Raymundo Riva Palacio
Miles de jóvenes y grupos sociales marcharon el sábado en el centro de la Ciudad de México en contra de la candidatura de Enrique Peña Nieto, convirtiendo la ocasión en la primera vez en la historia que se protesta contra un candidato a la Presidencia. Cientos de jóvenes más hicieron lo mismo en unas 30 ciudades del país, con lo que se convirtió en un evento nacional. En todas esas expresiones hubo otro común denominador: Televisa. Los manifestantes expresaron su rechazo a Peña Nieto y el hartazgo de Televisa, que en esta campaña presidencial dilapidó la credibilidad que alcanzó en 2000.
Este cambio de metabolismo en la juventud detonó tras la presencia de Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana hace 10 días, donde tuvo una mala jornada. Varios maestros recordaron que hace seis años le fue peor al candidato Felipe Calderón en esa comunidad, aunque la gran diferencia es que entonces no había redes sociales que difundieran la información, las anécdotas y las imágenes en tiempo real, y ayudaran a moldear a la opinión pública. Acusados de haber sido manipulados, los estudiantes articularon una respuesta rápida en YouTube que para sorpresa y reflexión de muchos, su carácter contestatario prendió.
A través de los medios alternos de comunicación los estudiantes de las Ivy League mexicanas, el ITAM, el Tecnológico de Monterrey, la Anáhuac y la Iberoamericana, organizaron el viernes pasado una protesta frente a las instalaciones de Televisa en el sur de la capital federal. En la era de las imágenes, lo que en 1968 fueron los gritos de “Prensa vendida” frente a Excélsior, ahora lo fue ante la televisión. En paralelo se armaron varias protestas en escala nacional. El vehículo de organización fueron las redes sociales, lo que llevó a algunos analistas a plantear paralelismos con la Primavera Árabe.
De fondo no hay analogía, pero de forma, muchas. Las manifestaciones que provocaron la caída de los regímenes en Egipto y Túnez utilizaron Internet, Twitter, Facebook, YouTube y los medios sociales para acelerar su protesta. En las elecciones en Irán de 2009, esos medios se convirtieron en herramientas de organización e información de la protesta, como en Corea del Sur sirvieron para que la oposición inicial de la importación de carne estadunidense en 2008 se volviera una protesta contra los agravios que consideraban había cometido el gobierno.
Con diferentes raíces pero igual motivación -la sensación de que hay una fuerza política opresora-, los jóvenes mexicanos saltaron al primer plano de la vida pública y le inyectaron una nueva dinámica al proceso electoral. Al mismo tiempo, debe propiciar un estudio sobre si lo que se está viendo en las universidades y las calles forma o no parte de un fenómeno que quizás, a la vista de todos, había pasado desapercibido. ¿Nos están diciendo los jóvenes que votarán masivamente? O ¿será que como nunca antes, existe una ruptura generacional? Lo que ha sucedido en los últimos días confirma que no eran pasivos o indiferentes, sino que se necesitaba una detonación.
La política se ve por generaciones. Por ejemplo en Estados Unidos, de acuerdo con el Pew Research Center, los votantes viejos son más conservadores, mientras que los jóvenes se inclinan hacia la izquierda. Hay una llamada “generación del silencio” que controla el país y es republicana, y una “generación milenaria”, de aquellos que nacieron entre 1981 y 1989, que es demócrata. Pese a las diferencias con Estados Unidos, estas brechas generacionales no parecen tan diferentes en México. Los jóvenes, por la evidencia empírica que hay, se inclinan más por Andrés Manuel López Obrador -a quien le fue bien en la Iberoamericana- que por otro candidato.
¿Cuántos jóvenes irán a las urnas el 1 de julio y cómo votarán? Cuántos no se sabe, pero el padrón tiene 14 millones de votantes jóvenes, de los cuales 3.5 millones votarán por primera vez. Todos ellos tienen una cultura diferente a la de sus padres, ciudadana, política y social, y otros referentes, con sus propias ambiciones y frustraciones. ¿Cómo votarán? Tampoco se sabe, pero lo que dicen en las calles es que quieren un cambio profundo para el México que ellos sí vivirán, y que lo que tienen ante sus ojos no es lo que necesitan.
