Gerardo Fernández Casanova
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Coincido con la mayoría de los comentarios relativos al remedo de debate entre los candidatos a la presidencia realizado el pasado domingo: en términos mediáticos los mayores beneficios del debate nutren a las cuentas femeninas, la de la muy bien dotada edecán con su generoso escote y la de Elba Ester Gordillo con su ocurrente empleado. Se compensa este triunfo de sexo (que no de género) con la oscura presencia de Josefina Vázquez Mota, cuyo acartonamiento manifiesto le asegura una posición competitiva con el “ciudadano” Cuadri. También coincido con la crítica generalizada al esquema rígido que caracterizó al esperado encuentro entre los candidatos cuyo diseño canceló la posibilidad de debatir.
A fuerza de ser objetivo reconozco que Peña Nieto se mostró menos incapaz de lo que su trayectoria marca, no cometió ningún dislate y mostró una retórica elocuente y una buena memoria para aprenderse el discurso a pie juntillas sin el auxilio del teleprompter. Así mismo, debo aceptar que Andrés Manuel pudo haber sido más contundente para aniquilar al adversario y mostrar una mejor imagen ganadora, aunque sí logró lo que claramente fue su principal objetivo: desnudar al impostor; AMLO sólo se propuso remarcar que la crisis que se padece responde al modelo neoliberal imperante y que tal modelo ha conformado a un pequeño grupo de privilegiados que pretenden mantenerlo a como de lugar; que tal grupo usa al PAN y al PRI de manera indistinta según sus conveniencias y que Peña Nieto es su pieza de recambio actual impulsado por la dominación de las televisoras y el dinero a raudales. Involuntariamente Vázquez Mota contribuyó al objetivo aunque sólo en el sentido de mostrar al priísta como un tremendo embustero. Anoto aquí que la retórica ampulosa de Peña Nieto ayudó en gran medida a sustanciar su imagen de impostor.
Es probable que en el desempeño de AMLO no haya avances contundentes en términos de su imagen pública de manera directa, lo que de nada serviría si la capacidad de engaño del engomado se mantiene intacta. En este entendido estratégico este debate le rindió los mayores frutos a López Obrador al sacar al adversario de su burbuja de protección contra dislates y exhibirlo como el impostor que es. A la contundencia de la comprobación del contubernio de Peña Nieto con su padrino Arturo Montiel, sólo pudo responder sacando a colación la archiconsabida referencia al caso Bejarano. La respuesta fue demoledora: “agregue a Ponce y ambos fueron juzgados por la justicia; Ponce está en la cárcel y Bejarano también pasó por ahí, en tanto que usted, que fue el secretario de administración con Montiel, está aquí libre”.
Lo importante está en la calle y en las redes sociales en las que la juventud se está incorporando con gran fuerza al proceso electoral. Ahí se está mostrando la incongruencia de las encuestas a modo que mantienen el artificio de la imbatible supremacía del candidato del PRI, que ni es imbatible como tampoco es supremacía. Estamos hablando de cerca de 8 millones de usuarios activos, la mayoría jóvenes de clase media, que en más de 60% se manifiestan en apoyo al proyecto de AMLO, cuya presencia en las universidades está capturando el antes indeciso voto joven. La incorporación entusiasta de una parte importante del empresariado y la eliminación de tabúes de la propaganda negativa está rindiendo frutos en el electorado de clase media, antes acérrimo crítico del candidato de las izquierdas. Hasta el triunfo del socialista Hollande en Francia contribuye a ampliar las expectativas del cambio verdadero postulado por AMLO.
Entre tanto, la podredumbre del sistema actual derrama por doquier y muestra la urgencia del cambio verdadero. Corrupción mayor en PEMEX y en la CFE; incremento en la violencia brutal; desempleo intolerable y, en general, desánimo en la sociedad. Todo lo que se vive día con día y que no es producto de la casualidad o de la naturaleza sino del modelo que nos rige, hace que la gente reclame el cambio. En una primera instancia ya descalificó al PAN y a su candidata y favoreció al del PRI del engaño. Hoy ha quedado al desnudo el impostor de la retórica ampulosa y el turismo propagandístico. En estas condiciones la prioridad de todos será el debido cuidado de las urnas y la conjura del fraude electoral, porque vamos a ganar.
