Los Brigadistas-UNAM
Desde el inicio de este año, los maestros de primarias y secundarias han desarrollado un intenso proceso de discusión en torno al más reciente acuerdo de Elba Esther Gordillo y el gobierno de Calderón: el acuerdo para la evaluación universal.
A mediados de marzo, realizaron una gran movilización que logró aglutinar en un paro nacional de 72 horas a decenas de miles de maestros y que culminó con una marcha en la Ciudad de México, en la que se evalúo una participación de alrededor de 70 mil profesores. En esas fechas, acordaron realizar una consulta nacional en torno a la realización de un paro nacional indefinido a partir del 15 de mayo, día del maestro, hasta lograr echar atrás ese pacto, entre otras demandas.
La jornada de movilizaciones de marzo, deja ver claramente cuáles son los pilares en los que puede sustentarse el movimiento nacional.
La jornada de movilizaciones del 15 al 17 de Marzo.
En Chiapas, la sección 7 del sindicato magisterial contabiliza una participación de alrededor de 46 000 personas en la jornada de movilización. En el D.F., la sección 9 de profesores de primarias estima que participaron en el paro de labores 18 000 profesores y más de 5000 marcharon. La sección 10 de maestros de secundaria evalúa que alrededor de 2000 profesores realizaron paro. En Michoacán, la sección 18 se sumó casi totalmente a la jornada, agregando en sus consignas el apoyo a los estudiantes de la Normal Rural Vasco de Quiroga contra la reducción de la matricula. Una de las secciones más fuertes, es la 22 de Oaxaca, donde se realizó una marcha estatal en contra de la evaluación universal y para exigir justicia ante el clima de violencia y represión en el estado.
En muchos otros estados de la República, se realizaron acciones de difusión como volanteos, mítines, asambleas y marchas locales.
Todas las secciones que participan en la CNTE, se comprometieron a difundir la información e impulsar la consulta en torno al paro del 15 de mayo, promoviendo asambleas escuela por escuela, zona por zona y sector por sector.
La demanda central de los maestros
En mayo de 2011, la SEP y la dirección del SNTE firmaron un acuerdo para imponer a los maestros una evaluación estandarizada en la que el 50% de la calificación que puede obtener un profesor se basa en las notas que alcancen sus alumnos en la prueba ENLACE, y el otro 50% está dividido en tres partes: el resultado de un examen general, la evaluación de supervisores y el desempeño en diversos cursos, algunos de ellos obligatorios y basados en los errores de sus alumnos en la prueba ENLACE.
Aunque el acuerdo no establece qué ocurrirá en caso de que algún maestro no obtenga una buena evaluación, es claro que el próximo paso será establecer una calificación mínima para que un maestro pueda mantener su trabajo, y este peligro es el que ha levantado ámpula en el estado de ánimo del magisterio democrático.
Con campañas mediáticas de linchamiento contra los maestros, el gobierno federal nos quiere convencer de que el magisterio es responsable de todo el deterioro educativo y que al oponerse a la evaluación que ellos han impuesto, los maestros demuestran estar en contra de mejorar el nivel educativo de los niños mexicanos. Nada más falso.
Miente el gobierno cuando dice que la evaluación universal decretada desde los escritorios de los funcionarios y los charros del sindicato, contribuirá a mejorar la educación básica en el país. Ese acuerdo no contempla las necesidades reales de los niños y de los maestros.
Un pacto para mejorar la educación tendría que empezar por mejorar las condiciones de estudio y de trabajo en el aula, y por mejorar las condiciones de vida de los niños. Un niño mal alimentado, cuya familia lucha cotidianamente por cubrir los gastos mínimos para la supervivencia, no puede concentrarse al 100% en los estudios. Y no puede responsabilizarse de los resultados educativos a los maestros que atienden en condiciones precarias a grupos de 30 a 40 niños, que salen de una escuela para ir a otra para tener un ingreso más o menos adecuado, que no cuenta con material didáctico, que no dispone de tiempo para estudiar, actualizarse y ampliar sus conocimientos. Un maestro que debe hacer las veces de trabajador social, de psicólogo, de orientador o de consejero familiar.