Miles de jóvenes y grupos sociales marcharon el sábado en el centro de la Ciudad de México en contra de la candidatura de Enrique Peña Nieto, convirtiendo la ocasión en la primera vez en la historia que se protesta contra un candidato a la Presidencia. Cientos de jóvenes más hicieron lo mismo en unas 30 ciudades del país, con lo que se convirtió en un evento nacional. En todas esas expresiones hubo otro común denominador: Televisa. Los manifestantes expresaron su rechazo a Peña Nieto y el hartazgo de Televisa, que en esta campaña presidencial dilapidó la credibilidad que alcanzó en 2000.
Este cambio de metabolismo en la juventud detonó tras la presencia de Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana hace 10 días, donde tuvo una mala jornada. Varios maestros recordaron que hace seis años le fue peor al candidato Felipe Calderón en esa comunidad, aunque la gran diferencia es que entonces no había redes sociales que difundieran la información, las anécdotas y las imágenes en tiempo real, y ayudaran a moldear a la opinión pública. Acusados de haber sido manipulados, los estudiantes articularon una respuesta rápida en YouTube que para sorpresa y reflexión de muchos, su carácter contestatario prendió.
A través de los medios alternos de comunicación los estudiantes de las Ivy League mexicanas, el ITAM, el Tecnológico de Monterrey, la Anáhuac y la Iberoamericana, organizaron el viernes pasado una protesta frente a las instalaciones de Televisa en el sur de la capital federal. En la era de las imágenes, lo que en 1968 fueron los gritos de “Prensa vendida” frente a Excélsior, ahora lo fue ante la televisión. En paralelo se armaron varias protestas en escala nacional. El vehículo de organización fueron las redes sociales, lo que llevó a algunos analistas a plantear paralelismos con la Primavera Árabe.
De fondo no hay analogía, pero de forma, muchas. Las manifestaciones que provocaron la caída de los regímenes en Egipto y Túnez utilizaron Internet, Twitter, Facebook, YouTube y los medios sociales para acelerar su protesta. En las elecciones en Irán de 2009, esos medios se convirtieron en herramientas de organización e información de la protesta, como en Corea del Sur sirvieron para que la oposición inicial de la importación de carne estadunidense en 2008 se volviera una protesta contra los agravios que consideraban había cometido el gobierno.
Con diferentes raíces pero igual motivación -la sensación de que hay una fuerza política opresora-, los jóvenes mexicanos saltaron al primer plano de la vida pública y le inyectaron una nueva dinámica al proceso electoral. Al mismo tiempo, debe propiciar un estudio sobre si lo que se está viendo en las universidades y las calles forma o no parte de un fenómeno que quizás, a la vista de todos, había pasado desapercibido. ¿Nos están diciendo los jóvenes que votarán masivamente? O ¿será que como nunca antes, existe una ruptura generacional? Lo que ha sucedido en los últimos días confirma que no eran pasivos o indiferentes, sino que se necesitaba una detonación.
La política se ve por generaciones. Por ejemplo en Estados Unidos, de acuerdo con el Pew Research Center, los votantes viejos son más conservadores, mientras que los jóvenes se inclinan hacia la izquierda. Hay una llamada “generación del silencio” que controla el país y es republicana, y una “generación milenaria”, de aquellos que nacieron entre 1981 y 1989, que es demócrata. Pese a las diferencias con Estados Unidos, estas brechas generacionales no parecen tan diferentes en México. Los jóvenes, por la evidencia empírica que hay, se inclinan más por Andrés Manuel López Obrador -a quien le fue bien en la Iberoamericana- que por otro candidato.
¿Cuántos jóvenes irán a las urnas el 1 de julio y cómo votarán? Cuántos no se sabe, pero el padrón tiene 14 millones de votantes jóvenes, de los cuales 3.5 millones votarán por primera vez. Todos ellos tienen una cultura diferente a la de sus padres, ciudadana, política y social, y otros referentes, con sus propias ambiciones y frustraciones. ¿Cómo votarán? Tampoco se sabe, pero lo que dicen en las calles es que quieren un cambio profundo para el México que ellos sí vivirán, y que lo que tienen ante sus ojos no es lo que necesitan.
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