“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Coincido con la mayoría de los comentarios relativos al remedo de debate entre los candidatos a la presidencia realizado el pasado domingo: en términos mediáticos los mayores beneficios del debate nutren a las cuentas femeninas, la de la muy bien dotada edecán con su generoso escote y la de Elba Ester Gordillo con su ocurrente empleado. Se compensa este triunfo de sexo (que no de género) con la oscura presencia de Josefina Vázquez Mota, cuyo acartonamiento manifiesto le asegura una posición competitiva con el “ciudadano” Cuadri. También coincido con la crítica generalizada al esquema rígido que caracterizó al esperado encuentro entre los candidatos cuyo diseño canceló la posibilidad de debatir.
A fuerza de ser objetivo reconozco que Peña Nieto se mostró menos incapaz de lo que su trayectoria marca, no cometió ningún dislate y mostró una retórica elocuente y una buena memoria para aprenderse el discurso a pie juntillas sin el auxilio del teleprompter. Así mismo, debo aceptar que Andrés Manuel pudo haber sido más contundente para aniquilar al adversario y mostrar una mejor imagen ganadora, aunque sí logró lo que claramente fue su principal objetivo: desnudar al impostor; AMLO sólo se propuso remarcar que la crisis que se padece responde al modelo neoliberal imperante y que tal modelo ha conformado a un pequeño grupo de privilegiados que pretenden mantenerlo a como de lugar; que tal grupo usa al PAN y al PRI de manera indistinta según sus conveniencias y que Peña Nieto es su pieza de recambio actual impulsado por la dominación de las televisoras y el dinero a raudales. Involuntariamente Vázquez Mota contribuyó al objetivo aunque sólo en el sentido de mostrar al priísta como un tremendo embustero. Anoto aquí que la retórica ampulosa de Peña Nieto ayudó en gran medida a sustanciar su imagen de impostor.
Es probable que en el desempeño de AMLO no haya avances contundentes en términos de su imagen pública de manera directa, lo que de nada serviría si la capacidad de engaño del engomado se mantiene intacta. En este entendido estratégico este debate le rindió los mayores frutos a López Obrador al sacar al adversario de su burbuja de protección contra dislates y exhibirlo como el impostor que es. A la contundencia de la comprobación del contubernio de Peña Nieto con su padrino Arturo Montiel, sólo pudo responder sacando a colación la archiconsabida referencia al caso Bejarano. La respuesta fue demoledora: “agregue a Ponce y ambos fueron juzgados por la justicia; Ponce está en la cárcel y Bejarano también pasó por ahí, en tanto que usted, que fue el secretario de administración con Montiel, está aquí libre”.
Lo importante está en la calle y en las redes sociales en las que la juventud se está incorporando con gran fuerza al proceso electoral. Ahí se está mostrando la incongruencia de las encuestas a modo que mantienen el artificio de la imbatible supremacía del candidato del PRI, que ni es imbatible como tampoco es supremacía. Estamos hablando de cerca de 8 millones de usuarios activos, la mayoría jóvenes de clase media, que en más de 60% se manifiestan en apoyo al proyecto de AMLO, cuya presencia en las universidades está capturando el antes indeciso voto joven. La incorporación entusiasta de una parte importante del empresariado y la eliminación de tabúes de la propaganda negativa está rindiendo frutos en el electorado de clase media, antes acérrimo crítico del candidato de las izquierdas. Hasta el triunfo del socialista Hollande en Francia contribuye a ampliar las expectativas del cambio verdadero postulado por AMLO.
Entre tanto, la podredumbre del sistema actual derrama por doquier y muestra la urgencia del cambio verdadero. Corrupción mayor en PEMEX y en la CFE; incremento en la violencia brutal; desempleo intolerable y, en general, desánimo en la sociedad. Todo lo que se vive día con día y que no es producto de la casualidad o de la naturaleza sino del modelo que nos rige, hace que la gente reclame el cambio. En una primera instancia ya descalificó al PAN y a su candidata y favoreció al del PRI del engaño. Hoy ha quedado al desnudo el impostor de la retórica ampulosa y el turismo propagandístico. En estas condiciones la prioridad de todos será el debido cuidado de las urnas y la conjura del fraude electoral, porque vamos a ganar.
Comentarios