La postura de Elba Esther Gordillo de aplazar el primer examen general para la evaluación universal, que se tenía previsto para finales de junio, es absolutamente oportunista. No tiene nada que ver con las preocupaciones de los profesores sino con las aspiraciones de poder de alguien que quedó marginada en el actual proceso electoral y su partido, el Panal, corre el riesgo de perder el registro. Lo que busca es posicionarse en sus negociaciones frente a priistas y panistas, evitar que se exprese el descontento de los maestros democráticos en esta etapa, y que los maestros se desmovilicen mientras pasa el periodo electoral y se enfrían las aguas, para después volver a la cargada con la evaluación universal en una correlación de fuerzas más favorable para imponerla.
Apoyemos la lucha magisterial
Los maestros rechazan una política educativa en donde lo que menos importa es la educación, se rechaza una evaluación que es parte de esa política y que ignora las condiciones reales en que se viven los mexicanos. En Cochoapa El Grande, Guerrero, el municipio más pobre del país, por ejemplo, se necesita de diferentes estrategias educativas que las que se tendrían que destinar a un municipio o localidad urbana con un ingreso económico mayor y con mejores condiciones sociales. Rechazan que la evaluación universal los obligue a convertirse en maquiladores de alumnos que aprueben un examen, porque eso está lejos de ser una educación integral y buena; eso es meramente un entrenamiento.
Una evaluación que pretenda realmente contribuir a mejorar la situación educativa en nuestro país, tendría ser organizada conjuntamente por los maestros y los padres de familia, tendría que ser resultado de una retroalimentación constante entre los participantes, tendría que contemplar estrategias y materiales educativos que respondan a las necesidades de su realidad inmediata, poniendo el acento en formar mejores seres humanos.
Romper el cerco mediático y convencer de que esta lucha es justa porque se opone a medidas que no corresponden a nuestras necesidades educativas y ponen en riesgo el trabajo de miles de profesores, es una tarea que nos corresponde a todos.
Desde el inicio de este año, los maestros de primarias y secundarias han desarrollado un intenso proceso de discusión en torno al más reciente acuerdo de Elba Esther Gordillo y el gobierno de Calderón: el acuerdo para la evaluación universal.
A mediados de marzo, realizaron una gran movilización que logró aglutinar en un paro nacional de 72 horas a decenas de miles de maestros y que culminó con una marcha en la Ciudad de México, en la que se evalúo una participación de alrededor de 70 mil profesores. En esas fechas, acordaron realizar una consulta nacional en torno a la realización de un paro nacional indefinido a partir del 15 de mayo, día del maestro, hasta lograr echar atrás ese pacto, entre otras demandas.
La jornada de movilizaciones de marzo, deja ver claramente cuáles son los pilares en los que puede sustentarse el movimiento nacional.
La jornada de movilizaciones del 15 al 17 de Marzo.
En Chiapas, la sección 7 del sindicato magisterial contabiliza una participación de alrededor de 46 000 personas en la jornada de movilización. En el D.F., la sección 9 de profesores de primarias estima que participaron en el paro de labores 18 000 profesores y más de 5000 marcharon. La sección 10 de maestros de secundaria evalúa que alrededor de 2000 profesores realizaron paro. En Michoacán, la sección 18 se sumó casi totalmente a la jornada, agregando en sus consignas el apoyo a los estudiantes de la Normal Rural Vasco de Quiroga contra la reducción de la matricula. Una de las secciones más fuertes, es la 22 de Oaxaca, donde se realizó una marcha estatal en contra de la evaluación universal y para exigir justicia ante el clima de violencia y represión en el estado.
En muchos otros estados de la República, se realizaron acciones de difusión como volanteos, mítines, asambleas y marchas locales.
Todas las secciones que participan en la CNTE, se comprometieron a difundir la información e impulsar la consulta en torno al paro del 15 de mayo, promoviendo asambleas escuela por escuela, zona por zona y sector por sector.
