El escote de la edecán

Francisco Garfias

Julia Orayen, la edecán del IFE que se robó las miradas de los televidentes y la de uno que otro candidato presidencial, por poco no sale al set. A las siete de la noche, una hora antes de que iniciara el debate, avisó que se sentía muy mal. Estaba intoxicada. Un platillo japonés. La inyectaron y llamaron a la suplente, por si las dudas.

La reemplazante venía vestida “apropiadamente”. A diferencia de Julia, llevaba un traje sastre azul muy sobrio, describe José Luis Alcudia, vocero del IFE. Pero había un problema. Su estatura era de 1.80 metros. Más alta que los cuatro candidatos.

Orayen había sido seleccionada precisamente por ser mediana. No querían que destacara sobre los candidatos. Detalles de producción. De todas maneras destacó, sí, pero no por su estatura.

Supimos que el reemplazo de la intoxicada edecán se iba a realizar. Pero cuando subieron, ya estaba “encaramada” en el improvisado estudio del WTC. Imposible dar marcha atrás.

Se inició el debate. A repartir papelitos y acaparar miradas con el espectacular escote.

Al final ya era un escándalo en las redes sociales. Alcudia andaba preocupado con el “error” de producción. “Se le pidió un vestido blanco, pero nunca se le autorizó que enseñara de más. Vamos a pedir una responsiva a la agencia de modelos”, nos dijo.

La agencia en la que trabaja Julia es Rebeca Bustos Modelos (RBM).

Las reacciones al escote fueron muchas y variadas. Algunas rayaban en la moralina. Es cierto que la vestimenta no era la apropiada para un evento de esa naturaleza. Le quita seriedad. Pero han exagerado al asunto. No es para tanto.

La edecán del IFE fue trending topic en las redes sociales. En Twitter apareció su foto. Es del dominio común que a alguien se le ocurrió abrir una cuenta en esa red. Miles de seguidores en una hora. El asunto creció. Se salió de control. Fue motivo de desconcierto entre los consejeros electorales.

El IFE se disculpó “por el desacierto de producción, asociado a la vestimenta de una edecán”, dice el escueto comunicado.

En otras palabras, se lavó las manos.

Chucho Tapia, experimentado productor del debate, asumió la responsabilidad del “craso error”. Andaba en lo de los satélites, la unidad móvil, la señal. El mundo técnico de la tele. “Nunca imaginé que iba a salir así”, nos dijo.

El único de los cuatro candidatos que fue a ensayar, la víspera del debate, en el WTC, fue Gabriel Quadri. Estuvo hora y media. “Por eso se le vio tan suelto”, nos dicen. Los otros tres candidatos mandaron representante. Prefirieron prepararse en otro lado.

Ya desde entonces al candidato de Nueva Alianza no le quitaba los ojos a la modelo, quien llevaba, dicen, unas “mallitas grises”.

Curioso, por cierto, que Quadri haya sido percibido como el triunfador del debate. Sus propuestas no son de lo más populares: quitar los subsidios a la gasolina, subir impuestos, privatizar Pemex, la CFE y hasta las cárceles. Le funcionó el deslindarse de los políticos a la menor provocación. El candidato del partido de Elba Ester Gordillo se presentó como ciudadano. ¿Los otros tres debatientes habrán dejado de serlo por dedicarse a la política?

En ese palenque en el que por momentos se convirtió el salón donde se llevó a cambio el debate no vimos un claro ganador, como en 1994, con Diego; o en 2000, con Vicente Fox. Para seguir en el argot de las peleas de gallos, declaramos tablas el resultado.

Para ponerlo en palabras de Ykje Vriesinga, editora del diario digital Nrc.nl de Holanda, presente en el evento. Dice que Quadri fue el más propositivo, López Obrador el más agresivo, Peña se defendió bien y que Josefina cayó en generalidades.

En cuanto a los partidos, todos vieron ganador a su candidato. Normal. Es parte del importantísimo posdebate.

La noche del domingo pudimos hablar con Pedro Joaquín Coldwel. Irradiaba alegría, confianza. Los augurios de que iban a arrollar a Peña no se cumplieron. El mexiquense puede administrar sus ventajas. Nada indica una debacle.

Al dirigente del PRI le preguntamos cómo vio a López Obrador y a Vázquez Mota.

“Sentí a Andrés Manuel muy anticuado. Tiene un serio problema de anacronismo en sus ideas; a Josefina la vi muy mediana, sin una posición clara de defender al gobierno federal del PAN o deslindarse. Esta ambigüedad es una de las razones que le está dando tan bajos rendimientos.

“El PAN y el PRD se equivocaron de candidatos. Marcelo y Cordero hubiesen sido huesos más difíciles de roer”, puntualizó Coldwell.

Comentarios