranjeras, operaciones que no deben haber sido gratuitas.
Como no lo deben ser las operaciones de Pemex, motivo por el que el director de la paraestatal, Juan José Suárez Coppel, acaba de ser citado por la Cámara de Diputados, en la Comisión Permanente, para que informe sobre las operaciones financieras de Pemex Exploración y Producción (PEP), mismas que generaron pérdidas de alrededor de 398 mil millones de pesos. Nomás no aparece tal monto, detectado por la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación (ASF). Por lo pronto, a ver si pega, la paraestatal se declaró “incompetente” para informar sobre contratos de servicios múltiples, de 2000 a la fecha.
Al fin que para eso está Pemex, así como otros sectores productivos, según el criterio de los panistas, para que empresas extranjeras hagan negocios, pues “no vienen por un gesto de filantropía, vienen porque quieren hacer negocios”, como reconoció Calderón, quien se congratuló de que hagan negocios rentables, “porque así vamos a tener mayor inversión”. Sólo que la mayor parte de tales inversiones son generalmente especulativas, pues una vez obtenida la ganancia salen del país, como lo demuestran los hechos. ¿No sucede así en el sector bancario, en el de la minería, en el de contratos de servicios múltiples de Pemex?
No es ninguna garantía de que el futuro de México estará a salvo con dinero de papel en las reservas del Banco de México: 154 mil millones de dólares, más otros 72 mil millones que tiene disponibles para nuestro país, en caso de necesitarlos, el Fondo Monetario Internacional (aunque habría que descontar los 14 mil millones de dólares que le obsequió a la institución crediticia el inquilino de Los Pinos, estos sí contantes y sonantes). Según él con ese dinero se podría pagar “más de dos veces” toda la deuda externa del gobierno federal, que en pesos asciende a 5 billones 478 mil 150 millones, nada menos que 167.87 por ciento más en los dos gobiernos del PAN
El problema de fondo con los gobiernos panistas es que confunden los términos de su labor, pues piensan a pie juntillas que tener el mando del Estado les da derecho de hacer negocios privados, como se observa en diversas áreas de la administración. Precisamente, en estos días salió a la luz el asunto de la importación de 800 mil toneladas de maíz de Sudáfrica, cuando aquí hay más de 3 millones de toneladas sin comercializar, según denuncia de la Confederación Nacional de Productores de Maíz de México. Su dirigente, Carlos Salazar, denunció que dicha operación es “un ‘dumping’ depredatorio, pues los productores están recibiendo ofertas de precios muy por abajo del valor justo del maíz blanco para consumo humano”.
Como bien dice otro dicho popular, “el pez por su boca muere”, y los panistas son muy dados a abrir la boca cuando lo más razonable sería permanecer callados. En los años venideros, la nación tendrá que enfrentar la terrible deuda pública que dejará de herencia la “administración” de Calderón, tan grave como el Fobaproa, por ejemplo.
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