La demanda central de los maestros
En mayo de 2011, la SEP y la dirección del SNTE firmaron un acuerdo para imponer a los maestros una evaluación estandarizada en la que el 50% de la calificación que puede obtener un profesor se basa en las notas que alcancen sus alumnos en la prueba ENLACE, y el otro 50% está dividido en tres partes: el resultado de un examen general, la evaluación de supervisores y el desempeño en diversos cursos, algunos de ellos obligatorios y basados en los errores de sus alumnos en la prueba ENLACE.
Aunque el acuerdo no establece qué ocurrirá en caso de que algún maestro no obtenga una buena evaluación, es claro que el próximo paso será establecer una calificación mínima para que un maestro pueda mantener su trabajo, y este peligro es el que ha levantado ámpula en el estado de ánimo del magisterio democrático.
Con campañas mediáticas de linchamiento contra los maestros, el gobierno federal nos quiere convencer de que el magisterio es responsable de todo el deterioro educativo y que al oponerse a la evaluación que ellos han impuesto, los maestros demuestran estar en contra de mejorar el nivel educativo de los niños mexicanos. Nada más falso.
Miente el gobierno cuando dice que la evaluación universal decretada desde los escritorios de los funcionarios y los charros del sindicato, contribuirá a mejorar la educación básica en el país. Ese acuerdo no contempla las necesidades reales de los niños y de los maestros.
Un pacto para mejorar la educación tendría que empezar por mejorar las condiciones de estudio y de trabajo en el aula, y por mejorar las condiciones de vida de los niños. Un niño mal alimentado, cuya familia lucha cotidianamente por cubrir los gastos mínimos para la supervivencia, no puede concentrarse al 100% en los estudios. Y no puede responsabilizarse de los resultados educativos a los maestros que atienden en condiciones precarias a grupos de 30 a 40 niños, que salen de una escuela para ir a otra para tener un ingreso más o menos adecuado, que no cuenta con material didáctico, que no dispone de tiempo para estudiar, actualizarse y ampliar sus conocimientos. Un maestro que debe hacer las veces de trabajador social, de psicólogo, de orientador o de consejero familiar.
La postura de Elba Esther Gordillo de aplazar el primer examen general para la evaluación universal, que se tenía previsto para finales de junio, es absolutamente oportunista. No tiene nada que ver con las preocupaciones de los profesores sino con las aspiraciones de poder de alguien que quedó marginada en el actual proceso electoral y su partido, el Panal, corre el riesgo de perder el registro. Lo que busca es posicionarse en sus negociaciones frente a priistas y panistas, evitar que se exprese el descontento de los maestros democráticos en esta etapa, y que los maestros se desmovilicen mientras pasa el periodo electoral y se enfrían las aguas, para después volver a la cargada con la evaluación universal en una correlación de fuerzas más favorable para imponerla.
Apoyemos la lucha magisterial
Los maestros rechazan una política educativa en donde lo que menos importa es la educación, se rechaza una evaluación que es parte de esa política y que ignora las condiciones reales en que se viven los mexicanos. En Cochoapa El Grande, Guerrero, el municipio más pobre del país, por ejemplo, se necesita de diferentes estrategias educativas que las que se tendrían que destinar a un municipio o localidad urbana con un ingreso económico mayor y con mejores condiciones sociales. Rechazan que la evaluación universal los obligue a convertirse en maquiladores de alumnos que aprueben un examen, porque eso está lejos de ser una educación integral y buena; eso es meramente un entrenamiento.
Una evaluación que pretenda realmente contribuir a mejorar la situación educativa en nuestro país, tendría ser organizada conjuntamente por los maestros y los padres de familia, tendría que ser resultado de una retroalimentación constante entre los participantes, tendría que contemplar estrategias y materiales educativos que respondan a las necesidades de su realidad inmediata, poniendo el acento en formar mejores seres humanos.
Romper el cerco mediático y convencer de que esta lucha es justa porque se opone a medidas que no corresponden a nuestras necesidades educativas y ponen en riesgo el trabajo de miles de profesores, es una tarea que nos corresponde a todos.
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