El difunto Fuentes

José Cárdenas

No sé si esto es lo último que escribió Carlos Fuentes, pero sí lo último que publicó en México:

“…Mitterrand demostró que, dentro de los límites, el socialismo puede hacer lo que la derecha ni siquiera piensa en hacer. ‘La austeridad no puede ser una fatalidad’ —explica Hollande—. Y darle una nueva dimensión a la construcción europea. Y decírselo cuanto antes a Europa y a Alemania. Crecimiento con disciplina. Tal es la propuesta de Hollande. Ojalá que tenga tiempo y éxito.

“La impaciencia de los ‘ocupantes’, la sociedad civil emergente, es muy grande.

“Nota mexicana.- Me preocupa e impacienta que estos grandes temas de la actualidad estén fuera del debate de los candidatos a la Presidencia de México, dedicados a encontrarse defectos unos a otros y dejar de lado la agenda del porvenir.”

En estas condiciones nos queda una especie de testamento político.

El difunto Fuentes nos advierte cómo la superficialidad de los políticos actuales nos puede llevar a un pantano del cual no hemos salido. Esa es la paradoja. Vivimos en el temor de fracasar cuando el país entero es un fracaso crónico.

…como lo era cuando Carlos Fuentes recibió la embajada de París, como premio por su ensayo Tiempo mexicano, en el cual llamaba tlatoani ensangrentado a Gustavo Díaz Ordaz.

A Luis Echeverría y sus delirios megalómanos le convenía romper con el pasado e incorporar a los jóvenes a la política… y poner a un hombre como Fuentes en Francia le ayudaba en sus propósitos.

Ya después vendrían las falsas disyuntivas cantadas a coro por él y por Fernando Benítez: Echeverría o el fascismo.

Pero a Fuentes se le deben perdonar sus devaneos políticos y sus rasgos de enorme vanidad. Su obra literaria, como sucede con Mario Vargas Llosa y en algunos casos con Gabriel García Márquez, lo blinda de las miserias mundanas.

Ahí esta el trabajo… ahí está la más vasta obra novelística de la historia mexicana contemporánea.

“Te detuviste en el último sol; después, la victoria azorada inundó tu cuerpo hueco, inmóvil, de materia, de títulos, de decorados… Ven, déjate caer conmigo en la cicatriz lunar de nuestra ciudad, ciudad puñado de alcantarillas, ciudad cristal de vahos y escarcha mineral, ciudad presencia de todos nuestros olvidos, ciudad de acantilados carnívoros, ciudad dolor inmóvil, ciudad de la brevedad inmensa, ciudad del sol detenido, ciudad de calcinaciones largas, ciudad a fuego lento, ciudad con el agua al cuello, ciudad del letargo pícaro, ciudad de los nervios negros, ciudad de los tres ombligos, ciudad de la risa gualda, ciudad del hedor torcido, ciudad rígida entre el aire y los gusanos, ciudad vieja en las luces, vieja ciudad en su cuna de aves agoreras, ciudad nueva junto al polvo esculpido, ciudad a la vela del cielo gigante, ciudad de barnices oscuros y pedrería, ciudad bajo el lodo esplendente, ciudad de víscera y cuerdas, ciudad de la derrota violada (la que no pudimos amamantar a la luz, la derrota secreta), ciudad del tianguis sumiso, carne de tinaja, ciudad reflexión de la furia, ciudad del fracaso ansiado, ciudad en tempestad de cúpulas, ciudad abrevadero de las fauces rígidas del hermano empapado de sed y costras, ciudad tejida en la amnesia, resurrección de infancias, encarnación de pluma.” “…Águila sin alas. Serpiente de estrellas. Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire.”

MONJE LOCO: …y ahí queda Fuentes, a ver quién lo mejora. Después de muerto seguirá ganado batallas. Le publicarán tres últimas novelas: Federico en el balcón, Persona y El signo que despierta. Obligado esperarlas.

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